Helena Maleno: «El derecho a la vida es una lucha que compartimos con la Iglesia»
La fundadora de Caminando Fronteras dedica el Premio Arrupe, que le ha entregado la Universidad Pontificia Comillas, a quienes trabajan como «hormiguitas» por defender a los migrantes y «saben lo que es sufrir persecución» por esa causa. Entre ellos incluye a diversas personas e instituciones de Iglesia
«Muchas veces me pregunto si el padre Arrupe, viviendo lo que estamos viendo en la actualidad, no sería perseguido como hemos sido muchos en Europa», dice a Alfa y Omega Helena Maleno, fundadora de la organización Caminando Fronteras y ganadora de la primera edición del Premio Padre Arrupe a los Derechos Humanos, que otorga el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas para reconocer a personas y entidades comprometidas con los derechos de los migrantes.
Maleno considera «un honor» haber recibido un galardón que lleva el nombre del antiguo general de los jesuitas (hoy en proceso de canonización), al que ella considera «un referente en la lucha por los derechos humanos».
«Premios como este –añade– plantan cara a la criminalización de quienes defendemos derechos y a esos gobiernos que se esconden en discursos fáciles en los que el control del territorio está por encima del derecho a la vida».
«El premio viene de gente que trabaja, de hormiguitas que están en el terreno que saben lo que es sufrir persecución y defender derechos. Me une a ellos una causa común y un cariño muy grande», comenta la activista. En ese sentido, recalca las redes de solidaridad que ha tejido con diferentes personas e instituciones de Iglesia desde hace varios años. «El derecho a la vida es una lucha que compartimos y ha estado muy presente. Estamos de acuerdo en que reivindicar la vida es reivindicar los derechos humanos», añade.
En nombre de Maleno, recogió el premio el sacerdote madrileño Javier Baeza, del centro pastoral San Carlos Borromeo. La activista no pudo desplazarse desde Tánger a Madrid este miércoles para recibir el premio, ya que, a pesar de haber sido absuelta por la justicia marroquí que le acusaba de «tráfico de inmigrantes y favorecimiento de la inmigración ilegal» (la defensa de Maleno denunció que el dosier acusatorio provenía de la Policía española), aún no cuenta con libertad total de movimientos por cuestiones administrativas.
«Es tristísimo no haber podido estar allí porque había gente muy querida que me apoyó en ese camino tan duro que fue mi proceso de criminalización», lamenta. Aún así, es optimista y afirma que «se ha entendido que no se puede criminalizar» la labor de ayuda a los migrantes que intentan llegar a Europa a través del Magreb. «Que hoy soy yo y mañana pueden ser otros compañeros que hacen una labor importantísima, como la Delegación de Migraciones de Nador o el Servicio Jesuita a Migrantes de Melilla».
Maleno dedica este premio a «todos los compañeros que han ido cayendo por las políticas de muerte». «Su memoria es la que nos debe marcar el camino de verdad y reparación», sentencia.
Gonzalo Fanjul: «nuestro sistema migratorio es idiota»
Un segundo premio Padre Arrupe ha recaído en la Fundación PorCausa, en reconocimiento a su labor periodística e investigadora sobre los migrantes. «Estamos muy agradecidos porque nuestro trabajo no es fácil y a veces es muy ingrato», celebra Gonzalo Fanjul, director de investigación de la entidad, en declaraciones a Alfa y Omega.
Fanjul se ha mostrado especialmente «emocionado» por recibir un galardón con el nombre del general jesuita porque «es una persona muy especial en mi trayectoria personal». «Arrupe fue el creador del Servicio Jesuita al Refugiado y marcó una línea de trabajo que los jesuitas han mantenido hasta el día de hoy», comenta.
También agradece el prestigio que proporciona a su fundación el premio porque «la Compañía de Jesús y la Universidad Pontifica Comillas son una referencia para nosotros, tenemos un respeto enorme por su trabajo y su reconocimiento es un sello de calidad». Algo especialmente valioso, como reconoce, para una organización como PorCausa que no depende de fondos públicos y necesita cierta reputación para conseguir donaciones de particulares.
A las puertas de las elecciones al Parlamento Europeo, el investigador lanza un mensaje de acogida y racionalidad. «Nuestro sistema migratorio es profundamente inmoral, pero sobre todo es idiota e insensato. Un continente como el europeo, que envejece a zancadas, no va a poder financiar sus pensiones y necesariamente depende de las migraciones, que son un fenómeno natural».
Haciendo gala de sus conocimientos en el tema, subraya que toda la literatura científica lanza una misma conclusión: las migraciones suponen un impacto económico positivo.
«La única amenaza está en el descontrol, que no solo puede venir de un sistema de puertas abiertas que ni siquiera estamos pidiendo», añade. «También puede venir de este sistema de puerta estrecha que opera de espaldas a la ley. No necesitamos frenar las migraciones sino gobernarlas como hacemos con la economía».
Para finalizar, Fanjul dedica unas palabras a alabar la labor de la Iglesia: «Está jugando un papel fundamental, especialmente el Papa, quien ha asumido este asunto como una de sus prioridades». Y aunque es consciente de que hay quien le considera un «radical» por defender con «tanto ahínco» el derecho a la vida de los migrantes, «a veces la sensatez es un mensaje muy radical en un contexto tan tóxico como el que estamos viviendo».
Investigaciones para influir en políticas públicas
Con estos premios a Maleno y PorCausa, los jesuitas lanzan el mensaje de que muchos desean «poder vivir en sociedades mejor cohesionadas e integradas en las que los derechos humanos se respeten», explica a este semanario Alberto Ares, director del Instituto Universitario de Estudios Sobre Migraciones (IUEM) de Comillas, que celebra su 25 aniversario. «En nuestro caso –matiza–, la aportación consiste en poner el acento en una investigación seria y rigurosa para poder influir después en políticas públicas».
El también coordinador adjunto del Servicio Jesuita a Migrantes en España explica que se le ha querido poner a este galardón el nombre de Pedro Arrupe, porque «tuvo una mirada muy especial a las dificultades que tenían los refugiados de los años 70 en todas partes del mundo, y nos ayudó a los jesuitas a acercarnos más a las periferias», expone Ares. Además –subraya–, la reciente apertura en febrero de su causa de beatificación ha supuesto un espaldarazo para el instituto.