Fallece el misionero español y colaborador de Alfa y Omega José Luis Garayoa
Tras pasar por Sierra Leona, donde sufrió un secuestro y vivió la crisis del ébola, el agustino recoleto atendía en El Paso a los migrantes que llegaban a Estados Unidos
José Luis Garayoa, misionero español en Texas (Estados Unidos) y colaborador de Alfa y Omega, ha fallecido este martes a causa de la COVID-19, según han confirmado a este semanario fuentes de los Agustinos Recoletos, orden a la que pertenecía.
Garayoa acercaba a nuestros lectores desde hace dos años su tarea misionera en El Paso, muy cerca del sufrimiento de los migrantes que llaman a una vida mejor en Estados Unidos. Historias con nombres, apellidos y rostros que intercalaba con las experiencias límite vividas en Sierra Leona: el secuestro en su primera estancia en el país, en 1998, y la crisis del ébola de 2014.
Su último artículo en Alfa y Omega lo tituló «Compromiso» y hablaba, al hilo de las elecciones que enfrentaban a Donald Trump y a Joe Biden, del alto precio que hay que pagar por alzar la voz e implicarse en cuestiones sociales. De hecho, recordaba las innumerables ocasiones en las que le dijeron que no debía meterse en política. «El problema –continuaba– es que la vida te va enseñando que callarse en ciertas circunstancias es pecado».
Una vida para la misión
José Luis Garayoa nació en Falces (Navarra) el 7 de agosto de 1952. Tras entrar a formar parte de la Orden de Agustinos Recoletos, fue ordenado sacerdote en 1976. Acto seguido pidió ser enviado como misionero a la Sierra de Chihuahua, México. Luego trabajó en la Ciudad de los Niños, el proyecto socioeducativo de los Agustinos Recoletos en Costa Rica, y en Valladolid.
En 1998 llegó como misionero, de forma voluntaria, a Sierra Leona. Meses después, fue secuestrado por un grupo armado en plena guerra civil en el país. Estuvo dos semanas junto a otros religiosos españoles hasta que fuerzas de la ONU los liberaron. El Gobierno de Navarra le entregó por este motivo la Medalla de Oro de Navarra en representación de los misioneros navarros.
Garayoa fue enviado entonces a Nuevo México y a Texas, donde permaneció ocho años atendiendo a los inmigrantes hispanos. En 2006 pidió regresar de nuevo a la misión de Sierra Leona, donde estuvo hasta 2015. En todo ese tiempo, los habitantes de las comunidades en las que servía le apodaron grandpa [diminutivo de abuelo en inglés]. Luchó contra el ébola, que afectó de forma especial al país africano.
Tras regresar de Sierra Leona fue enviado a El Paso (Texas, Estados Unidos), donde trabajaba hasta su fallecimiento. Atendía a los inmigrantes latinos que esperaban Processing Center la autorización para entrar en Estados Unidos.