Id al mundo entero y proclamad el Evangelio - Alfa y Omega

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Jueves de la 3ª semana del tiempo ordinario. La Conversión de San Pablo / Marcos 16, 15-18

Carlos Pérez Laporta
Cristo Resucitado se aparece a los discípulos. Augustin Hirschvogel. Metropolitan Museum of Art, Nueva York
Cristo Resucitado se aparece a los discípulos. Augustin Hirschvogel. Metropolitan Museum of Art, Nueva York.

Evangelio: Marcos 16, 15-18

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y sea bautice se salvará; el que no crea será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Comentario

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». ¿Qué significa esta proclamación? ¿Cómo puede un anuncio de un hecho cambiar el curso de la historia de una persona y de todos los pueblos y de «toda la creación»?

Quizá lo único que puede cambiarnos por completo sea precisamente lo que le ocurre a San Pablo. «Yo perseguí a muerte este Camino, encadenando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres»; vivía «respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor». ¿Qué le sucedió?

—«¿Quién eres, Señor?».

— «Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues».

Lo que tiene que suceder en la predicación no puede ser menos que esto. Si no nos deslumbra su luz aún no hemos llegado a su presencia, y no podremos convertirnos. Si no nos vemos ante una presencia imponente que preguntemos entre titubeos «¿Quién eres, Señor?», aún no podremos convertirnos. Y si no nos responde «Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues», todavía no le habremos encontrado y no podremos cambiar toda la vida por Él. Y seguiremos persiguiéndole con nuestros actos y deseos, aún sin encontrarle. Si no se da este tú a Tú a través de la predicación, todo serán meras palabras incapaces de cambiar nada.