José Mazuelos: «La pandemia nos obliga a la fraternidad» - Alfa y Omega

José Mazuelos: «La pandemia nos obliga y llama a la fraternidad»

José Mazuelos toma posesión este viernes como obispo de Canarias tras once años en Jerez. Le esperan grandes retos como la evangelización, las migraciones o la COVID-19

Fran Otero
Pone su ministerio en manos de Dios: «Si no me ha dejado en Jerez, no me dejará en Canarias. Ya me espera en la catedral de Santa Ana para comenzar mi misión». Foto: Obispado de Asidonia-Jerez

¿Qué balance hace de los once años al frente de la diócesis de Jerez?
Todo este tiempo ha sido una gracia y un don de Dios. Llegué con miedo, porque cuando a uno lo hacen obispo se enfrenta a una misión que lo supera, pero puedo decir que el Señor ha sido fiel, me ha sostenido y ayudado, y ha ido por delante. En ocasiones he querido tirar la toalla, pero, como san Pedro, he dicho: «¿A dónde vamos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna». He aprendido a ser obispo y tantas cosas que tienen que ver con este ministerio: la paternidad, la comunión, la disponibilidad o la nueva evangelización. El balance es que soy feliz y Dios ha sido fiel.

Llega a una diócesis más antigua, mayor en extensión, con más población y con la peculiaridad de la insularidad. ¿Cómo afronta este cambio?
Abruma un poco. Es una nueva realidad, no solo por la grandeza de la diócesis o por la cantidad de población, sino también por la situación concreta que vive en estos momentos, con la cuestión de la inmigración o la crisis provocada por el coronavirus. Todo esto me asusta un poco, pero el Señor estará conmigo. En Jerez he sido el tercer obispo de la diócesis y ahora voy a ser el número 69. Esto me da tranquilidad, pues soy una gota en medio de una realidad de siglos. Llego con mucha ilusión viendo el trabajo que ya hay hecho. Y estoy enamorado de Canarias desde el día que le dije al nuncio que estaba dispuesto a ir allí.

¿Cuáles van ser sus prioridades?
El Papa Francisco nos va marcando las líneas. La nueva evangelización es urgente en todos los lugares. La promoví en Jerez, de la mano del libro Evangelizar de Fernando Sebastián, y también lo quiero hacer en Canarias. La nueva evangelización es una punta de lanza y todos tenemos que ir a una con ella: el obispo, las órdenes religiosas, los laicos, los sacerdotes… Con todos los que estén dispuestos a subirse a ese carro, pues no se evangeliza por decreto. También es importante exponer el tesoro de la familias, que es clave hoy en día como Iglesia doméstica; llevar a Cristo a tantas personas heridas en nuestro mundo, y dar la mano a las instituciones para buscar el bien común y vivir la fraternidad. La pandemia nos obliga y llama a la fraternidad. Tenemos que decir que es posible, que podemos luchar juntos. Debemos iluminar a las autoridades para que trabajen a una en la respuesta a esta situación. Deben abandonar el partidismo y trabajar juntos.

¿Cómo valora la respuesta de la Iglesia a la COVID-19?
En el caso concreto de Jerez, la Iglesia ha estado a la cabeza. Lo ha dado todo y seguirá haciéndolo. Llegaremos hasta donde podamos ejerciendo la subsidiariedad y exigiendo a las autoridades su responsabilidad en la ayuda a las personas, tanto a nivel económico y material como para salir de una mentalidad hedonista e individualista. Si vivimos la fraternidad, todo será más llevadero.

Hablaba de la familia… ¿Será, de nuevo, importante en esta crisis?
La familia es clave y el pueblo español lo sabe. Es el gran antídoto contra la economía del descarte. Habrá que ayudarla a defenderse de esa mentalidad individualista a la que me refería y que nos quieren imponer a través de las leyes.

¿La eutanasia, por ejemplo?
Esta ley no se entiende hoy. Fomenta la idea de que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera. Esto es una falacia. ¿También podría hacerme esclavo si así lo quisiese? No, no puedo. Tenemos una dimensión social que, además, se ha puesto de manifiesto durante la pandemia. Por eso nos quedamos confinados, porque somos responsables los unos de los otros; y por eso los nietos no van a ver a sus abuelos, para no exponerlos al virus. No podemos abandonar la dimensión social y menos en este momento. Y, por eso, sorprende que aparezcan leyes que vengan a bombardear la dimensión social del ser humano y a fomentar el individualismo.

Usted es médico. ¿En qué lugar los deja esta proyecto?
El trabajo de los sanitarios han sido una de las notas positivas de esta crisis y ahora quieren quitarles la confianza. No se puede convertir a los médicos en verdugos. Lo que hay que hacer es promover unos buenos cuidados paliativos. Cuando una persona tiene cubiertas las necesidades de no sufrir dolor, de acompañamiento o de atención espiritual, no pide la eutanasia.

Bio

Natural de Osuna (Sevilla), donde nació en 1960, José Mazuelos se licenció en Medicina y ejerció antes de completar los estudios eclesiásticos y ser ordenado sacerdote. Doctor en Teología Moral y experto en bioética, preside desde este año la Subcomisión de Familia y Defensa de la Vida de la CEE.