Ziad y Raia Alkabasi, originarios de Irak pero residentes en la ciudad jordana de Irbid, se convirtieron hace dos semanas en los primeros refugiados en recibir la vacuna frente a la COVID-19 en Jordania. Él es médico y ella farmacéutica, y solicitaron recibirla en cuanto se abrieron las inscripciones, debido a los problemas de salud de Ziad, que lo convierten en población de riesgo. El programa de vacunación de este país incluye a la población refugiada en igualdad de condiciones con sus ciudadanos; es decir, las personas vulnerables la recibirán primero, mientras que el resto tendrán que esperar.
663.000 (9,9 mill. de habitantes)
Sinopharm
En países de bajos ingresos
Filippo Grandi, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ha subrayado cómo «una vez más este país ha demostrado un liderazgo y solidaridad ejemplares» al incluir «a los refugiados en todos los aspectos de la respuesta de salud pública a la pandemia», tal como se pide desde esta agencia. Con este ejemplo, Grandi renovaba el llamamiento a que todas las naciones «sigan este ejemplo» y los incluyan en la vacunación «a la par» que sus nacionales.
Según los datos de ACNUR, de los 90 países que están desarrollando sus estrategias nacionales, el 57 % se ha comprometido a incluir en ellas a los refugiados. Es un reto, pues «la gran mayoría» de los 80 millones de personas desplazadas a la fuerza del mundo «son acogidas en países de ingresos bajos y medios».