«Hay una intimidad especial con el Señor» - Alfa y Omega

«Hay una intimidad especial con el Señor»

«Poco le das a Dios en comparación con lo que recibes. Es distinto que una adoración normal, hay una intimidad especial con el Señor». Así describe la adoración eucarística perpetua el coordinador de la nueva capilla de este tipo, inaugurada en Móstoles. Con ella y con otra que se abrirá próximamente en Madrid, dentro de poco serán siete los templos de la Provincia Eclesiástica dedicados a estar con el Señor 24 horas al día, 365 días al año

María Martínez López
Capilla de Adoración Perpetua Madre de los Sacerdotes, en Móstoles.

Los Reyes Magos iniciaron la peregrinación de la Humanidad hacia Cristo. Pero «sólo el que conoce a Dios puede conducir a los hombres a Él». Lo afirmaba monseñor Joaquín María López de Andújar, al inaugurar, el día de la Epifanía, la tercera capilla de adoración perpetua de la diócesis de Getafe. Está dedicada a la Madre de los Sacerdotes, y se encuentra en Móstoles (calle Villamil, 46). «La idea del obispo es implantar estas capillas en todos los arciprestazgos, al menos en los municipios grandes». Él mismo se ha inscrito en un turno, explica don Manuel Lameiro, diácono permanente y coordinador de la capilla.

Su puesta en marcha, en un local alquilado, se ha conseguido en un tiempo récord, pues el proyecto arrancó en noviembre pasado. La diócesis ha contado para ello con la ayuda del padre Justo Lofeudo, Misionero de la Santísima Eucaristía, entregado a la promoción de la adoración perpetua. Y la respuesta de los fieles ha sido ejemplar: ya hay 580 adoradores, y algunos turnos tienen diez personas inscritas. Eso sí, «de madrugada todavía tenemos dificultades», y algunos turnos se están cubriendo gracias al esfuerzo extra de adoradores de otras horas. El mismo Manuel, que trabaja por las mañanas, cubre una noche de tres a seis. «Poco le das a Dios en comparación con lo que has recibido –apunta–. A mí me ayuda a vivir mi ministerio como diácono permanente de forma mucho más entregada. Es distinto que una hora de adoración normal, hay una intimidad especial con el Señor».

Dios llama, la gente responde

También en Madrid está a punto de abrirse la tercera capilla de adoración perpetua. Cuando la parroquia Beata María Ana Mogas, del barrio de Fuencarral, estrenó templo hace tres años, se ofreció a los fieles tres días enteros de adoración a la semana. «Una persona de la parroquia me planteó hacer adoración permanente» –explica el párroco, don Jorge González– y, aunque parecía una locura, «lo pusimos en manos de Dios», encomendando esta intención a muchas religiosas y pidiendo por ello en las Misas. La inauguración está prevista para finales de este mes o principios de febrero, en cuanto la capilla esté habilitada. Ya tienen 200 voluntarios de la parroquia y los alrededores, con los que esperan cubrir el 70 % u 80 % de los turnos. «Habrá que hacer turnos extraordinarios, y supongo que a mi compañero y a mí nos tocará cubrir las noches –calcula don Jorge–. Creo que merece la pena ir a por todas, porque es una riqueza muy grande para el barrio. Es un llamada de Dios, y la gente responde con mucha generosidad. Por ejemplo, el coordinador de la noche va a hacer una entera cada semana, y otro señor se ha ofrecido para hacer el turno de las cinco de la mañana tres noches semanales».

También tienen testimonios impresionantes de entrega en Alcalá de Henares. Su –de momento– única adoración perpetua, en la capilla de las Santas Formas, se inauguró en noviembre: «Una mujer de Vallecas, con más de 80 años, hace entera la noche del sábado, y otra señora de Coslada otra noche entera», explica don Eduardo, el coordinador. Los 570 adoradores «estamos contentísimos. A la gente le está cambiando la vida, sacan más ganas de vivir y entienden más las cosas». Pero no son ellos los únicos beneficiados: Eduardo subraya que quienes comprometen un poco de su tiempo para acompañar al Señor, cumplen otra labor importantísima: «Hacen posible que la capilla esté abierta siempre. La gente está muy agradecida por saber que, a cualquier hora que les haga falta estar con Dios, pueden venir». También la mujer y las hijas adolescentes de Eduardo son adoradoras, «y ya es algo nuestro, que nos da muchísima alegría como familia».