Iñaki Zubizarreta: «Por no ser chivatos se convierten en cómplices» - Alfa y Omega

Iñaki Zubizarreta: «Por no ser chivatos se convierten en cómplices»

El exjugador de baloncesto Iñaki Zubizarreta ha dado claves a los docentes agustinianos para combatir el acoso como el que él sufrió

María Martínez López
Iñaki Zubizarreta
El exjugador de baloncesto también es aficionado a las motos. Foto cedida por Iñaki Zubizarreta.

Una vez preguntaron al exjugador de baloncesto Iñaki Zubizarreta, en una de las charlas que da sobre bullying en centros educativos, qué era lo peor que le habían hecho a él. «¿Tú qué crees?», reenvía la cuestión a la periodista. ¿El daño físico, la anulación como persona? «No. Que lo permitieran, que la gente que lo veía no informara». Impacta escuchar esta respuesta de alguien que ha relatado públicamente que sufrió una agresión «escatológica» en los servicios del colegio y una paliza que lo dejó inconsciente dos días. Pero no le gusta centrarse en «el morbo» de lo que pasó hace 40 años. «¿De qué sirve? Busquemos soluciones a lo de hoy». La violencia entre menores «se nos ha ido totalmente de las manos. Se estima que desde el final de la pandemia ha crecido un 300 %».

Su apuesta es que la salida pasa precisamente por Romper la ley del silencio, la conferencia que dio el pasado fin de semana en el Aula Agustiniana de Educación, que se celebró en Madrid para hablar del buen trato y en la que participaron Javier Urra, ex Defensor del Menor, abogados y psicólogos, entre otros. «Se está poniendo el foco en la víctima y es totalmente erróneo» esperar que sea ella quien actúe, critica. Con quien hay que trabajar «es con el acosador pasivo», el testigo que calla. «Es la clave». Porque «las premisas para que se cumpla la violencia son siempre las mismas: se minimiza, se justifica y se ignora». Los compañeros del agresor, «por no ser chivatos, se están convirtiendo en cómplices». Más aún, asegura, «tienen la misma responsabilidad» si, por ejemplo, el agredido se quita la vida, como él mismo se planteó.

«Si centros, familias y menores van a una, la tecnología irá en nuestro beneficio»
Laura Davara
Abogado

—¿Callan por no ser chivatos o por miedo a ser los siguientes?

—Sobre todo tienen mucho miedo a no ser aceptados socialmente y a que les pongan una etiqueta. Un concepto muy poco y muy mal trabajado es la diferencia entre chivarse e informar. Chivarse es decir sobre alguien algo que no tiene repercusión más que sobre él mismo, como que ha hecho novillos. Informar es contar cuando vemos algo hacia otros que no está bien. Y hay que hacerles ver que es su responsabilidad.

En sus visitas, Zubizarreta tranquiliza a los muchachos diciéndoles que «muchas veces no hace falta enfrentarse. También es de valientes comunicarlo a quien puede actuar». Por eso una de sus grandes satisfacciones es cuando le llegan noticias de que un grupo con el que ha trabajado ha dejado de callar y, así, ha puesto fin al sufrimiento de un chaval.

«Los profesores deben sentirse cuidados»
Virginia Cagigal
Psicóloga

—¿Y la responsabilidad de los padres, si no los han educado así?

—El gran problema no está en las escuelas, es competencia de las familias. Es deporte nacional decir a los hijos «no digas nada, que no va contigo». Aunque algunos padres lo hacen francamente bien, hay un porcentaje elevado que delega en el colegio esa labor con los hijos. Pero la educación viene de casa.

El exbaloncestista también quiere ayudar a reflexionar a los educadores, como el pasado fin de semana. «Sin pretensión de aleccionar a nadie», comparte «las carencias que tuve cuando era niño por parte de mis padres, del profesorado, de los adultos en general, de los compañeros y conmigo mismo». Las mismas que sigue encontrando hoy. Por ejemplo, en los centros falta «presencia» adulta en zonas como patios, pasillos, servicios o comedores. «Una cosa es estar y otra estar presentes y atentos». No quiere, insiste, señalar a los docentes en general; es cuestión de las personas concretas. «Hay profesores que lo dan absolutamente todo». Pero «otros permiten que haya gente que lo pase especialmente mal, como me lo hicieron pasar a mí».

«El ser humano nace persona, pero solo se hace persona desde el diálogo y el abrazo»
Javier Urra
Ex Defensor del Menor de Madrid

De hecho, en su caso, una profesora también le humillaba. Y «fue el padre de un compañero el que me puso el mote de “subnormal”» porque, con su estatura —con 15 años superaba los dos metros— parecía un hombretón con mente de niño. Pero la estatura, el aspecto, ser brillante o «un friki», la condición sexual o la religión «no son el motivo. El motivo es que te eligen y lo otro es la excusa», matiza. Subraya que «con un mal comentario» o crítica —otro «deporte nacional»— «se puede hacer mucho más daño que con los puños». En palabras que le dijo una vez un niño de 4º de Primaria, «el acoso es como una espada de palabras que cada vez que la desenvainan y te dicen cosas feas te empieza a cortar por dentro y te matan en vida». Por eso también alerta sobre problemas como la falta de comunicación y de empatía.

Y, en la actualidad, otro «gran problema» son las redes sociales. Han hecho, asegura, que «el término “acoso escolar” se haya quedado corto hace tiempo», pues ya trasciende al centro. «Se invierte mucho en que los chicos tengan acceso a esa tecnología y muy poco en que se conviertan en ciudadanos que sepan cómo gestionar sus emociones y vivencias en el espacio digital».