Iglesia diocesana y vida consagrada suman fuerzas en las «nuevas fronteras»
En su encuentro con los superiores provinciales en Madrid, el cardenal José Cobo señaló «las fronteras» donde deben unir fuerzas la diócesis y las congregaciones
«Hay una expresión que a don José le gusta repetir», adelanta Jesús Díaz, presidente de CONFER, a Alfa y Omega nada más reunirse junto a otros 90 provinciales con el arzobispo de Madrid. «Es la marca Iglesia», revela el superior de los dominicos. Un valor que el cardenal les encargó cuidar el 9 de marzo en el Seminario Conciliar de Madrid, pero que no tiene nada que ver con el marketing. «Refleja la calidad de las cosas, de las personas y de la tarea, en nuestro caso, evangelizadora», explica Díaz. También «nos evoca vinculación, identidad como grupo humano y compromiso de comunión». Lourdes Perramón, vicepresidenta de CONFER y provincial de las oblatas del Santísimo Redentor añade que, esa marca, «va en línea de superar egos y no limitarse a decir “este es mi carisma”, sino de ir de la mano y unir fuerzas».
Fue la conclusión del primer encuentro del arzobispo de Madrid con todos los provinciales en Madrid. «Es una tradición que empezó don Carlos [Osoro] en torno a la Jornada de la Vida Consagrada», explica el jesuita Elías Royón, vicario episcopal para la Vida Consagrada. Recogiendo ese testigo, el nuevo arzobispo quiso «escuchar las opiniones y dificultades que los consagrados tienen», añade Royón. Lo hizo durante dos horas, en las que les agradeció su asistencia diciendo que «Dios está aquí trabajando» y señaló las «fronteras» en las que quiere unir fuerzas con la vida consagrada. En primer lugar, como recuerda Díaz, allí «donde lo humano está en juego y la dignidad se pone en entredicho o es vulnerada constantemente».
Otra de las fronteras que el cardenal señaló fue el diálogo con la increencia. «Vivimos en un momento un poco virulento contra lo católico y lo religioso», diagnostica el dominico, quien le ve remedio si «tendemos puentes con la mano abierta». Retomando su metáfora, Cobo «insistía en que la marca Iglesia es como la mesa que está abierta para toda persona y que nosotros acogemos independientemente de su situación».
El arzobispo de Madrid pidió a los provinciales atender «una nueva frontera», descubierta en los últimos años, relativa a los abusos sexuales. «La debemos acoger con mucho cariño y con mucha atención, porque las víctimas sufren mucho», narra Jesús Díaz. Y matiza que la Iglesia debe encargarse, aparte de las víctimas que ella misma «ha generado», de las que «provienen de otros contextos sociales».
«Otra frontera es la de la migración; ahora somos un país de acogida y la Iglesia y la vida consagrada deben estar ahí», recuerda el presidente de CONFER, quien subraya cómo el arzobispo, antiguo responsable del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal, insistió a los religiosos en reforzar su presencia en los confines físicos. Se detuvo también en la frontera de «integrar la dignidad de la mujer en la Iglesia, valorar lo que aporta y el potencial humano desde su sensibilidad».
Y frente a la polarización y la soledad, «el cardenal nos insistió en el ministerio de la escucha». Un ámbito en que «la Iglesia diocesana y la vida consagrada «pueden ser un buen puente y facilitar la apertura a todo tipo de colectivos».
Conexión con la juventud
Lourdes Perramón recuerda la invitación a las congregaciones a «conectar con la juventud desde la vocación». Algo que no tiene por qué traducirse en que ingresen en ninguna orden, sino que «entiendan la vida como vocación». Considera que esta apuesta puede dar sentido a «una juventud con grandes desafíos como la depresión, la soledad y hasta los suicidios». Y se siente muy afortunada porque, aparte de «la vida comunitaria» que las protege del aislamiento, en su congregación cuentan con «algo que nos da sentido» y que el cardenal les encargó contagiar.
La vicepresidenta de CONFER cuenta otro desafío que planteó el arzobispo: proponer a la juventud una educación sexual «partiendo de su propia realidad» y digna al mismo tiempo. «La pornografía está haciendo ese rol y no podemos dejarlo en sus manos», emplaza la religiosa. Este tipo de contenidos «se están traduciendo en un incremento del machismo entre los jóvenes», denuncia. Apuesta a que «entre las parroquias, colegios y grupos de jóvenes tenemos contacto con mucha juventud a la que podemos transmitir referentes antropológicos positivos y en igualdad».