José Antonio Expósito, el director que provocó «la rebelión de Las Musas» - Alfa y Omega

José Antonio Expósito, el director que provocó «la rebelión de Las Musas»

Tras 20 cursos en un instituto de barrio, se jubilará tras cosechar año tras año los mejores resultados en selectividad. «Cuando confías en los chicos, no te defraudan nunca»

Rodrigo Moreno Quicios
José Antonio Expósito es director del IES Las Musas
José Antonio Expósito es director del IES Las Musas. Foto cedida por José Antonio Expósito.

El curso que viene se jubila tras haber implementado muchos cambios en su instituto como director. ¿Cuándo llegó al IES Las Musas y qué ha supuesto para usted trabajar allí? 
Soy profesor desde hace 35 años, en este instituto en Las Musas llevo 20 cursos y diez como director. Estoy empezando ahora el curso número 36, pero no lo voy a terminar. Cuando eche el tren a rodar, me apearé, pero dejaremos encarrilado el nuevo curso. 

Los últimos diez años como director han sido para mí la etapa más emocionante. Han sido maravillosos y he disfrutado mucho. Ha sido un constante suceder de cambios, de transformaciones, de ilusión y de proyectos.  Ves cómo responden los alumnos y las familias y te dan aliento para emprender nuevos desafíos. 

He tenido de la suerte de contar con unos profesores y un personal no docente que me ha seguido en todas estas aventuras y estoy muy agradecido. Un director, por mucho empeño que le ponga, si no se rodea de profesores implicados… los proyectos no salen adelante. Y yo he tenido virtuosos a los que he coordinado como si fuera un director de orquesta, pero ellos son los protagonistas. 

Hace 20 años, el patio alrededor del centro era una escombrera, pero una de sus primeras prioridades fue renaturalizarlo. ¿Cómo se organizaron para lograrlo? 
Es un instituto con dos hectáreas y media alrededor. Es mucho terreno y al principio se valoraba como un trabajo inabordable tener toda esa parcela con árboles. Estaba abandonada. Mi empeño fue recuperar todos esos espacios para los alumnos. Ahora es prácticamente un parque y hemos plantado en estos años cerca de 300 árboles. 

Este año hemos plantado 120 nuevos árboles, cada niño de 1º de la ESO ha plantado un ciprés en el perímetro del centro. Ha puesto una etiqueta con su nombre y la fecha. El objetivo es que esos niños se impliquen en el cuidado y el riego de los árboles. Y veremos dentro de seis años quién ha crecido más, si el árbol o el niño. Son buenas actuaciones con las que intentas concienciar a los niños en el cuidado de la naturaleza y el compromiso que debemos adoptar todos. 

Hemos contado con la Unidad de Formación e Inserción Laboral de Carabanchel, una escuela de oficios con alumnos inmigrantes a los que se les ofrece formación en jardinería o carpintería. Necesitan hacer prácticas y firmé un acuerdo con su director para que viniese un profesor de allí con sus alumnos. Cada vez se marcaban hacer un proyecto distinto en un rincón y en estos diez años el centro se ha ido transformando en un parque con tuberías de riego y árboles que traen de sus viveros. 

Es un lugar muy ameno que sirve para caminar y sentarse en sus bancos, no solo para que los niños jueguen al fútbol en el patio. En la pandemia nos dimos cuenta de la importancia que tenían los espacios y, como teníamos unas praderas de hierba, los profesores salían al aire libre a dar las clases. 

Unos ancianos que viven en una casa de enfrente un día se presentaron en mi despacho para darme las gracias. Llevaban 25 años viviendo aquí y ahora tenían bajo su casa un jardín, les daba mucha paz salir a su terraza y observar las plantas que tenían enfrente. 

También sustituyeron los muros de la sala de profesores y las aulas por paredes de cristal. ¿Qué beneficios trae esta educación más transparente? 
Es muy importante cuidar los espacios educativos, es algo a lo que no se le da importancia en nuestro país. Pero el entorno, también los interiores, tiene que ser un lugar agradable que propicie el encuentro, el diálogo y el entendimiento. Cuando estás en un entorno en el que te sientes más cómodo, todas las cosas son más fáciles. 

Se trata de que entre la luz, de que el alumno encuentre un espacio más moderno, más acorde con la vida del siglo XXI y no del siglo XIX. Tenemos que transformar las antiguas aulas para estar en consonancia con el mundo actual, donde hay espacios abiertos y se trabaja en equipo. 

Las sillas de su pista deportiva proceden todas del Vicente Calderón, el antiguo estadio del Atlético de Madrid. ¿Cómo llegaron allí? 
Somos prácticamente vecinos del nuevo estadio [Cívitas Metropolitano]. Cuando se trasladaron aquí, lo propio de unos buenos vecinos es saludar al recién llegado, así que le escribimos una carta al presidente [Enrique Cerezo] para darle la bienvenida al distrito como centro más antiguo del barrio que somos. Entablamos una cordial relación, nos invitaron a conocer el nuevo estadio y vinieron algunos directivos a conocer nuestro centro. 

En esa relación nos invitaron a ver algún partido. Les hablamos de que nuestras instalaciones deportivas tenían unos escalones de hormigón y, como ellos iban a demoler el antiguo estadio, les preguntamos por las butacas. Fueron generosos y recuperaron 400 para nosotros. A ellos les hizo mucha ilusión tener un mini-Calderón cerca, es un campo de fútbol sala, pero a veces hacemos allí otras reuniones. 

