Hermana Idília M. Moreira: «Nuestra opción preferente son las personas con sufrimiento psíquico»
Hablamos con la nueva superiora de las Hermanas Hospitalarias, que asume el cargo «como un don» y asegura que quieren seguir dando «respuestas humanizadoras y actualizadas a las necesidades de hoy»
Con «gran alegría», las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús han elegido a su nueva superiora general. Se trata de la hermana Idília María Moreira, nacida en Mozambique y hasta ahora vicaria provincial de Portugal. La religiosa asume el cargo hasta el año 2030 y ha sido elegida en el XXII Capítulo General, un encuentro que se celebra cada seis años en representación de toda la congregación y que ha tenido lugar en Roma.
¿Cómo afronta este nuevo cargo?
Como un don de la misericordia de Dios que me llama a servir y amar a la congregación, confiándole todo lo que Él mismo me ha dado. También iluminada y fortalecida por el lema de nuestro último encuentro: Revestíos de entrañas de misericordia, y con actitud de confianza y fe. Consciente de lo pequeña que soy, pero creyendo que Dios, que siempre nos precede en la vida, iluminará y conducirá a la congregación según su voluntad.
También lo vivo confiando en la comunión fraterna y orante de todas las hermanas de la congregación y en el compromiso de la familia hospitalaria, que recorre junta los caminos de la hospitalidad que la Iglesia y el mundo nos piden hoy, siguiendo a Jesús compasivo y misericordioso en su misión sanadora.
Y con apertura y docilidad al Espíritu, en este servicio de animación y gobierno de la congregación realizado con las hermanas del Gobierno general, dejando que el Dios que nos eligió purifique nuestros corazones y los transforme según sus planes, sabiendo que Él llevará a buen término la obra iniciada.
¿Qué principales retos se encuentra como superiora general?
El primero es acoger el amor y la fidelidad de Dios, que mira con ternura a la congregación, y con él ser cocreadores de hospitalidad. Siempre desde la mirada misericordiosa de Dios. Además, esta misericordia sana y genera comunión, nos abre a horizontes de amor ilimitado y universal, es expresión de la Iglesia samaritana de Jesús, y nos compromete a vivir y proclamar su fuerza evangelizadora. Así se resumen los grandes dinamismos de la hospitalidad para el sexenio que ahora iniciamos.
Conscientes de que solo somos simples instrumentos para su acción, como cuerpo congregacional queremos fortalecer la fidelidad carismática y el sentido de misión de la congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús en la Iglesia y en el mundo, testimoniando la esperanza y la cercanía de Dios a la humanidad que sufre.
Además, tiene usted una especial entrega por los enfermos mentales. ¿Qué cree que se necesita en este sentido?
La congregación nació y ha crecido a lo largo de casi 143 años (que celebraremos el 31 de mayo) precisamente a partir de un servicio dignificador a las personas con sufrimiento psíquico. Esta es la opción preferente de nuestra institución. La persona en el centro, la persona en la que reconocemos la imagen viva de Jesús, el lugar teologal donde Dios se nos revela y donde servimos y cuidamos la vida, sagrada e inviolable; la persona como sujeto del proceso terapéutico y del proyecto de vida.
Experimentamos el gran reto de seguir contribuyendo a una sociedad más justa y fraterna en la que las personas más vulnerables por su situación de enfermedad mental y exclusión, y sus familias, tengan efectivamente un lugar, una voz, un espacio vital que les ayude a sentirse y reconocerse como personas, queridas y respetadas, acompañadas e integradas.
La sociedad está viendo cómo se multiplican los problemas de salud mental y nosotros queremos estar ahí, dando respuestas humanizadoras y actualizadas a las necesidades de hoy.
¿Cómo ha sido el XXII Capítulo General que han celebrado en Roma?
El capítulo es un tiempo especial del Espíritu que nos abre a sus dinamismos creativos y nos ilumina para discernir los desafíos a los que hoy como congregación debemos responder con audacia, esperanza y sentido de cuerpo institucional. Ha sido un tiempo de gracia, vivido en profunda comunión y oración a nivel de toda la congregación y de armonía eclesial. Ha sido especialmente significativo el encuentro con el Papa Francisco, que nos ha desafiado a atrevernos, a arriesgar y a dejarnos interpelar por las nuevas pobrezas de nuestro tiempo. ¡Son muchas! Y a vivir con sonrisa y alegría de corazón.
También destaco una fuerte experiencia del camino sinodal, que nos lleva por caminos que hemos recorrido juntos -hermanas, colaboradores y laicos- en corresponsabilidad, continuando la obra de nuestros fundadores: Benito Menni, María Josefa Recio y María Angustias Giménez. ¡Un nuevo Pentecostés!
Usted sucede a su hermana, que fue la anterior superiora. Y pertenece a una familia en la que tres de cinco hermanos sois Hermanas Hospitalarias. ¿Cómo se vive esto dentro de la familia?
Con un gran sentimiento de gratitud y una mirada especial a nuestros padres, que nos enseñaron a ser lo que somos, y hoy nos siguen acompañando desde el cielo.