José María Legorburu: «Este oficio tiene mucho de servicio a los demás»
Tras cuatro décadas de actividad, la UCIPE vive un momento importante, como puso de manifiesto el Papa Francisco en una reciente audiencia privada. Con una renovada junta directiva, la asociación pone en manos de un nuevo equipo la misión de «retirar el celemín» a través de la vocación del periodismo. José María Legorburu, su presidente, busca hacer de la UCIPE un lugar de encuentro. Profesor titular de radio y pódcast en la Universidad CEU San Pablo, aúna experiencia profesional, sobre todo en radio, y habilidades pedagógicas y docentes.
¿Es necesario promover nuestra presencia en la vida pública y el diálogo fe-comunicación?
Cada cristiano tiene el compromiso de ayudar a retirar el celemín para que brille la luz en el mundo. Por otro lado, el periodismo no es una profesión sin más. Como otras, responde a una vocación. Así, se da la feliz circunstancia de que la Iglesia y el periodismo comparten una misma vocación: servir a la verdad. Justamente, la UCIPE tiene como faro la búsqueda de la verdad desde su fundación en el año 1984, cuando recibió el impulso decisivo de san Juan Pablo II. Además, se da la circunstancia de que, entre sus objetivos fundacionales, está comparecer en la vida pública y ser un lugar de encuentro y diálogo con todos los profesionales de la información, sean creyentes o no. En ellos ha trabajado mi antecesor en el cargo, Rafael Ortega, y en ellos va a perseverar la nueva junta directiva.
El Papa subrayó la importancia de la educación como herramienta vital para el futuro de la sociedad, animando a un enfoque prudente y sencillo de la comunicación.
Francisco es consciente de la importancia que tienen los medios de comunicación a la hora de configurar la opinión pública, pero también de contribuir a la transformación de la sociedad. En la reciente audiencia privada que concedió a una representación de la UCIPE, el Santo Padre incidió justamente en la estrecha y delicada relación que existe entre educación y comunicación. Es evidente que la alfabetización mediática sigue siendo una asignatura pendiente en el currículo escolar, más cuando la exposición a todo tipo de contenidos, informativos o no, se ha multiplicado con la web y la emergencia de las redes sociales, las aplicaciones, etcétera. Esta competencia es esencial en el proceso de aprendizaje, que debe sentar las bases para la comprensión crítica del contexto mediático actual, con el que, queramos o no, tenemos que interactuar.
Los ejemplos de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas, y del beato Carlo Acutis, que utilizaron la comunicación para comunicar valores y belleza, ¿nos ayudan a apostar por una creatividad que lleve a arriesgarse por el bien, yendo contracorriente?
La vida y obra de ambos tienen que servirnos de estímulo e inspiración, como también la del beato Manuel Lozano, Lolo, el primer periodista español en ser beatificado, que tenemos tan presente en UCIPE; o los ejemplos de otros dos grandes profesionales de la información que están camino de los altares, como Ángel Herrera Oria o el padre José Luis Gago. Todos ellos consagraron su vida a este oficio, a menudo denostado, que tiene mucho que ver con el servicio a los demás, con acercar la realidad a cada una de las personas que leen, escuchan o ven una noticia, iluminándolas con objetividad, criterio, respeto y responsabilidad. No sé si eso puede suponer ir contra corriente, pero sí estoy convencido de que estamos haciendo lo correcto.
Otros elementos centrales de la profesión son la ética y la integridad. ¿Es más fácil ahora caer en la trampa de la información no verificada?
No hay duda de que la digitalización ha modificado significativamente la práctica del periodismo, acelerando procesos que antes tenían otro tempo, pero eso no supone que el informador no deba seguir basando su labor profesional en la búsqueda de la verdad. Contextualizar adecuadamente cada noticia y verificarla consultando a las fuentes necesarias siguen siendo clave. La rapidez —casi instantaneidad— en la que estamos inmersos hoy en día, no puede ser una excusa. La radio, en la que me he desempeñado profesionalmente y que ahora ocupa mis tareas docentes e investigadoras, siempre ha sido la más rápida en acercar la actualidad sin perder de vista su compromiso con la verdad. De hecho, sigue el siendo el medio de comunicación en el que más confían no solo los españoles, sino también los europeos, según el CIS y el Eurobarómetro.