Inaugurado un museo dedicado a los mártires coptos de Libia
Los uniformes de color naranja que llevaban el día de su martirio, las esposas que ataban sus manos, objetos personales… se muestran ahora para la veneración de los fieles
En el santuario-museo de los mártires coptos de Libia, asesinados por los terroristas afiliados al Estado Islámico (Daesh) en enero de 2015 en una playa de Libia, junto a los ataúdes usados para transportar los cuerpos de Libia a Egipto, están guardados, como reliquias, las esposas que ataban las manos de mártires; así como los uniformes color naranja que sus verdugos los obligaban a usar durante las ejecuciones, que fueron filmadas y difundidas a través de Internet. El museo del santuario fue inaugurado recientemente por Anba Befnosios, obispo copto ortodoxo de Samalut, en la catedral, construida para albergar los restos mortales de los mártires, en la localidad egipcia de Al Our. Entre los objetos expuestos en el museo están los zapatos de los martirizados y algunas monedas encontradas en los bolsillos de la ropa que usaban, sus documentos de identidad y los registros de trabajo, en los cuales anotaban las actividades que realizaban cada día.
Las familias de los mártires expresaron su alegría en la inauguración del museo, que servirá para rendir homenaje a la gloria de Dios manifestada en quienes nunca renunciaron a su fe.
Los 20 coptos egipcios y su compañero de trabajo de ghanés fueron secuestrados en Libia a principios de enero de 2015. Más de un mes después, el 15 de febrero, el vídeo de su decapitación fue publicado en sitios web yihadistas. Apenas una semana después de la noticia de la masacre, el patriarca copto ortodoxo Tawadros II decidió inscribir los 21 mártires degollados por Daesh en el Synaxarium, el libro de los mártires de la Iglesia copta, fijando su conmemoración el 15 de febrero.
Los restos mortales, incluyendo las cabezas desmembradas, fueron encontrados a finales del pasado mes de septiembre en una fosa común en la costa de Libia, cerca de la ciudad de Sirte. Los cuerpos fueron encontrados con las manos atadas detrás de la espalda, vestidos con los mismos uniformes anaranjados que llevaban en el vídeo filmado por los verdugos en el momento de la decapitación.
«El video de la ejecución –refirió a Fides el obispo copto católico emérito de Guizeh, Anba Antonios Aziz Mina- fue realizado como si se tratase de una película escalofriante, con el objetivo de difundir el terror. Sin embargo, en pieza diabólica se puede ver que algunos de los mártires, en el momento de su ejecución, repetían: Señor Jesucristo. El nombre de Jesús fue la última palabra que salió de sus labios. Como en la pasión de los primeros mártires, se encomendaron a aquél que los habría de recibir. Así celebraron su victoria, la victoria que ningún verdugo les puede quitar. El nombre susurrado en el último instante fue como el sello de su martirio».