Irán encara la segunda vuelta de unas elecciones sin atisbo de cambios - Alfa y Omega

Irán encara la segunda vuelta de unas elecciones sin atisbo de cambios

El escaso poder del presidente resta peso a la elección y, sobre todo, pone un dique a un eventual cambio en un aparato de poder en el que la última palabra la tiene el líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei

Victoria Isabel Cardiel C.
Una mujer iraní emite su voto en un colegio electoral durante las elecciones presidenciales en Varamin
Una mujer iraní emite su voto en un colegio electoral durante las elecciones presidenciales en Varamin. Foto: EFE / EPA / STR.

Irán vota este viernes en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, precipitadas por la muerte en mayo, en un accidente de helicóptero, del presidente Ebrahim Raisi. Se enfrentarán en las urnas Said Jalili, de 58 años, un exponente ultraconservador que fue uno de los negociadores más intransigentes del acuerdo nuclear firmado con Estados Unidos, y Massoud Pezeshkian, de 69 años, un hombre del sistema pero un poco más moderado y defensor de cierta apertura hacia Occidente.

Jalili se ha mostrado abiertamente en contra de la falta de transparencia del Gobierno durante las protestas iniciadas tras el asesinato de la joven Mahsa Amini en septiembre de 2022, que han sido ahogadas en sangre. También ha criticado duramente al Gobierno por la imposición del hiyab, pero nunca ha llegado a pedir su abolición. Por su parte, Pezeshkian cuenta con el apoyo del exministro de Exteriores Mohammad Javad Zarif. Condena la administración de Raisi, al que considera incapaz de resolver los problemas del país.

Sin embargo, el escaso poder del presidente resta peso a la elección y, sobre todo, pone un dique a un eventual cambio en un aparato de poder en el que la última palabra la tiene el líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei. Los comicios no cambiarán «nada» en la República Islámica de Irán ya que el presidente «no tiene ningún poder para hacer cambios en la política», asegura el neurocientífico, investigador y activista iraní Mahmood Amiry-Moghaddam.

El también director de la ONG Iran Human Rights, que vive en Oslo, explica que la única forma en la que un presidente podría contribuir a mejorar la situación de los derechos humanos en Irán «es si está dispuesto a ponerse del lado del pueblo contra el sistema», lo que incluye al líder supremo. Sin embargo, todos los candidatos «son leales a Jamenei y al sistema, por eso se les permitió ser candidatos».

La abstención ha despuntado en la sociedad iraní tras situarse la participación en la primera vuelta en el 39,9 %, lo que supone el nivel más bajo en los 45 años de historia de la República Islámica. «Entre los que votaron, algunos son leales a la República Islámica y una gran parte vota porque no quiere que su vida cotidiana empeore», subraya el experto.

El fulgor de las protestas de Mujer, Vida, Libertad, un movimiento de desobediencia civil liderado por las mujeres iraníes, fue apagado por la brutalidad de la represión. «Esa es la principal razón por la que ya no están en las calles protestando», incide Amiry-Moghaddam. Con todo, subraya que el régimen «no ha conseguido tener el control que solía tener antes de septiembre de 2022». «Es cuestión de tiempo que comiencen nuevas protestas», concluye.

Guiños a las minorías

La organización Artículo 18, dedicada a defender la libertad religiosa en el país, publicó en vísperas de los comicios un artículo en el que su miembro Fred Petrossian citaba a opositores calificando la votación de «circo utilizado por la República Islámica para ganar legitimidad a los ojos del mundo». Aunque «los candidatos elegidos a dedo han usado algunas frases bonitas en las últimas semanas sobre los derechos y dignidad de los iraníes en general y de las mujeres y las minorías en particular, les faltaba sustancia».

Pezeshkian fue el que más enfatizó la realidad de las minorías religiosas, en especial de los musulmanes sunitas. También subrayó la contribución al país, entre otros, de los kurdos, así como de «los fieles y trabajadores compatriotas armenios y asirios», los dos grupos cristianos reconocidos legalmente, a diferencia de los que se convierten al cristianismo desde el islam y son duramente perseguidos. «Sus palabras están expresadas como si fuera una figura de la oposición», cuando «ha tenido una presencia prominente en las estructuras de poder durante décadas».