Josefina Gómez Mendoza: «Se necesitarán ciudades medias y un sistema agrícola sostenible»
Geógrafa de reputación internacional, catedrática emérita de Análisis Geográfico Regional en la Universidad Autónoma de Madrid, es autora de varios libros, como El pensamiento geográfico. El último, por ejemplo, está dedicado a Alexander Humboldt y su obra Examen Crítico de la Geografía del Nuevo Continente. Pero sin desentenderse de los retos actuales, empezando por la transición energética.
¿Cuáles serán los grandes equilibrios geográficos en España de aquí a 30 años?
Al ritmo que van las cosas, es muy difícil de pronosticar, pero, teniendo en cuenta que en los últimos 20, 30 o 40 años han ocurrido tales cambios territoriales en España, es presumible que puedan o agudizarse, o luego comentar en qué sentido, si lográramos una transición ecológica y energética buena, que pudieran reequilibrarse.
¿Cómo han sido esos cambios?
Han sido unos cambios de poblamiento, no de población, extraordinarios.
¿Y cuáles pueden ser?
Es difícil que desde el punto de vista de la población se vuelvan a reequilibrar. Desde el punto de vista de los asentamientos, las metrópolis no hay quien las borre ya; pero probablemente se necesitarán ciudades medias y quizás se logre un sistema agrícola y ganadero más sostenible; quizás se logren mejoras en servicios y distribución.
¿A qué se debe el declive de las ciudades de tamaño medio?
Están decreciendo. Se habla mucho de la España vacía o vaciada. A mi me parece que el fenómeno verdaderamente grave actualmente es que las ciudades medias, de Castilla y León, de Aragón y de las demás partes, están perdiendo población: no pueden resistir la atracción de Madrid, Zaragoza o Barcelona. El problema es que hay metropolización y luego turistificación de la costa. Un sistema totalmente desequilibrado.
¿Es imparable la metropolización?
Es imparable el fenómeno de ciudad global. Madrid ya es ciudad global. Barcelona, también. Casi se podría decir que son víctimas de su propio éxito, global por supuesto. Lo cual quiere decir que se da una acumulación de servicios, de equipamientos y de instituciones. Le pongo un ejemplo: en Madrid, hasta donde yo sé –igual no estoy actualizada–, hay 17 universidades, privadas o públicas. E irresistibles: no puede resistir la competencia la Universidad de Salamanca. Pero tampoco la de León o la de Cáceres. Es una política de acaparamiento.
Da a entender que el fenómeno beneficiará al medio rural.
Lo que doy a entender es que estamos en un momento de inflexión: o todo va a mucho más y la cohesión territorial, que ya es escasa, salta por los aires, pues no es tanto el reto demográfico como el territorial, o realmente puede montarse a nivel mundial una transición hacia menos consumo de factores contaminantes –la descarbonización– y reinventar para el medio rural lo que ya había: agricultura y ganadería más extensiva que vuelva a ocupar el territorio y que convierta a los que están allí en sus custodios.
¿Será factible?
Estamos en el momento y se trata de no fracasarlo. La Unión Europea ha apostado por una revolución verde y por dar unos fondos importantes, los Next Generation, pero no vamos a poder crecer como ahora, con industrias y ciudades hipercontaminantes. Eso nos conduciría al desastre, sin querer cargar las tintas. Es simplemente como nos comportamos.
Por lo tanto…
…si se lograra esa transición, –energética es su nombre oficial– se lograría desconcentrar ligeramente a la población, pero sobre todo se lograrían unos sistemas productivos que no sean tan intensivos y que sean viables. ¿Qué hace falta? Gastar bien los fondos europeos.