Juan María Laboa: «Nunca en la historia se ha atacado a un Papa como a Francisco»
El sacerdote lamenta «la confusión entre política y religión» en España. «Es muy fuerte que, en un siglo, una parte del catolicismo español haya puesto verdes a cuatro Papas»
El convencimiento de que la comunión eclesial es el corazón de la Iglesia es lo que ha llevado al sacerdote e historiador Juan María Laboa a escribir Integrismo e intolerancia en la Iglesia (PPC), un repaso, conciso en su extensión y denso en su razonamiento, a las trifulcas doctrinales que han sacudido con cierta frecuencia a la institución eclesial desde hace 2.000 años; si bien centra el grueso de su contenido en los dos últimos siglos, esto es, en los enfrentamientos entre integristas y modernistas, o entre liberales y tradicionalistas, que, de modo particular en España, han causado estragos. «La tradición de división eclesial en España es una constante», explica a Alfa y Omega. «Hay que responder a esa visión desde la historia; me parece que hay antecedentes y motivos». Motivos que son accidentales, en su opinión, pero que terminan desembocando en una soberbia excluyente. «Los grandes enfrentamientos de la política española han sido agudos y duros. No tenían que ver con los grandes dogmas ni con las grandes tradiciones. Esto puede servir para explicar muchos acontecimientos dentro de la Iglesia». Unas rivalidades doctrinales y estratégicas entre católicos que no solo persisten, sino que últimamente proyectan señales de exacerbamiento en los ámbitos académico y mediático.
¿Hay un tipo de intolerancia específica del catolicismo español?
La intolerancia está en la naturaleza del ser humano, a la derecha, a la izquierda, en el conservadurismo y en todas partes. ¿Por qué ha tenido importancia en la vida de España? Pues yo diría que, en gran parte o en parte importante, por la confusión entre política y religión. Eso es siempre nefasto, porque impide ver los matices. En España, desde principios del siglo XIX, la Iglesia se ha identificado con la parte más conservadora de la sociedad. Entre otras cosas porque apenas había alternativas. La alternativa no era una izquierda, sino un liberalismo muy fuerte.
¿Cuáles son las razones?
Tradiciones y costumbres muy concretas, debidas en parte también, cuando se revisa la historia del cristianismo en Europa, a un aislacionismo de España muy fuerte desde el siglo XIX. Y eso ha he hecho que, a diferencia de Italia, por ejemplo, no haya existido en España un liberalismo católico.
Hay que tener en cuenta la existencia de una intolerancia española, que los integristas españoles no aceptaron a León XIII, tuvieron reticencias al principio hacia Juan XXIII, no han aceptado a Pablo VI y no han aceptado a Francisco. Hombre, es muy fuerte que, en un siglo, una parte importantísima del catolicismo español haya puesto verdes a cuatro Papas. No siempre son motivos evangélicos.
Juan María Laboa nació en Pasajes (Guipúzcoa) en 1939. Estudió Teología y Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana. También en Roma obtuvo el doctorado en Historia de la Iglesia, materia en la que ha alcanzado una gran reputación y que ha impartido durante largos años en la Universidad Pontificia Comillas. Ha escrito varias obras sobre historia de la Iglesia, el Concilio Vaticano II o el papado.
¿Es propia esa intolerancia de los sectores integristas? ¿O también de los progresistas?
De ambos. El rechazo y la demonización del otro están muy presentes ahora. Es muy fácil decir que Vox es extrema derecha. Muy bien. ¿Y no existe la extrema izquierda? Hay pecados comunes, por supuesto, pero las rupturas eclesiásticas, los cismas, son mucho más frecuentes en la derecha que en la izquierda. Un ejemplo claro es monseñor Marcel Lefebvre, que ha protagonizado el único cisma desde el Concilio Vaticano II. Los más progresistas pueden ser muy críticos, pero les cuesta más llegar al cisma.
Planteamientos de Hans Küng y Leonardo Boff, por ejemplo, son incompatibles con la fe católica.
Pero son dos.
Con sus influencias y tentáculos…
Sí. Pero no hay un grupo que se separa. Y no se verá en la historia de la Iglesia ataques a un Papa como en algunas páginas web de la España actual. Cuesta aceptar que sus promotores vayan de adalides del cristianismo. Me parece bien que se critique al Papa, pero decir que es hereje es pasarse de frenada. Francisco es calumniado como ningún grupo progresista calumnió a Juan Pablo II. Cuesta admitir que se pueda ser creyente y lanzar ataques de tal magnitud al Papa.
¿No será que el Papa a veces se muestra demasiado punzante?
Bueno, uno, en su calidad de cristiano —con capacidad de juicio y de valoración— puede argumentar. Pero estos ataques despectivos son los que se lanzan a un enemigo. Hasta llegar a decir, en un atrevimiento inmenso, que es un falso Papa. En la última biografía dedicada a Benedicto XVI, este último desautoriza rotundamente a todos aquellos que cuestionan la legitimidad de Francisco. Además, es tan evidente que no hace falta que lo diga el Papa emérito.
Juan María Laboa
PPC
2019
304
18 €