Joseph Ratzinger, sesenta años de fidelidad, en el sacerdocio. El Papa pide que todas las miradas se centren en Dios
Adsum, Aquí estoy: éstas fueron las palabras que pronunció en latín, ante Dios y ante el pueblo, el 29 de junio de 1951, el joven Joseph Ratzinger. Tenía 24 años el día de su ordenación sacerdotal. Las pronunció junto a su hermano Georg, quien, a pesar de ser tres años mayor, se ordenó con él, a causa del retraso que provocó en sus estudios la Segunda Guerra Mundial. El próximo miércoles, 29 de junio, la Iglesia universal revivirá ese día, que, en su libro Mi vida, Benedicto XVI califica como «el momento más importante de mi vida». Pero el Papa no quiere que éste sea un momento de exaltación de su persona, sino que anima a dirigir la mirada hacia Dios, y darle gracias por el don del sacerdocio y pedirle que suscite nuevas vocaciones
Los Ratzinger fueron ordenados en la catedral de Freising, cerca de Munich, por el cardenal Michael von Faulhaber, conocido como gran opositor al nazismo. De ese espléndido día de verano, Joseph Ratzinger recuerda un detalle que para otros pasó desapercibido: «No se debe ser supersticioso, pero en el momento que el anciano arzobispo impuso sus manos sobre las mías, un pajarillo -tal vez una alondra- se elevó del altar mayor de la catedral y entonó un breve canto gozoso; para mí fue como si una voz de lo alto me dijese: va bien así, estás en el camino justo».
Fue en esos días cuando Joseph Ratzinger descubrió lo que significa el sacerdote para la gente. «El día de la primera Misa, fuimos acogidos en todas partes -también entre personas completamente desconocidas- con una cordialidad que hasta aquel momento no me podría haber imaginado», prosigue el Papa en sus memorias. «Experimenté así, muy directamente, cuán grandes esperanzas ponían los hombres en sus relaciones con el sacerdote, cuánto esperaban su bendición, que viene de la fuerza del Sacramento. No se trataba de mi persona ni la de mi hermano: ¿qué podrían significar, por sí mismos, dos hermanos como nosotros, para tanta gente que encontrábamos? Veían en nosotros a unas personas a las que Cristo había confiado una tarea para llevar su presencia entre los hombres; así, justamente porque no éramos nosotros quienes estábamos en el centro, nacían tan rápidamente relaciones de amistad».
Celebración del ministerio sacerdotal
Éste es precisamente el espíritu que el Papa quiere imprimir a la fiesta de su aniversario sacerdotal, que él mismo presidirá con una celebración eucarística, el 29 de junio, en la plaza del Vaticano, en la fiesta del obispo y de la ciudad de Roma, solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, acompañado por los representantes del Patriarcado ecuménico de Constantinopla, gesto de cercanía con las Iglesias ortodoxas. Las celebraciones comenzaron ya el 18 de junio en la misma catedral de Freising, con la participación de monseñor Georg, el hermano del Papa. «Joseph Ratzinger fue, es y sigue siendo un inmenso don para la Iglesia en los 60 años de su ministerio sacerdotal», dijo el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich, quien presidió la celebración.
Benedicto XVI no quiere que este aniversario sea una fiesta autocelebrativa.
60 horas de adoración
Tras el Año Sacerdotal, que clausuró hace exactamente doce meses, un momento en el que concentró las energías de la Iglesia en la purificación de los límites y faltas de sus sacerdotes, espera que ahora esta Iglesia redescubra la belleza del ministerio sacerdotal, como él lo hizo en sus visitas al ser ordenado sacerdote.
En este contexto, el Prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, el cardenal Mauro Piacenza, ha enviado una carta a los obispos del mundo para promover 60 horas de adoración eucarística por la santificación de los sacerdotes, por las nuevas vocaciones y por Benedicto XVI. Esta ocasión, escribe el purpurado italiano, «es particularmente propicia para reunirnos en torno al Pontífice, para testimoniarle toda nuestra gratitud, nuestro afecto y nuestra comunión por el servicio que ofrece a Dios y a la Iglesia, y sobre todo por ese hacer resplandecer la verdad sobre el mundo, al que su alto magisterio continuamente exhorta».
En el texto, firmado también por el Secretario de la Congregación para el Clero, el arzobispo español Celso Morga Iruzubieta, se explica que las horas de adoración eucarística dedicadas a esta intención pueden ser continuas o pueden distribuirse durante el mes de junio, y debe comprometer «de manera particular, a los sacerdotes».