En primero de bachillerato sus alumnos comienzan un proyecto de investigación que en segundo pueden publicar con ayuda de profesionales del CSIC, la Universidad Autónoma de Madrid o el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas). ¿Cómo lograron ese convenio? ¿Hay que perderle el miedo a levantar el teléfono para pedir algo? 
Algunas veces ha sido fruto de que en el claustro, algún profesor tenía una mujer que trabajaba en alguno de estos centros que ofreció una colaboración a título individual. Otras veces, se logró un acuerdo de un año para hacer un trabajo puntual. Cuando empiezas una tarea de ese nivel, a medida que se incorpora una institución llega otra y luego otra. La dificultad está a veces en vencer las resistencias y conseguir los primeros acuerdos. 

Si las siguientes confían en que haya tantas instituciones colaborando, será porque se hace algo importante. Estamos forjando una cantera de investigadores en este país. En el modelo de educación que incentivamos, el alumno es el protagonista y quien investiga, y el profesor lo tutela y orienta. Ahí se pierde la noción de las horas, si necesita aprender unas fórmulas matemáticas para unos cálculos, no lo hace porque el programa le obligue, se da cuenta de que tiene que conocer eso para avanzar con su desafío. La motivación ya es otra. Los chicos, cuando confías en ellos y les das la oportunidad, no te defraudan nunca. Siempre se crecen y dan más de lo que pensaban que podían. 

¿Cómo le ha ido este año en selectividad a los chavales? 
Año tras año nos vamos superando. Hemos presentado a 87 alumnos y han aprobado los 87. Es un 100 % de aprobados, pero ese dato ya es habitual. La pregunta que te hacen las familias es qué porcentaje representan respecto a los matriculados porque, si presentas solo al 40 % de tus alumnos, es fácil obtener un 100 %. Aquí obtienen el título de Segundo de Bachillerato el 80 % de los matriculados. Ese 80 % se presenta a selectividad y aprueba el 100 %. 

La nota media es de 7,98 en la fase general. Somos el número uno, solo hay un dato mejor en un centro de excelencia. Eso acredita que nuestro proyecto está más que afianzado. El alumno que ha quedado este año segundo de toda la Comunidad de Madrid es nuestro, ha obtenido una nota de 9,975 en fase general. Con la específica suma un 13,975, es casi la perfección. Hace cuatro años, el primero de la Comunidad de Madrid fue también un alumno nuestro. Y entre medias, ha habido dos años en los que hemos sido los primeros donde nos examinamos, en la Universidad Politécnica de Madrid. 

Podría ser casualidad que un año surgiera un chico muy brillante, pero que se repita esto como una constante es una muestra de que el centro funciona. Cada año hay una rotación de profesores, pero la maquinaria sigue funcionando. Hemos presentado en estos once años a 1.217 alumnos a selectividad y han aprobado 1.216, solo uno ha suspendido el año de la pandemia. 

¿Qué importancia tiene que los chicos con menos recursos puedan acceder también a una educación de calidad? 
La educación tiene que ser el pilar fundamental de un país. Nosotros, los profesores, tenemos la fortuna de ver cómo va a ser el futuro en 15 años porque estamos viendo a los chicos que ocuparán los puestos en empresas y en la Administración. Es importantísimo que la escuela garantice a los alumnos una enseñanza de calidad. Si no apostamos por la calidad educativa, el país no avanza, de eso tenemos que ser conscientes. 

Si pones la semilla de la ciencia en la escuela secundaria, después tendremos investigadores. No se puede pretender tener un Nadal de la investigación si no tienes una cantera de la que salga. No todos van a llegar a ser científicos ni tienen por qué serlo, pero cuando sean adultos van a apreciar y valorar la investigación. 

Cuando a un adulto le gusta el fútbol de mayor, es porque de pequeño ha dado patadas a un balón. Si lo trasladamos al mundo de la ciencia, sabrán valorar a un científico aunque ellos no lo sean porque han estado haciendo actividades y saben el esfuerzo y la dedicación que supone hacer algo. 

Imagino que eso implica mantener contacto también con las familias y gestionar muchos problemas humanos, ¿cuánto tiempo le llevan al día las situaciones que aparecen? 
El tiempo en una escuela es muy relativo, todo el tiempo que eches es poco. Tú cierras la puerta porque hay que irse a casa en algún momento, pero con tantos alumnos y profesores necesitas escuchar a todo el mundo, atenderlos e interesarte por las cosas que dicen. 

Eso no se puede descuidar porque trabajamos con personas y el factor humano es lo más importante en educación. Mucho más que, por ejemplo, los ordenadores. Si no nos esforzamos los profesores, si no cuentan con tiempo suficiente y un número de alumnos reducido para atenderlos como se merecen, estamos despersonalizando la educación. 

Hemos defendido una rehumanización de la escuela porque la mejor educación es el diálogo permanente y directo entre un profesor y su alumno. No lo puede sustituir una pantalla ni un programa. 

Hay quien habla de su legado como, en vez de la rebelión de las masas, la rebelión de las Musas. ¿Cómo podríamos resumir en qué consiste esa rebelión? 
La rebelión de Las Musas es una rebelión en busca de la calidad. En la mitología, las musas representan la inspiración, hacer las cosas por el placer de hacerlas. Es el trabajo gustoso del que hablaba Juan Ramón Jiménez, sentirse al final del día realizado después de haberse cansado haciendo una tarea de la que te sientes satisfecho. No hay nada mejor al final de la jornada que sentir haber trabajado unas horas y comprobar que lo que has hecho ha merecido la pena. Entonces el trabajo se vuelve diferente a un medio para conseguir una remuneración porque con tu esfuerzo estás sirviendo a los otros. Solo aquel que disfruta con su trabajo cotidiano sabe apreciar el trabajo ajeno y valorarlo.