Ibrahim Faltas: «Si no resuelven el problema de Jerusalén, nunca habrá paz en Oriente Medio»
La tregua entre palestinos e israelíes, asegura el director de las escuelas cristianas de Tierra Santa, «es una buena noticia», pero la violencia sigue en la calle, especialmente entre los jóvenes
El padre Ibrahim Faltas, franciscano y director de las escuelas cristianas de Tierra Santa, valora como buena noticia la tregua entre Israel y Palestina, pero asegura que «de ninguna manera es suficiente». Tan pronto como aumenten las tensiones en la calle, «pasaremos de nuevo a los bombardeos», asegura, y recalca que mientras que no se solucione el problema de Jerusalén, que «debe seguir siendo una ciudad con estatuto especial, no puede pertenecer a unos ni a otros porque es la Ciudad Santa», no habrá «paz en Oriente Medio».
La tregua es una buena noticia, pero ¿es suficiente?
Aunque la tregua es una buena noticia, de ninguna manera es suficiente. Hay que encontrar la solución para evitar que, tan pronto como aumenten las tensiones entre las dos partes, pasemos inmediatamente a los bombardeos otra vez. Esta no es la solución, este sistema solo trae odio y venganza. Como ejemplo, mientras se anunciaba la tregua en Jerusalén, en muchas otras ciudades de Israel y Palestina hubo los mismos enfrentamientos que en las últimas semanas.
Usted ha señalado estos días la violencia excesiva, especialmente entre los jóvenes.
Es un fenómeno nuevo y desconcertante, que se expande rápidamente incluso en ciudades donde nunca habíamos oído hablar de hechos de violencia. Y se dan especialmente entre los jóvenes, que además graban con sus móviles toda la crueldad de lo que está sucediendo y lo difunden rápidamente a través de las redes sociales.
La paz, decía también usted, no se alcanzará hasta que no se solucionen los problemas que atañen al día a día. ¿Cuáles son las tensiones diarias entre palestinos e israelíes?
Por ejemplo, un grave error por parte de los israelíes fue subir al Monte del Templo durante el Ramadán, lo que provocó graves enfrentamientos. En los mismos días, algunas familias palestinas fueron desalojadas de sus hogares en Sheij Yarrah debido a una decisión de la Corte Suprema, que aceptó la solicitud de algunos colonos que reclamaban la propiedad de estas casas.
Los enfrentamientos también se han multiplicado rápidamente en las ciudades donde viven árabes israelíes y judíos israelíes, que siempre han sido un modelo de convivencia en las ciudades mixtas de Israel. Es casi seguro que la explosión de una violencia tan ciega, sin precedentes y tan fuera de control, ha sido generada por una forma de racismo que ha estallado al mismo tiempo que todo lo demás.
Además, están los palestinos, que viven en Cisjordania bajo una fuerte presión debido a la ocupación, con controles diarios –a veces incluso humillantes–, cuando tienen que cruzar el muro o los puntos de control, la falta de permisos y muchas restricciones que no ayudan a encontrar una solución. Ahora algo en toda Tierra Santa se ha roto.
¿Y cuáles son las medidas que hay sobre la mesa para resolver estos problemas?
Actualmente no hay medidas reales. Pero cada chispa de guerra en esta tierra siempre ha venido de Jerusalén, así que si no resuelven el problema de Jerusalén, nunca habrá paz en Oriente Medio. Se ha encendido la chispa del odio y será difícil apagarla si no se ofrece una propuesta concreta a los jóvenes que salen a la calle, dispuestos a enfrentarse a cualquier cosa para recuperar sus derechos y su tierra.
Jerusalén debe seguir siendo una ciudad con estatuto especial, no puede pertenecer a unos ni a otros porque es la Ciudad Santa. También [se deben mantener] las mismas fronteras que fueron dibujadas, pero nunca respetadas, para definir la tierra de los palestinos. En todos estos años, a pesar de numerosos llamamientos, nunca hemos visto una intervención decisiva y constructiva de la comunidad internacional. Esta indiferencia ha llevado al conflicto a un callejón sin salida.