Existen series incalificables, de esas de las que te piden un breve resumen y no sabes ni por dónde empezar. Series que recomiendas con los ojos cerrados, pero que requieren del receptor una confianza ciega. Por eso no dudo en recomendar Inside Number 9, una auténtica institución audiovisual en el Reino Unido, una producción por la que han pasado absolutamente todos los grandes actores británicos, según algunos a la altura de la mítica Doctor Who. Y, a la vez, me cuesta encontrar el ángulo para describirla. Empecemos por el género: humor negro británico. ¿Qué es eso? Pues probablemente algo a medio camino entre el terror psicológico y la ironía británica. Lo sé, no ayuda; pero en su defensa diré que jamás habría imaginado que este género me engancharía. Y lo hizo desde el primer capítulo. Respecto a la estructura: cada capítulo es independiente. Solo tiene dos elementos en común con el resto: el género y que en algún momento aparece el número 9. Suele ser la dirección de la casa donde sucede la acción, o el número de una calle cercana, o cualquier otro elemento circunstancial. No es mucho, pero sí nos dice algo del estilo teatral de la serie. Muchos de sus capítulos podrían ser pequeñas obras de teatro, con pocos elementos de atrezo y con mucha intensidad en las actuaciones. Bueno, hay un tercer elemento: Steve Pemberton and Reece Shearsmith, sus dos creadores y directores de la mayoría de capítulos, suelen ser además actores principales o secundarios de cada capítulo, mostrando una capacidad de adaptación asombrosa. ¿Por qué recomendaría una serie de capítulos inconexos, de un género tan extraño y sin hilo conductor claro? Porque cada uno es una obra de arte en sí misma; es un bombón envuelto que conforme se despliega ante nuestros ojos nos sorprende con un sabor distinto, asombroso, con planteamientos a veces propios de Black Mirror pero en un estilo mucho más ligero y, me atrevería a decir, estético. Desde luego, para los amantes del buen teatro, esta serie es como un pase de temporada en el salón de nuestra casa. Y un verdadero clásico atemporal que todavía debemos descubrir en nuestro país.