Jesús Pulido Arriero: «El episcopado no es un ascenso y menos en nuestros días»
Este sacerdote operario diocesano llega como obispo a Coria-Cáceres tras pasar por el Vaticano y dirigir la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)
De sacerdote y editor a obispo. ¿Lo había pensado en algún momento?
El paso de editor a obispo no es normal; de sacerdote a obispo, en cambio, podría parecerlo. Raro será el sacerdote, a quien no le hayan vaticinado alguna vez: «Llegarás a obispo». Ahora algunas personas me dicen: «Ya te lo decía yo», pensando a veces el episcopado como un ascenso o una promoción. Pero no es así y en nuestro días menos aún. Los sacerdotes experimentamos en primera persona lo difícil que es anunciar hoy el Evangelio y vivir consecuentemente. La tentación, más que de ser lanzados y atrevidos, es de quedarnos tranquilos en retaguardia.
¿Cómo afronta esta nueva etapa?
Con confianza en el Señor y también en el pueblo de Dios, y consciente de que por mí mismo no soy nada. Lo que más me ha sorprendido es la paz interior. En Coria-Cáceres me han recibido muy bien tras dos años sin obispo.
Llega con el bagaje de su paso por dos editoriales, el Vaticano y el Colegio Español de Roma. ¿Cómo le ayudará en el ministerio episcopal?
Cuando pienso en el ministerio episcopal es más lo que echo en falta que lo que tengo. Mi ministerio sacerdotal durante 31 años ha estado vinculado en gran parte a servicios generales dentro de la Iglesia: las vocaciones, los sacerdotes, los seminarios, las ediciones, el estudio… Aunque siempre he estado ligado a la pastoral directa, nunca he sido párroco. Siento que tendré que aprender mucho y que el pueblo de Dios será el que me ponga en mi lugar. Además de aprender, tendré que contar con los demás, especialmente con los sacerdotes. Por lo demás, espero que me aporte una visión global de la misión de la Iglesia y una experiencia eclesial que pueda poner al servicio de la diócesis.
¿Cuál fue su tarea en la Secretaría de Estado?
Fui oficial de la Primera Sección, para los asuntos generales. La tarea común consistía en ayudar al Santo Padre: desde la correspondencia ordinaria, las traducciones o aportaciones hasta documentos, homilías o discursos, la documentación de otros asuntos…
También ha pasado por el Colegio Venezolano de Roma y por el Seminario San Carlos y San Ambrosio en La Habana. ¿Qué hacía en estos lugares?
Soy miembro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que tiene como objetivo la formación de las vocaciones, especialmente sacerdotales, en todo el mundo. Por eso he estado en Salamanca, Roma, La Habana… En el Colegio Venezolano de Roma fui vicerrector, igual que en el Colegio Español. Fue una experiencia de fraternidad sacerdotal, de ayuda mutua tanto en los estudios como en la vida espiritual. En La Habana, además de vicerrector, también fui profesor y prefecto de estudios. Estoy convencido de que Cuba será en el futuro uno de los mejores lugares para vivir y visitar. Me siento privilegiado por conocer la Iglesia latinoamericana en toda su vitalidad.
Ha dedicado su última etapa a la BAC. ¿Son las editoriales católicas un canal para dialogar con la cultura actual?
La BAC tiene un catálogo tan rico que ha recibido reconocimientos por recoger el patrimonio inmaterial católico. Es impresionante cómo ha logrado un bagaje tan amplio y único. Creo que hoy sería muy difícil conseguir algo similar. Pero no solo recoge lo antiguo y lo necesario, también tiene publicaciones para el momento presente, con iniciativas editoriales que entran en diálogo con la cultura, ofrecen respuestas a los cuestionamientos y las dificultades actuales, reflexiones… Serían las tres líneas editoriales que contribuyen a la cultura: preservar su bagaje, ofrecer su servicio y utilidad en el momento presente, y proponer su propuesta mirando al futuro.
¿Cuáles son los libros relacionados con la fe que más le han marcado?
Más que libros, me gustaría señalar que hay autores que dejan huella porque son maestros en la fe: la tesis me dio la oportunidad de leer las obras de san Juan de Ávila; por trabajo y por estudio he leído a Ratzinger, Rahner, Gesché…
¿Conocía Coria-Cáceres?
Como turista, sí. Y también por las personas extremeñas que he encontrado, con un carácter y un espíritu muy abierto y entrañable. La zona de Toledo a la que pertenece mi pueblo, la comarca de Talavera de la Reina, está muy cercana y es muy parecida a las tierras extremeñas.
Nació en Toledo el 21 de febrero de 1965. En 1990 fue ordenado sacerdote. Entre 1990 y 1999 dirigió la editorial Sígueme en Salamanca. En la Santa Sede trabajó en la Secretaría de Estado entre 2013 y 2015. Fue vicerrector del Seminario de La Habana entre 2015 y 2016. A su regreso a España fue nombrado secretario de la Comisión para la Doctrina de la Fe (2017) y director de la BAC (2018).