José Cobo pronostica una Iglesia «más minoritaria y más comunitaria»
El arzobispo de Madrid ha subrayado ante los periodistas que «la mujer va a tener un puesto de mayor responsabilidad cuando el laicado tenga mayor responsabilidad en las decisiones y en la forma de organizarnos»
«El reto fundamental» al que tendrá que enfrentarse la Iglesia en los próximos 20 años será «estar presente en un mundo que no conoce a Dios» y que «tiene una antropología no cristiana y no deísta». Así se imagina José Cobo, arzobispo de Madrid, el catolicismo de las próximas décadas. Y así lo ha compartido con un grupo de periodistas durante un encuentro celebrado en la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, en Roma, este viernes, víspera de su creación como cardenal. Ha sido el broche de una jornada llena de encuentros con periodistas de diversos medios, que han mostrado un gran interés en el arzobispo de Madrid.
Esta Iglesia «será más minoritaria» y con menos «poder», ha admitido Cobo. Tendrá que enfrentarse a retos como «la globalización, las tecnologías y los nuevos lenguajes, que nos van a espabilar muchísimo». Pero también será «más comunitaria» y podrá «aprovechar la presencia fraternal y silenciosa que tenemos en toda la red del planeta»; de forma que «todo aquel que tenga alguna necesidad pueda acudir a ella para tener una referencia de esperanza y de Dios». Quizá «nos tocará celebrar menos Eucaristías y dar más esperanza y estar más pendientes de todos estos barrios».
Un «signo de nuestro tiempo», ha continuado Cobo, es la diversidad —aunque «en la sociedad nos da miedo»— y «cómo vivir la fe en la diversidad» en un escenario en el que priman las ideologías. «Yo soy cristiano. Si defiendo la vida de los no nacidos soy “conservador”, si defiendo a los inmigrantes soy “progresista”; si defiendo a los dos, ¿qué soy?». En este contexto, «la aportación de la Iglesia ahora mismo, en una sociedad diversa, es aportar la belleza de la fe que nos hace mirar de una forma distinta, no ideológica».
Nuevos sacerdotes…
Para ir dando forma a esta Iglesia del futuro, el arzobispo de Madrid opina que «hay que cuidar mucho a los seminaristas», porque tendrán que ser los que «piloten este cambio». Como les dijo en su primer encuentro con ellos hace poco —ha relatado—, «antes se decía “yo quiero ser como don Fulano”», porque se veía su entrega a través de su presencia en todas las actividades de la parroquia.
Pero este modelo ya no puede ser referencia concreta para ellos en una Iglesia cada vez más sinodal. «El peso de la formación es ayudarles a afrontar la novedad del cambio», porque «tendrán que orar, ponerse junto» con su comunidad y «decidir cómo van a ser curas».
… y laicos comprometidos
Este proceso va en paralelo con el de la asunción de nuevas responsabilidades por parte de los laicos. Cuando el Papa critica el clericalismo, ha advertido Cobo, no es un ataque a los sacerdotes. Busca «una relación distinta entre los miembros de la Iglesia, donde no sean todo relaciones de poder sino que haya participación y la mujer y los laicos preparados tengan su responsabilidad y su voto» como bautizados llamados por Dios a participar en la Iglesia.
Estos laicos implicados han de ser serviciales porque «estamos llamados al servicio»; pero no «servilistas». «Eso significa que el servicio lo hacemos juntos». Para impulsar este compromiso de los laicos, ha propuesto formación —«es algo que me preocupa mucho»— y «darles directamente responsabilidades; no solo delegar funciones» sino que «tengan capacidad de decidir. Que pueda tomar la decisión como uno más», aunque no se dediquen a la Iglesia a tiempo completo como los sacerdotes.
Este enfoque también repercutirá, ha pronosticado el arzobispo de Madrid, en un papel más importante de la mujer. «Parece que cuando hablamos de ella solo lo hacemos de cara al ministerio presbiteral»; un enfoque reduccionista, ha lamentado Cobo. Además de «acompañar para que esa mentalidad del pasado» en la que la mujer estaba «relegada» se abra a esta nueva realidad, ha subrayado que la clave es «que los laicos —y hay más laicas que laicos— tengan un papel importante en todos los lugares». Es decir, que «la mujer va a tener un puesto de mayor responsabilidad cuando el laicado tenga mayor responsabilidad en las decisiones y en la forma de organizarnos».
Sin miedo al Sínodo
Todas estas son cuestiones que se juegan en procesos que el Papa Francisco ha animado, como el próximo Sínodo sobre la sinodalidad. «El Papa ha puesto en valor el discernimiento» para ver «cuál es la misión que Dios pide a la Iglesia en este momento» y que su identidad «no se centre en cómo nos organizamos, sino en la misión».
El proceso sinodal, ha recalcado, «no es un parlamento». «Primero nos vamos a poner a rezar todos y vamos a preguntar al Señor, y luego lo ponemos en común». Hacer esto poniéndose ante la Palabra de Dios lleva a «espabilarse para ver mejor la realidad», hasta horizontes que «personalmente a veces no queremos ver».
Cuando este proceso se aborda desde la oración, además, permite abordar los temas junto con quien cree que las cosas deberían hacerse de otra manera «porque aun siendo distintos reconocemos en el otro a un hermano» que «no es tan malo». «Yo estoy dispuesto a que me convenzas y a dar pasos», cambiando los dos. Por eso, ha animado a no tener miedo del Sínodo, «porque lo que va a salir de él es de Dios».
Al abordar la cuestión de los abusos en el seno de la Iglesia, el arzobispo de Madrid se ha mostrado confiado en el potencial de cambio que tienen los procesos puestos en marcha en su archidiócesis. «Creo que estamos aprendiendo una cosa: que esto de los abusos no se soluciona porque en los medios nos digan que lo hemos hecho bien o por cumplir externamente» unos baremos o protocolos, por mucho que haya que tenerlos.
«No nos vamos a conformar con eso», ha asegurado. El momento de decir que el trabajo está hecho «será cuando escuchemos los procesos de todas las víctimas sin trabas y sin presiones, cuando se vean sanadas y vean que la Iglesia los ha acompañado».
«En la CEE no hay mafias»
Sobre las tensiones dentro de la Iglesia, el arzobispo de Madrid ha roto una lanza a favor de las personas que no entienden o no están convencidas de las propuestas del Papa Francisco. «Como en cualquier familia», sus decisiones «pueden gustar más o menos o se puede decir “yo habría tomado otra”. Pero eso no es ir contra el Papa», si «cuando el Papa dice “vamos por ahí”, vamos por ahí. Como cuando lo hacía Benedicto».
«¿Que hay algunos a los que les va a costar más? Pues sí, pero lo hacen», ha subrayado. O «no lo entienden pero intentan comprenderlo y están en proceso. Y también es legítimo». En la Conferencia Episcopal Española, ha apuntado, «no hay grupos mafiosos», sino «obispos que aceptan de corazón lo que dice el Papa». Aunque en Europa haya costado entender algunas de sus propuestas, fruto de procesos vividos en América Latina, como la Conferencia de Aparecida.