Juan Carlos Mateos: «El pastor necesita vida comunitaria» - Alfa y Omega

Juan Carlos Mateos: «El pastor necesita vida comunitaria»

El secretario de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios recuerda que «la relación humana es la base» del sacerdocio

Rodrigo Moreno Quicios
Juan Carlos Mateos
Juan Carlos Mateos asegura que la presencia de la mujer en los seminarios «está más extendida» de lo que se cree. Foto: Diócesis de Segorbe-Castellón.

¿Qué problemas afrontan actualmente los seminarios?
Principalmente una falta de la madurez humana que se necesita para entrar en un proceso de formación integral. Se necesita un sujeto capaz de entrar en una dinámica donde se evalúan una serie de cualidades de idoneidad para desempeñar el ministerio sacerdotal.

¿Por eso hay pocos seminaristas?
No es la causa principal, hay más. A la pobre vida de fe cristiana que se vive se suma el ambiente social, que nunca ha sido favorable a una opción vocacional, pero ahora menos. Y la desestructuración familiar, que hay pocos hijos, pocos jóvenes y pocas llamadas.

¿Pretende revertir esa falta la catequesis Padre, envíanos pastores que han lanzado para el Día del Seminario?
Esos programas ayudan, pero no pueden hacer que nazca la vida de la nada. Esta propuesta, y otras herramientas bien usadas, pueden despertar la vocación, confirmar y consolidar. Pero «revertir» sería una enmienda a la totalidad muy fuerte, no tenemos la llave maestra para hacerlo. Nuestra propuesta es decir a un joven que se puede ofrecer la vida, entregándola y haciendo bien a los demás, como una vocación.

¿Es importante que los seminaristas se eduquen en comunidad?
La experiencia nos dice que todos necesitamos de todos. Una familia necesita padres, hijos y hermanos. Ayuda en la formación de un seminarista sentirse hermano de sus hermanos, porque no estamos hechos para apacentar a una persona sino a una comunidad. Solo el que tiene experiencia de vida comunitaria puede pastorear una comunidad. El Papa dice que el pastor va delante, en medio y al final. En todos esos campos necesita una amplia experiencia de vida comunitaria para servir mejor donde ha sido enviado.

¿Cómo de cerca está la creación de seminarios interdiocesanos?
Formalmente solo existe uno en España, el de Cataluña, desde 1987. Pero hay experiencias de colaboración entre seminarios, es una realidad que viven más de la mitad. Los seminaristas de Sigüenza-Guadalajara van a Madrid. Quizá otra de las más significativa es el Teologado de Ávila, que está en Salamanca y agrupa la formación de ocho diócesis.

¿Qué beneficios tiene reunirse en grupos más grandes?
La relación humana, que es la base de la vida sacerdotal. Nuestra vida son relaciones con Dios, con los hombres, entre los hermanos sacerdotes, con los obispos… Cuando son pocas, acaban siendo pobres. Cuando se amplían, también se enriquecen. La formación de más favorece el campo de las relaciones en todas las dimensiones. El Papa habla de cuatro cercanías: con Dios, con el obispo, con los presbíteros y con el pueblo de Dios, los laicos.

¿Es más fácil completar la formación en un seminario grande?
Teniendo en cuenta que esté garantizado el edificio y la formación académica, un mayor número hace a un joven pensarse si Dios le está llamando a una vida concreta. No es lo mismo ver a 20 seminaristas alegres que a dos.

¿Sería esperable la presencia de más mujeres formadoras?
Están implicadas en muchos procesos, como en la atención psicológica, que es preceptivo que todo seminarista la haga, o el test de valoración. Muchas personas ayudan en estas tareas y muchas profesoras de las facultades y centros teológicos son mujeres, también religiosas. En la vida pastoral en la que un seminarista va insertándose también hay mujeres. Esta realidad está bastante más extendida de lo que pareciera, aunque se crea que solo es un mundo de varones. Pero la presencia de la mujer está en la realidad formativa. Se pueden seguir dando pasos y progresar, pero no partimos de cero.