Jóvenes carismáticos unidos «para anunciar el kerigma a todos»
Los jóvenes de la Renovación Carismática Católica de la zona centro se han reunido este fin de semana en un encuentro abierto a jóvenes de otras realidades de Iglesia e incluso a alejados. «Llevaba dos años lejos de Dios. Me había perdido y Él me ha encontrado», confiesa uno de ellos
Más de 60 jóvenes han compartido alabanzas, Eucaristía, formación y vivencias durante el Seminario de Vida en el Espíritu (SVE) que ha tenido lugar este fin de semana en Rozas de Puerto Real (Madrid) y en el que se han congregado chicos y chicas de entre 15 y 29 años para pedir una nueva efusión del Espíritu Santo rezando juntos y los unos por los otros.
«El equipo de jóvenes responsables nos embarcamos en esta misión evangelizadora con valentía y confiados en la importancia de anunciar el kerigma a todos los jóvenes, sean o no afines a la espiritualidad carismática. Por eso este SVE ha llegado a grupos de parroquias, grupos de pastoral universitaria y jóvenes que vivían su fe en solitario», señalan desde la organización.
Acogiendo la invitación del Papa Francisco en San Juan de Letrán en julio de 2015 a que, «como parte de la corriente de gracia de la Renovación Carismática, organicen Seminarios de Vida en el Espíritu en sus parroquias, seminarios, escuelas, en los barrios para compartir el bautismo en el Espíritu y que se produzca por obra del Espíritu Santo el encuentro personal con Jesús que nos cambia la vida», el SVE de este fin de semana tocó temas como el amor de Dios, el pecado, la salvación, el señorío de Jesús, la comunidad, y sobre todo de cómo cada uno vive todos estos ámbitos en su día a día.
El SVE concluyó el domingo orando por todos los asistentes y pidiendo un derramamiento del Espíritu Santo en las vidas de los jóvenes. Testimonio de ello lo dio Eloy Bouzas, uno de los asistentes, quien reconoce que «me apunté a este seminario sin pensarlo mucho, y fui sintiéndome prácticamente obligado; llevaba dos años alejándome de la Renovación, de los amigos que había hecho en ella, de toda esa realidad. Dos años alejado de Dios, en definitiva, y llegando a sentirme solo, incomprendido, incluso apático y poco querido».
Sin embargo, durante el SVE, «todo eso cambió. Me sentí acogido, querido y extrañado por esos amigos a los que tanto llevaba sin ver y por las nuevas personas que conocí y, a través de todas y cada una de las distintas enseñanzas y los momentos de compartir posteriores, el Señor se las arregló para abrirme los ojos».
Concretamente, pudo comprobar que «no importa cuántas veces le haya dado la espalda, Él me sigue esperando. Que no importa cuánto me haya alejado, Él me sigue amando. Que no estoy solo, porque Él está conmigo y porque hay muchas comunidades en las que puedo seguir viviendo mi fe, comunidades que me recibirán con los brazos abiertos. Que solo tengo que abrirme y dejar que Él obre en mí. Y amarle no por lo que hace o deja de hacer, sino porque Él es. Así de sencillo y de poderoso. Me había perdido, en definitiva, y Él me ha encontrado. Y de qué manera».
Carolina Vargas