Jaime, el milagro de los mártires de Boadilla
El pequeño Jaime estuvo a punto de perder la vida por una complicación renal, pero la intercesión de los tres mártires de Boadilla del Monte (Madrid) le salvó. «No hay otra explicación, Dios escuchó a nuestros mártires», asegura su madre
El 22 de junio de 2018 nació Jaime, el segundo de los tres hijos de Carmen, vecina de Boadilla del Monte (Madrid). Nació perfectamente sano, pero a mediados de agosto su salud se complicó y dejó de comer y de coger peso. Sus padres le llevaron al médico y los resultados mostraron una fuerte infección de orina. «Empezó a tomar antibióticos pero no mejoraba. Enlazó una infección tras otra, cada vez más gordas, de bacterias cada vez más agresivas. Yo creía que lo perdía», asegura su madre a Alfa y Omega.
Para hacerle engordar, Carmen pasaba las noches dándole leche con una jeringuilla, gota a gota, mientras su hijo dormía. «Estaba desesperada», recuerda. En ese estado acudió a las carmelitas descalzas de Boadilla, quienes insistieron en que debía bautizar a Jaime. El día de Reyes de 2019, Carmen fue a la parroquia y pidió el Bautismo para su hijo.
«Me tocó el corazón —dice Julio Rodrigo Peral, párroco de San Cristóbal, en Boadilla del Monte—. Vino Carmen a decirme que su hijo se moría y que quería bautizarlo con urgencia». Al día siguiente, 7 de enero, Julio fue a casa de sus padres para dar a Jaime el don del Bautismo. «Hicimos la celebración en casa, casi a escondidas de mi familia», dice Carmen. Ese día, Julio dejó en casa de la familia unas estampas de los tres mártires de Boadilla del Monte, que acababa de encargar. Se trataba de los sacerdotes Melitón Morán y Benjamín Sanz, y del seminarista Miguel Talavera, asesinados por odio a la fe en 1936, cuyas causas de beatificación ya están en Roma.
Carmen les rezó una novena, pero su hijo no mejoraba. «Insiste, reza otra novena», le recomendó su párroco, que el 24 de enero recibió una llamada de la madre: «Todo ha cambiado».
A partir de ese momento las pruebas empezaron a dar negativo, y en abril la nefróloga ya le dio el alta. «No hay otra explicación, todo cambió a raíz del bautizo y de rezar a los mártires», afirma Carmen. «Fue algo real —añade—, no fue una película que nos hemos inventado. Fueron meses muy angustiosos que queremos borrar de nuestra mente, pero fue más fuerte la mano misericordiosa del Señor, que escuchó a nuestros mártires».
«Ejemplo para el futuro»
Los tres mártires de Boadilla son conocidos por los oriundos de esta población al este de Madrid, perteneciente a la diócesis de Getafe. «Me consta que hay mucha gente que se acerca a la parroquia para orar delante del cuadro que tenemos aquí, y son muchos los que se acogen a su intercesión», afirma Julio Rodrigo.
«Para nosotros –continúa– es un testimonio de creyentes que han apostado por Cristo y lo han dado todo. Son testigos auténticos de la fe hasta el final. Y para los no creyentes, son un ejemplo de lo que nunca debe pasar: nunca podemos discriminar a nadie por razón de su religión. Toda persona tiene derecho a la vida y a la libertad. Tenemos que respetarnos todos y nunca descartar a nadie».
Los mártires tienen una calle dedicada a ellos en la localidad, pero el Ayuntamiento ha querido que su historia sea más conocida, por lo que ha instalado en dicha calle un monumento en su honor obra del escultor Jesús Curiá. Durante el acto de inauguración, que presidió el obispo auxiliar de Getafe, José Rico Pavés, el pasado 7 de octubre, el alcalde de Boadilla, Javier Úbeda, afirmó que «Benjamín, Melitón y Miguel deben ser el ejemplo a seguir para construir el futuro desde el amor incondicional y hasta sus últimas consecuencias, como ellos hicieron; un futuro que debe construirse sin mirar con rencor al pasado».
Melitón Morán. Nació en Manceras (Salamanca) en 1863. Ejerció su sacerdocio por diferentes pueblos salmantinos. Ante la presión anticlerical, su primo Juan Francisco Morán, vicario general de la diócesis de Madrid-Alcalá, le abrió el camino de la capellanía de las carmelitas descalzas de Boadilla del Monte, adonde llegó en 1935. El 20 de julio de 1936, una turba armada le puso las armas en el pecho para que les abriese la entrada del convento. El día 28 lo sacaron de su casa. El día anterior habían matado al párroco, Benjamín Sanz, y Melitón se despidió de su hermana y de sus sobrinos diciéndoles: «No os preocupéis por mí. Voy resuelto y alegre a recibir la palma del martirio».
Benjamín Sanz Rodríguez nació en Arenas de San Pedro (Ávila) en 1879. Se ordenó sacerdote en 1903. Al año siguiente fue nombrado coadjutor en San Marcos (Madrid) y capellán de las Franciscanas Terciarias. En 1911 pasó a regir la parroquia San Cristóbal (Boadilla del Monte). Fue detenido el 26 de julio de 1936 por algunos milicianos del pueblo y conducido a Madrid, a la checa de la calle Segovia. Fue asesinado y enterrado en Pozuelo de Alarcón.
Miguel Talavera era seminarista, natural de Boadilla del Monte, donde había nacido en 1919. Al estallar la guerra se encontraba de vacaciones en la localidad. El 7 de octubre de 1936, fiesta de la Virgen del Rosario, se lo llevaron de su casa unos miembros del Comité de Radio Comunista Puerta del Ángel. Con 17 años fue asesinado y nunca apareció su cadáver.