Jesús de Medinaceli espera ya a su pueblo
Los devotos del Señor de Madrid se preparan para vivir un primer viernes de marzo de casi normalidad: aunque seguirá sin haber besapiés, se retoma la veneración nocturna
Cuentan las crónicas que el pueblo de Madrid, que había recibido con gran alborozo la llegada de Jesús de Medinaceli a la villa en 1682, cogió por costumbre ir a ver a su Señor los viernes, día en que tradicionalmente se rememora su Pasión. Lo hacían con especial devoción y de manera más multitudinaria los viernes de Cuaresma, hasta que, en 1924, el primer viernes de Cuaresma coincidió con el primero de marzo y se institucionalizó. Excepto en los años de la Guerra Civil, cuando lo protegieron llevándolo a Ginebra (Suiza), todos los viernes del año el Señor de Madrid ha recibido las muestras de cariño de sus devotos, siendo el día grande el primero de marzo. A las puertas de la celebración de este 4 de marzo, nos acercamos a su casa porque este año es especialmente ilusionante para los fieles después de los dos últimos, totalmente atípicos: en 2020, cuando el coronavirus ya hacía estragos y a Madrid, sin saberlo, le quedaban días para confinarse, se prohibió besar los pies del Cristo; en 2021 ni siquiera se bajó la talla de su camarín. Por eso ahora, cuando la marcha de la pandemia es favorable, hay nervios y emoción, máxime cuando se retoma la noche como tiempo de veneración.
En cuanto acabó la Navidad, los esclavos de la Archicofradía de Jesús de Medinaceli ya comenzaron a apuntarse para los distintos servicios de orden y organización que se ponen en marcha el día de la fiesta. Y no son pocos precisamente. Miguel Ángel Izquierdo, vicehermano mayor de la archicofradía, explica que se necesitan 300 voluntarios para atender la fila general del pueblo de Madrid y las zonas de esclavos y peregrinaciones, que son todos aquellos que vienen de fuera gracias a unas 250 invitaciones cursadas desde la archicofradía. Además, se volverá a dar acceso al público por las dos puertas laterales del templo, como se hacía habitualmente, de modo que los devotos llegarán a los pies del Señor en dos filas por las naves laterales y saldrán por el pasillo central. Izquierdo explica que este año tampoco se podrá besar, pero quizá, dependiendo de la situación sanitaria, se pueda tocar. «Nosotros somos de contacto, y llevamos dos años sin tocarlo».
Triduo. La preparación se lleva a cabo con un triduo con Misa, a las 20:00 horas, los días 28 de febrero y 1 y 2 de marzo.
Miércoles de Ceniza. El 2 de marzo se celebra el comienzo de la Cuaresma con Misas a las 7:30, 10:00, 12:00, 13:00, 19:00 y 20:00 horas. El 3 el templo permanece cerrado.
Primer viernes de marzo. Jesús de Medinaceli está expuesto para la veneración popular desde las 24:00 horas del 3 de marzo hasta las 24:00 horas del 4. Hay Misas cada hora; la solemne, a las 12:00 horas, la preside el cardenal Osoro.
Como preparación espiritual a esta fiesta habrá un triduo con Misa presidida por el padre Benjamín Echeverría, director espiritual de la archicofradía y superior de los capuchinos que atienden el templo. Como este 2022 la Iglesia vive inmersa en el proceso sinodal, «aprovecharemos para seguir insistiendo en la participación de todos en las parroquias, en los grupos…», comenta el sacerdote. Ya el día 4 de marzo habrá Eucaristías cada hora desde la medianoche; la Solemne será a las 12:00 horas, presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. El año pasado le pidió a Jesús de Medinaceli que volvieran la alegría y la esperanza a la diócesis. Y se ha notado, confirma el vicehermano mayor: «Hay muchas ganas y mucha ilusión; este febrero los viernes están siendo casi normales». De hecho, como corrobora el padre Benjamín, vuelven devotos que habían hecho parón estos dos años. A las puertas de la basílica hay cola y allí están, a punto de entrar, Míchel, Luisa, su hijo Mateo y el pequeño por nacer, Samuel. No han dejado de venir en pandemia, pero sí han echado de menos a los mayores. «Pensábamos en cuántos se habrían ido», pero ahora «se va notando que hay más gente». «¿Vendréis el día 4?». «¡Claro, es el cumpleaños de Él!».
