José Luis Guirado: «La Iglesia del mundo que viene será contemplativa»
Este ermitaño argentino ha sido invitado por el Papa a pasar la Navidad con él. Combina el silencio con la acogida y defiende que la contemplación «no es una huida, sino una encarnación en la realidad»
«Buscador y encontrador, y, sobre todo, un hombre vivo». Así se define el argentino José Luis Guirado, fray Pepe. Ermitaño en sentido franciscano, la orden a la que pertenece, combina la soledad orante con la acogida. A los 23 años estudiaba Filosofía, vivía una vida comunitaria, trabajaba con los pobres… pero Dios le llamó a algo más. Hace diez años fundó el eremitorio de Tafí del Valle, en Argentina, donde no hay internet ni teléfono, y donde Dios lo llena todo. Ha hecho escala en Madrid de camino a encontrarse con el Papa Francisco en Roma, quien le ha prologado su libro, De la entrega a la libertad, recién publicado.
¿Cómo fue su proceso hasta hacerse ermitaño?
Fue un paso más en mi propia vocación. En un determinado momento vi la necesidad de ir más allá, de una oración prolongada, sin asfixias, de un tiempo largo para dárselo a Dios y para el amor. Eso se plasma hoy en la ermita, para lo que me basé en la regla para eremitorios que escribió san Francisco de Asís.
No es una vocación habitual.
Es simplificar la vida. La contemplación es un camino de simplificación y de belleza. Es vivir vacío para que Dios te sorprenda cada día. También es hacer más sencilla la liturgia, con más silencio.
¿Cómo fueron los inicios?
Al principio me mudé con una tienda de campaña, sin plata alguna. Pero Dios me fue confirmando la llamada. Una temporada llovió sin parar durante días y tenía que celebrar la Misa dentro de la tienda. Me surgieron dudas: «Qué locura es esta», me decía. Pero de repente se paró delante de mí una furgoneta cargada de adobes, con un señor que se ofreció a levantar la ermita en la que vivo actualmente. El nacimiento de esta aventura ha sido muy hermoso.
¿Cómo es hoy su día a día?
Paso seis horas por la mañana en silencio. Pero cuanto más me adentro en esta llamada, más florecen el encuentro y la fraternidad, la acogida de otros, el compartir la vida. Esa es mi experiencia. Ahora siempre hay alguien; hay gente que viene por temporadas. Las tardes las dedico a la escucha, aunque siempre reservo unas horas para el trabajo manual o para el huerto. Vienen cristianos y no cristianos. Estar ante una persona es como estar frente a Dios en silencio.
¿En qué momento entró en su vida el Papa Francisco?
Eso fue en el año 2014. Tuvo una gran delicadeza, no sé cómo hace el Papa para acompañar a tanta gente. Yo estaba pasando en la ermita por una situación eclesial difícil, con tensiones. Decidí escribirle pidiendo ayuda y me llamó. Intervino a las 24 horas, fue increíble. «Conozco lo que te pasa y quiero poner un bálsamo en el corazón, cuenta conmigo», me dijo. Lo resolvió, y a partir de ahí hemos hablado varias veces; hasta le pedí que escribiera el prólogo de mi libro. Él tiene mucho que ver en la fundación de la ermita: exactamente un año antes de esa llamada soñé que estaba con él en Roma, se paraba delante de mí, me abrazaba y me decía: «Repara mi Iglesia, que amenaza ruina».
Hay un tercer Francisco.
Francisco [Franz] Jalics. Yo ya practicaba la oración en silencio, pero cuando leí sus Ejercicios de contemplación, dije: «Tengo que conocer a este hombre». Me sentí leído por él, tenía una gran penetración espiritual. Sabía perfectamente por dónde iba Dios en mi vida. Confirmó mi vocación a la oración contemplativa. Ha sido mi maestro. Desde su lugar en la eternidad [falleció en febrero de 2021] nos acompaña al fondo contemplativo que todos tenemos. Jalics es la gestación de algo nuevo, que tiene que ver con lo esencial y con el amor. La Iglesia y el mundo se van a renovar desde lo contemplativo, que es un lugar de encuentro con lo más profundo de nuestro ser, e, irremediablemente, con Dios y con los demás. Él hablaba de esta triple relación, a la que yo añado la conexión con la naturaleza. La contemplación no es una huida, es una encarnación que te sumerge en el corazón de la realidad.
¿Esto es solo para curas, religiosos y monjas? ¿Y los laicos?
A los sacerdotes les suelo predicar con mucha palabra. Poco a poco les invito al silencio, aunque no obedecen mucho [risas], pero se trata de sembrar… En realidad, el fondo contemplativo está en todos nosotros, tiene que ver con la percepción de la realidad como es, y no puede escindirse de la invocación del nombre de Jesús. Desde ahí se redimensiona lo económico, lo laboral, lo empresarial, lo ecológico… La contemplación es para todos, te dice que eres en Dios, te devuelve a quien eres de verdad. Es un nuevo orden, y hacia eso vamos, sin duda. La Iglesia del mundo que viene será contemplativa.
Fray José Luis Guirado
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2022
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