Juan Carlos Cruz: «El Papa Francisco me sacó de la tumba donde vivía»

¿Qué cree que ha supuesto la figura del Papa en la lucha contra los abusos sexuales en la Iglesia católica?
Ha sido fundamental. Se ha enfrentado de cara a este tsunami de horror y, aunque no haya logrado erradicar toda esta porquería, ha conseguido abrir una grieta en un muro infranqueable.

¿Cómo se forjó su amistad?
Cuando el Papa viajó a Chile en 2018, con una conferencia episcopal absolutamente siniestra, a nosotros ni nos dejaron juntarnos con él. Los obispos tenían miedo de que le dijéramos la verdad. Ya en Roma, leyó el informe de Scicluna y del obispo Jordi Bertomeu y exigió a todos la renuncia. Nos invitó al Vaticano y cuando le conté lo que había vivido, conectamos. Fue sanador, me sacó de la tumba donde vivía, como cuando Jesús resucitó a Lázaro.

No todas las víctimas pueden decir lo mismo.
Lo sé. En España, por ejemplo, muchos siguen mendigando justicia y eso no puede ser. Me considero un privilegiado; el Señor me ha dado mucho y tengo mucho que devolver. Sé que algunas víctimas piensan que me pasé al lado oscuro, pero creo que así hago más bien. Mis ejemplos son santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz, que vieron mucha corrupción en la Iglesia, pero en vez de irse y fundar cosas fuera, la reformaron desde dentro.

De hecho, algunas víctimas, como Marie Collins se han descabalgado de la comisión creada ex profeso para la protección de menores.
Collins es una mujer extraordinaria y entiendo en parte su frustración. A mí también me ha ocurrido en muchas situaciones, pero creo firmemente en la integridad y la honestidad del Papa; quiero ayudarlo para erradicar esta lacra. A mí me gustaría que esto se hubiese solucionado, pero las cosas siguen pasando. Hay obispos que siguen encubriendo. No es fácil cambiar de rumbo en todos los países a la vez. La Iglesia es como un enorme transatlántico.

El Papa le ha nombrado asesor en la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. ¿Qué es lo que aporta usted?
Me honra mucho la confianza del Papa. Yo le digo siempre lo que pienso, aunque no le vaya a gustar; hay muchos obispos y cardenales que le dicen solo lo que creen que quiere oír. Para mí lo importante es que el Vaticano ponga siempre a las víctimas en el centro, que se preocupen de formar lugares seguros, que las diócesis tengan oficinas para recibir a las víctimas y que se investiguen todas las denuncias. Es muy fácil enredarse en temas teológicos y poco concretos.

¿Qué es lo más importante que ha hecho el Papa en tema de abusos?
Vos estis lux mundi, que eliminó el secreto pontificio, ha marcado un punto de inflexión, aunque todavía hay lugares en los que la Iglesia continua negando la evidencia de los abusos. Además, ha cambiado el lenguaje. Antes de Francisco se hablaba de pecados del sexto mandamiento, pero ahora se les llama por su nombre: crímenes.

¿En qué punto estamos en la lucha contra estos crímenes?
Tenemos que seguir peleando porque está lejos de resolverse. La transparencia es fundamental; sin ella ganan los abusadores y los que los encubren porque quieren mantener la oscuridad. Hay que poner un foco de luz para que las ratas salgan de su escondite. Gracias a Dios hay mayor conciencia. Hay muchas víctimas valientes que cuentan su sufrimiento y hombres buenos que les creen.

¿Cuándo habló con él por última vez?
Nos vimos en Navidad y hablé por teléfono el domingo antes de que se fuera a su retiro de Cuaresma. Le felicité por lo de no criminalizar a la comunidad LGTBI. Su gesto está salvando vidas.