Jesús Vidal, nuevo presidente de la Subcomisión Episcopal de Seminarios: «Cada vocación es un signo de esperanza»
El obispo auxiliar de Madrid Jesús Vidal ha sido elegido por los obispos españoles presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios. Para el anterior rector del Seminario Conciliar de Madrid, «Dios sigue llamando, y a la Iglesia le corresponde despertar en los hombres el deseo de responder»
¿Son las vocaciones una de la mayores preocupaciones de los obispos españoles?
Dentro del proyecto de plan pastoral que estamos elaborando los obispos para el próximo quinquenio se encuentra la promoción de la cultura vocacional. Es uno de los temas que queremos trabajar. No solamente las vocaciones al sacerdocio o a la vida de especial consagración, sino también una cultura vocacional en el laicado. Creemos que esto es lo que está pidiendo Dios en el momento actual de la Iglesia.
Cuando se habla de vocaciones suele haber un cierto tono de pesimismo. ¿Hay signos de esperanza en la pastoral vocacional?
Para mí el signo de esperanza más grande es cada una de las vocaciones que tenemos. Experimentamos que Dios sigue llamando y que los hombres siguen escuchando. Cada llamada es un mensaje que Dios nos da, un signo de que renueva su atención por la Iglesia. Lo vemos en tantos niños, jóvenes y adultos que siguen teniendo un deseo muy grande de responder al Señor. Son signos muy valiosos que nos hacen poner en Dios nuestra esperanza, porque Dios no abandona a su Iglesia.
¿Hay recetas o soluciones mágicas para aumentar el número de vocaciones?
Yo creo que no hay recetas. La vocación es un misterio que depende de la libertad de Dios y de la libertad del hombre. Dios llama y necesita encontrar un corazón dispuesto a responder. A la Iglesia le corresponde despertar en el corazón de los hombres el deseo de encontrarse con Cristo y de escuchar su llamada, para después entregar la vida. Esto hoy es algo contracultural, pero los sacerdotes y consagrados podemos dar testimonio de que es una forma muy plena de vivir, al igual que el matrimonio.
Recuerdo la llamada vocacional que hizo san Juan Pablo II en Cuatro Vientos, de la que salieron tantas vocaciones. El responsable de seminarios de la Conferencia Episcopal, si tuviera delante a un millón de jóvenes, ¿qué diría?
Repetiría eso mismo, que también hoy el Papa Francisco muestra con su vida: que merece la pena dar la vida por Cristo para anunciar el Evangelio. La llamada de Dios no limita los deseos del corazón sino que los lleva mucho más allá de lo que podemos imaginar. Les diría que no tengan miedo de decir que sí, que el Señor sostiene con su gracia y con su amor nuestra respuesta y es Él el que ensancha nuestro corazón.