Quien lo ve, no vuelve igual
El Cristo de Medinaceli fue tallado en el siglo XVII en Sevilla con destino a La Mámora (norte de Marruecos), que fue plaza española, atendida espiritualmente por los capuchinos, entre 1614 y 1681. Ese año, la ciudad cayó en manos árabes, y también la talla del Cristo, que un año después fue rescatada por los trinitarios, y de ahí el escapulario que luce en su pecho. En 1689 se levantó una capilla especial para el Nazareno en Madrid, en un terreno contiguo al templo de los trinitarios, donado por los duques de Medinaceli. Tras la desamortización de 1836, la duquesa de Medinaceli entregó la capilla de Jesús a los capuchinos, que han custodiado al Cristo hasta hoy. La imagen, de 1,73 metros y restaurada en 1997, representa l Señoren el momento en que es presentado por Poncio Pilato al pueblo judío. Mucha es la devoción que inspira Jesús de Medinaceli en la gente, y Miguel Ángel Izquierdo ha sido testigo privilegiado de ello. La que más le impactó, la de aquella madre que un Martes Santo se acercó angustiada, ya fuera de hora, porque tenía a su niña en La Paz, «muy malita; alguien le dijo: “Si eres creyente, vete al Cristo de Medinaceli”». Le permitieron entrar con Él en el vestidor –donde lo iban a preparar para la procesión–, y fue de tal intimidad su oración que, por respeto, la dejaron sola. «Al año siguiente volvió a decirnos que la niña seguía viva». Izquierdo zanja solemnemente: «Quien pasa por delante del Cristo no se vuelve igual; no deja indiferente a nadie».
Medinaceli simultanea los preparativos del primer viernes de marzo con los de Semana Santa. De hecho, ya han empezado los ensayos de los hombres y mujeres de trono para la salida procesional del Viernes Santo. «Necesitamos más», cuenta el vicehermano mayor, porque este año, por primera vez, también la Virgen saldrá en trono. La última salida procesional del Cristo fue la extraordinaria de 2019, desde la catedral de la Almudena. Realizada por petición expresa del cardenal Osoro, conmemoraba el mes misionero extraordinario convocado por el Papa y el 80 aniversario de la vuelta del Cristo de Ginebra, en 1939. En aquella ocasión lució una túnica de 1800 restaurada minuciosamente.
A la Archicofradía de Medinaceli se suma el grueso de las hermandades de Madrid. Tal es el caso de Los Estudiantes. La cuadrilla de costaleros del Paso de la Virgen salió «con muchas ganas» el pasado sábado, 19 de febrero. Según cuenta su capataz, Manuel Marín, después de dos años «había mono». Con la parihuela cargada con el peso similar al del paso, de más de una tonelada, y acompañados de la música con la que procesionará la cofradía, los costaleros recorrieron las calles adyacentes a la basílica de San Miguel, sede canónica de la hermandad, hasta cerca de las dos de la madrugada. «Un ensayo estupendo», reconoce el capataz, al que asistió, además, «más gente que nunca».
La hermandad cumplió a rajatabla los protocolos de la COVID,-19 como también lo están haciendo en el Gran Poder y la Macarena. Luis García, el hermano mayor, cuenta que antes de cada ensayo –y ya llevan dos–, a todos los costaleros se les hace un test de antígenos. Además, todos han acreditado voluntariamente que están vacunados. Y ya durante el ensayo se va desinfectando la parihuela con regularidad. Si todo va según lo previsto, será su primera estación de penitencia en tres años: a los dos de pandemia se sumó 2019, sin procesionar por la lluvia. «La gente lo está deseando».