Iglesia y Generalitat se unen por los refugiados
Valencia desarrolla un programa pionero de acogida a solicitantes de protección internacional, que ha suscitado el interés de otras comunidades y en el que la Iglesia es fundamental
Sin nombres. Sin lugares concretos. Sin revelar ningún dato que pueda contribuir a localizarle. Solo con estas premisas claras, Miguel, que en realidad no se llama Miguel, accede a contarnos su historia. Todas las precauciones son pocas. La última persona que le ayudó a cara descubierta, hoy está muerta. Le asesinaron después de que se atreviera a denunciar las amenazas a las que fue sometido Miguel por una de las guerrillas de su país. «Era habitual que me pidieran el impuesto de guerra para financiar sus actividades, pero luego me exigieron que imprimiera los libros en los que se explicaba cómo combatir o cómo realizar las emboscadas», explica a Alfa y Omega. Pero él no estaba dispuesto a colaborar y decidió huir junto a su familia. Recalaron en Valencia con lo puesto y «si no llega a ser por Cáritas, habríamos acabado debajo de un puente», asegura. La organización caritativa de la Iglesia los ayudó con los trámites legales para la petición de asilo, los acogió en un piso y puso a su disposición toda su oferta formativa. Hoy Miguel y su familia siguen esperando respuesta al recurso que pusieron ante la denegación del asilo, pero han logrado salir adelante. «Mi mujer y mi hijo han encontrado trabajo y hemos podido alquilar un piso».
No son los únicos solicitantes de asilo acogidos por parte de Cáritas Diocesana de Valencia. «En la actualidad atendemos a más de 70 refugiados de 16 nacionalidades», explica Aurora Aranda , secretaria general de la organización. «Es una respuesta a la propuesta del Papa Francisco, cuando nos invita a poner en juego cuatro verbos en referencia a las personas migrantes: acoger, proteger, promover e integrar», añade.
El trabajo de la Iglesia en este campo no ha pasado desapercibido para la sociedad civil. En él se ha fijado la Generalitat de Valencia para proponer a las Cáritas de las tres diócesis valencianas y al Servicio Jesuita a Migrantes que participen en la Experiencia Piloto de Patrocinio Comunitario, un proyecto de acogida de refugiados del Líbano en el que también participan ACNUR y el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. «Es un nuevo modelo de acogida desarrollado por grupos de voluntarios que ayudan a los refugiados en su proceso de integración», explica José de Lamo, director general de Igualdad en la Diversidad del Gobierno valenciano. «La idea es que las entidades públicas se encargan de la financiación, las entidades sociales supervisan la acogida y voluntarios de estas mismas entidades acompañan a los refugiados». Cada uno aporta lo que puede. «Si hay un voluntario que es profesor puede ayudar a los refugiados con el tema del idioma; otro puede enseñarles los sitios de mayor interés de la ciudad, un tercero ayudar con la compra…».
El proyecto es pionero en España «y hay otras comunidades, como Cataluña o Navarra, pendientes de su evolución para implementarlo». Hasta ahora han llegado 23 sirios procedentes del Líbano. Lo hicieron durante el mes de septiembre, pero «la COVID-19 no ha permitido hasta ahora firmar el convenio de colaboración entre todas las entidades implicadas». Con la burocracia ya resuelta, solo queda que los refugiados se integren plenamente. «Es un proceso lento. Nos hemos dado un plazo de 18 meses, ampliable a 24», cuenta De Lamo. «Piensa que lo han pasado muy mal. Algunos de ellos vienen con signos visibles de metralla en sus cuerpos. Ha habido un primer momento de euforia por su llegada y ahora están peleando por salir adelante. Los niños se han adaptado muy rápido, pero a los mayores les cuesta más, sobre todo el tema del idioma».