Juan Manuel Cotelo: «¿No vas a hacer nada?» - Alfa y Omega

Juan Manuel Cotelo: «¿No vas a hacer nada?»

Cada cristiano debe dejar de ver la fe como una bonita tradición, pasar por una experiencia personal de haber sido rescatado, y comprometerse en la salvación de los demás… Ese momento de su vida fue el que el director y productor de cine don Juan Manuel Cotelo compartió, a modo de parábola, en la Noche Joven del congreso

María Martínez López
Es verdad, tú no puedes hacer nada, lo haré Yo….

«Yo estoy en un barco como el Titanic —narró Juan Manuel Cotelo—, en el que hay de todo. El ambiente es inmejorable, hasta que una persona pregunta: ¿Pero, dónde vamos? La primera persona a la que se lo pregunta le responde: Qué tontería, tómate otra copa». Así, uno tras otro, todos le animan a no pensar. Al final, alguien le dice: «Venimos de la nada y vamos a la nada. Así que, mientras haya algo, disfruta. Pero la pregunta empieza a cundir» entre los pasajeros, que reaccionan de diferentes maneras: «Unos beben, otros se tiran del barco, otros quieren hundirlo… Y se propaga la idea de que ese viaje no tiene sentido, de que estar vivo es una mala noticia». De repente, «mientras veo eso, me doy cuenta de que ahora estoy en otro barco, con un patrón que sí sabe a dónde vamos. Soy feliz. Hay Alguien a mi lado, y yo Le pregunto: ¿Quién eres? Él me responde: ¿No vas a hacer nada? Mira, se están tirando del barco. Le digo que yo no puedo hacer nada. No sé nadar y el agua está muy fría. Él me responde: Tú estás en este barco porque yo me tiré por ti. No soporto ver que mis hijos, mis hermanos, mis amigos, se ahogan. Podía haberme puesto a buscar culpables, pero preferí tirarme. Si consigo salvar a todos pero se me ahoga uno solo, habré fracasado. Yo me tiraré contigo. Es verdad, tú no puedes hacer nada, lo haré yo, pero necesito que te tires, y seas mis ojos, mis manos, mis pies».

Después de haber tenido esta experiencia, «te vas a la cama y ya no puedes dormir», reconoció. Y las iniciativas «surgen sin querer, o queriendo tú lo contrario. Yo le decía a Dios: Mejor, búscate a otro, no te fíes de mí. Pero yo me fío de Ti. Dejé de creer en Dios para empezar a vivir ios. Es como si estuvieras viendo un paisaje precioso, y de repente te das cuenta de que has puesto tu casa allí, dejándolo todo». Algo así le ocurrió con La última cima, una película que hizo casi obligado: no quería ir a escuchar la conferencia del sacerdote Pablo Domínguez, y, cuando éste murió, no quería empezar a hacer la película. «Haciéndola, recé muchas veces: Señor, haz que se termine esta pesadilla», reconoció.

Una actitud inicial que choca con el enorme e inesperado éxito que tuvo la cinta: en España, pasó de dos salas a 36, y fue la película con más espectadores por copia de ese momento. El fenómeno se ha repetido en otros países. Por ejemplo, en Hungría, «la acaba de comprar el mayor circuito de cines del país». Sin embargo, a Cotelo no le importan tanto estos datos, como «la colección de espectadores que han salido sanados del cine. Hay 40 o 50 chicos que, después de verla, entraron en el seminario; sacerdotes que habían dejado el ministerio y volvieron; mujeres que habían abortado» y lo superaron gracias a la cinta; «y tres niños que han nacido porque sus padres, que pensaban abortar, cometieron el error de ir al cine». Que todo esto haya sucedido gracias a una película «que no tiene importancia, que simplemente es muy sencilla y grata», hace pensar al director que «Dios no sólo existe, sino que está».