Jesús Navarro Rodríguez: «Invitamos a los turistas a participar en el Jubileo»
En una ciudad donde el ritmo acelerado de millones de turistas marca el paso frenético del día a día, los chalecos verdes que se vislumbran al llegar al Vaticano son un respiro en medio de la vorágine. Es la misión de los voluntarios, como este cubano: ser una guía para hacer que el Jubileo sea una experiencia de fe para todos aquellos que crucen la Puerta Santa.
¿Qué mueve a una persona a participar como voluntario en el Jubileo?
Vine a Italia hace dos años para estudiar filosofía. Me enteré de que existía una convocatoria para ser parte del voluntariado del Jubileo y dije: «Tengo que aprovechar que estoy en Roma. El tiempo libre lo voy a dedicar a esto». Lo primero que mueve a alguien a participar en este voluntariado es la fe. Sin ella se pueden hacer también muchas cosas y que sean buenas; pero, para el Jubileo, lo principal es querer recibir a los hermanos y aportar algo a la Iglesia.
Tenemos delante la calle principal que lleva al Vaticano, la via della Conciliazione, que está separada en dos: la parte por la que pasan los turistas y esas vallas que encauzan el camino de los peregrinos hacia la Puerta Santa.
Es una valla que organiza la peregrinación y nos permite dar un servicio a los peregrinos pero, al mismo tiempo, es una oportunidad para que los turistas sean conscientes de lo que está pasando y conozcan lo que es un Jubileo. No hay impedimento en venir a Roma como turista y pasar a ser peregrino. Todo lo contrario. Los invitamos a participar, les damos las oraciones y los ayudamos a entrar en la Puerta Santa.
¿Los hay reacios?
Hay a muchas personas que, por falta de información o por no estar de acuerdo con la institución, no les gusta esto; pero el Jubileo ha cambiado el ritmo de la ciudad en cierta manera. Por eso, es una oportunidad para intentar modificar esas opiniones o, al menos, hacer reflexionar sobre lo que significa el Jubileo; que, al final, es reconciliarse con Dios y responder a la llamada de ser Iglesia.
Habrá conocido ya muchas historias. ¿Alguna para contar en especial?
Una con un cardenal. Yo estaba de servicio y se acercó. Era un poco anciano y le dije que usase el ascensor o la rampa, pero me dijo: «No, no. Vamos por las escaleras. Acompáñame». Así fuimos, conversando. En un momento, me di cuenta y me dije: «Jesús, estás aquí en Roma, en el Vaticano, cruzando la Puerta Santa con un cardenal». Fue una experiencia que me conmovió, porque era un hombre mayor. Así que al Jubileo no solo vienen turistas y peregrinos; también la jerarquía de la Iglesia, los cardenales. Es una llamada para todos, pues todos vamos hacia Dios buscando la reconciliación y el perdón.
¿Se nota la diferencia en los peregrinos cuando comienzan la peregrinación y al terminarla en San Pedro?
Sí. Vienen rezando y, conforme van avanzando, entran en un clima distinto; sobre todo cuando ya han cruzado la Puerta Santa y llegan al altar de San Pedro y rezan el credo. Se nota además que muchos vienen del trabajo, de la dinámica de la ciudad, pero encuentran un hueco para dedicar ese tiempo a Dios.
¿Preguntaban mucho los peregrinos por el Papa cuando estaba ingresado?
Sí. Nosotros también lo hacíamos. Es algo que no esperábamos. En los primeros meses, el Papa sí estaba presente. Lo veíamos en el ángelus, en algunas celebraciones. Desgraciadamente, ahora está enfermo, pero lo seguimos con la oración. Hay muchas personas que vienen preguntando si estará. Al fin y al cabo, están en Roma y les gustaría tener algún contacto con él.