Hay que sacar a Cervantes de la carpa
Las autoridades de Toledo izarán este sábado la figura de mazapán más grande del mundo… Envidio iniciativas como la reconstrucción del teatro donde se interpretaron las obras de Shakespeare
Ha llegado el día de conmemorar el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, y hemos de hacerlo con la pasión que merece un acontecimiento de tanto tronío. En España solemos caer en las labores de última hora y coronamos efemérides con provisionalidad. Los homenajes puntuales forman parte de esta cultura de lo transitorio que nos cerca, de la carpa que se instala y desmonta, y ni restos deja en el lugar donde estuvo. Un evento de estas características, que ha sido promovido por las autoridades regionales de Toledo, tendrá lugar el próximo sábado. Se izará la figura del Quijote de mazapán más grande del mundo, con la que se intentará batir el actual récord Guinness, que lo ostenta una figura de caramelo realizada en Los Ángeles. Con cosas así se nos debería quitar el hambre.
A un instituto de Orihuela le ha entrado un entusiasmo adolescente por difundir la importancia de Cervantes, y han escrito una canción, con la intervención del cuerpo docente, que lleva por título Me mola Cervantes.
¿Qué culpa tiene Cervantes?
Si el autor de El Quijote dejó escrito que era aficionado a leer «aunque fueran los papeles rotos de las calles», solo la lectura de sus obras le puede rendir tributo. Esto lo ha entendido muy bien Radio Nacional de España, que está emitiendo una extraordinaria adaptación del Quijote, 50 años después de la que realizaron Adolfo Marsillach, Fernando Rey, Francisco Rabal y Nati Mistral. En esta ocasión forman parte de la plantilla los actores José Luis Gómez (narrador), José María Pou (Don Quijote), Javier Cámara (Sancho Panza) y Michelle Jenner (Dorotea), entre otros. Las adaptaciones radiofónicas siempre han de sufrir algo de mengua de la obra original, pero si se hace con gusto, como es el caso, merecen la pena.
Otra cosa es despiezar el original para facilitar su lectura, asunto que a mí me parece del todo incomprensible. ¿Qué culpa tiene Cervantes de haber escrito tan espléndidamente? Circula una edición de El Quijote que ha sido adaptada para uso escolar por la Real Academia Española. Dicen los autores de la edición que «con ese objeto, y a fin de facilitar una lectura sin interrupciones de la trama principal de la novela cervantina, se han retirado del texto original algunos obstáculos y digresiones que podrían dificultar aquella». Yo creo que es mejor el camino contrario, ensanchar la comprensión del candidato a lector de Cervantes, facilitar su crecimiento para que pueda llegar a los «obstáculos y digresiones» de El Quijote, que son la almendra de su originalidad.
Andrés Trapiello ha hecho una traducción de El Quijote. ¿Traducir un idioma por el mismo? Pero no es solo que las obras de Cervantes sean legibles de por sí, es que en el español original hay una belleza perceptible que se pierde si aparecen las palabras del siglo XXI. A ver quién remienda al Juan de la Cruz de «gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura, al monte o al collado do mana el agua pura, entremos más adentro en la espesura». Cualquier intento por sobornar al español de su tiempo acaba en ruina. Hay que sacar a Cervantes de la carpa, insisto, en la que la estricta contemporaneidad quiere exhibirlo.
El mejor homenaje
El año pasado bien que se corrió por encontrar los restos del escritor de Alcalá. Y ahí están, en la iglesia de las Trinitarias del barrio de las letras, pero a bulto, mezclado con otros mil huesos que no le pertenecen. Hay más don Miguel entero en sus obras que entre los restos de esa inmensa fosa común descubierta. Pero había que hacerlo por fuerza mayor, quizá porque se echaba el centenario encima.
Envidio iniciativas que se mantienen en el tiempo, como la de la reconstrucción del Globe, el famoso teatro donde se interpretaron las obras de Shakespeare. El nuevo Globe se inauguró en 1997, y desde mayo hasta octubre ofrece obras de teatro como lo hacía en tiempos del dramaturgo inglés. Esta iniciativa ya no es un espectáculo de compromiso, sino un acontecimiento cultural.
Echo de menos una serie sobre la vida de Cervantes como la que realizó Televisión Española en 1981 bajo la supervisión de Cela. Es el momento de las series, y la vida del escritor da para varias temporadas. Solo su relación con Lope de Vega da para muchas horas. Lope, el hombre de éxito; el de Alcalá, el escritor que vive entre penurias y peripecias.
Habría que dejar esculpido en imágenes el origen del Quijote, ver a su autor escribiéndolo en alguno de los periodos en que estuvo en la cárcel. Cervantes era un disfrutón del recorrido de las palabras y de las historias que ponen al ser humano siempre en la cumbre de las demás criaturas. Había en él un acusado sentido del respeto hacia quien tenía una opinión diversa, y eso se percibe en su obra, tanto como su humor. El mejor homenaje que hicieron los españoles del siglo XVII a Cervantes fue leer su obra con fruición, y a nosotros nos sigue faltando ese entusiasmo.