«El culmen de este recorrido de oración podría coincidir con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús -Jornada de santificación sacerdotal-, el próximo viernes 1 de julio», añade el cardenal. Con esta iniciativa especial, prosigue la carta, «se podría homenajear al Pontífice con una extraordinaria corona de oraciones y de unidad sobrenatural, capaz de mostrar el centro real de nuestra vida, de la que surge todo esfuerzo misionero y pastoral, así como el auténtico rostro de la Iglesia y sus sacerdotes».
Para estas 60 horas de adoración eucaristíca, la Congregación sugiere la meditación de pasajes bíblicos en los que aparece el Apóstol san Pedro, el primer Papa, especialmente los capítulos 20 y 21 del evangelio de San Juan, donde el Señor pregunta a Simón si lo ama más que los otros; y el capítulo 16 del evangelio de San Mateo, en el que Cristo le dice: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Nuevas vocaciones
De este modo, la esperanza en la Santa Sede es que este aniversario sirva para promover las vocaciones sacerdotales, precisamente en momentos en que las estadísticas constatan un repunte, incluidos países de Europa. El padre jesuita Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, explica que, en este aniversario, «las Conferencias Episcopales, animadas por la Congregación para el Clero, invitan a celebraciones de agradecimiento y de oración por las vocaciones sacerdotales, centradas, sobre todo, en la adoración eucarística, para pedir al Señor de la mies que envíe nuevos obreros para su viña».
«La vida de Benedicto XVI es, en verdad, una vida integralmente sacerdotal -dice el director de la Oficina de Información de la Santa Sede-. Vocación en edad jovencísima, formación en el Seminario interrumpida sólo por las dramáticas experiencias de la guerra, ordenación a los 24 años de edad junto a su hermano mayor y a un denso grupo de jóvenes bien templados en la fidelidad a Dios y a la Iglesia. Tenían modelos como el del joven sacerdote Alojs Andritzki, asesinado a los 31 años en Dachau, en el año 1943, y proclamado Beato hace pocos días, quien al inicio de su encarcelamiento había jurado: No olvidaremos ni siquiera por un momento nuestro sacerdocio».
El padre Federico Lombardi invita a toda la Iglesia a unirse espiritualmente a la oración del Papa, «pidiendo que el ejemplo de su humildad y fidelidad gozosa en el servicio de este Dios audaz sea un aliciente eficaz para el nacimiento de nuevas vocaciones y para la santidad de todos los sacerdotes».
Sesenta artistas de renombre mundial han unido sesenta obras para celebrar los sesenta años de ordenación sacerdotal de Benedicto XVI. Tres de ellos son españoles: el pintor Pedro Cano, el arquitecto Santiago Calatrava y el músico monseñor Valentín Miserach, Presidente del Instituto Pontificio de Música Sacra de Roma.
La muestra, que será presentada en el atrio del Aula Pablo VI del Vaticano, donde tienen lugar las audiencias generales con el Santo Padre, acogerá sesenta obras, o sus representaciones gráficas -en el caso de la Arquitectura, por ejemplo-, pertenecientes a artistas de diferentes categorías: Pintura,Escultura, Arquitectura, Fotografía, Literatura y Poesía, Música, Cine, Orfebrería. El título es muy ratzingeriano: El esplendor de la verdad, la belleza de la caridad, y se expondrá del 5 de julio al 4 de septiembre de 2011.
El pintor Pedro Cano, quien ha venido a Roma para presentar la exposición, ha realizado una acuarela en la que el eje central es el ser humano y Roma, ciudad que a lo largo de los siglos ha sido centro de peregrinación. En el cuadro se ve a un hombre, que camina con dificultad y que se apoya en una muleta, dirigirse a Porta Maggiore, una de las puertas monumentales de la Ciudad Eterna. «Lo he hecho en acuarela, una de las técnicas más difíciles, a conciencia. Las nuevas tecnologías distorsionan. Prefiero sentirme un pintor antiguo, con un sentido de la manualidad, que considero fundamental», explica Cano. El cuadro, una vez acabe la exposición, se quedará, seguramente, en el Vaticano, «el mejor sitio donde se puede quedar una obra de arte», precisa el artista murciano, nacido en 1944.
Sólo habrá una obra cinematográfica. Se trata de la película que el director italiano Pupi Avati ha realizado especialmente para este acontecimiento, en la que retoma imágenes, en blanco y negro, grabadas durante la ordenación sacerdotal de Joseph Ratzinger y su hermano Georg en la catedral de Freising; ahora bien, no quiere revelar más detalles, pues «todo regalo debe ser una sorpresa…».