«Han dicho sí a la vida en momentos difíciles»
Hay vida más allá de un embarazo inesperado en una situación límite. Y esa vida la cuidan en Hogar de María, una asociación que nació para atender la maternidad y la evangelización de mujeres embarazadas
Aquel día en el que Elvira Casas se encontró con Tania, una mujer del barrio del Raval –uno de los más deprimidos de Barcelona–, lo cambió todo. «Ayúdame, por favor, quiero abortar esta tarde». «Me quedé en shock». En sus años de voluntariado con familias, Elvira nunca había puesto rostro a la realidad del aborto. No recuerda lo que le dijo, «solo sé que esa niña nació, que la bautizamos y que soy la madrina». A partir de ahí se puso en marcha. ¿Por qué una mujer se tenía que ver abocada al aborto por falta de recursos o de apoyo, o porque su situación fuera límite? Bajo la protección de la Virgen nació en 2015 la asociación Hogar de María, más hogar que asociación porque sus integrantes tratan de ser, para las mujeres que allí acuden, una auténtica familia. Las primeras sedes se establecieron en Barcelona y alrededores, en parroquias: el objetivo, además de la maternidad, es la evangelización. Así, cuando las madres se «gradúan» al cumplir sus bebés un año, pueden seguir conectadas con la Iglesia a través de la parroquia «para recibir los sacramentos, formación y hacer comunidad».
El perfil de las mujeres que cuidan es el de embarazadas en riesgo de exclusión social; un 70 % ha pensado en abortar por su situación: el miedo al padre del bebé, al futuro, a la falta de trabajo… Pero sabiendo que hay otras opciones al aborto, han sido libres para elegir. «Son mujeres heroicas porque han dicho sí a la vida en momentos difíciles», subraya la presidenta. «La Virgen te ha traído hasta aquí, déjate querer por Ella», les dicen nada más llegar a un centro en el que, independientemente de su religión, se atiende a todas. Entre ellas, el llamado Grupo de las Campeonas, mamás de 15 a 21 años con las que se trabaja en grupos de diez, y también con sus padres. «Hay veces que pasan como un duelo, se les cae el mundo encima cuando su hija se queda embarazada, las echan de casa…».
«Se me venía todo encima»
Hogar de María llegó a Madrid el año pasado de la mano de Lorena Hidalgo. Madre de cinco hijos –«y dos niñas que se me murieron en la semana 38»–, había vivido una fuerte presión cuando le dijeron que su cuarta hija venía con un riesgo muy alto de síndrome de Down y otras enfermedades graves. En el hospital no le dieron otra alternativa al aborto, y sí unos cuantos argumentos a favor. «La niña se va a morir al nacer» o «no puedes cargarte con otra discapacidad», puesto que uno de sus hijos es autista. Junto a la presión, las dudas ante su decisión de seguir adelante: «Y si no está bien lo que estoy haciendo, y si soy egoísta, y si somos nosotros los equivocados cuando todo el mundo nos dice “hazlo”…». En el fondo, «me hacían pensar cosas que mi corazón no sentía». A través de Instagram conoció Hogar de María y entonces tuvo claro que quería eso porque «yo podría entender a estas mujeres». La niña, por cierto, nació perfectamente sana.
En septiembre de 2021 se inauguraron, bajo la coordinación de Hidalgo, una sede en Vallecas, en la parroquia San Alberto Magno, y otra en Vicálvaro, en la parroquia Santa Teresa de Calcuta. A esta última llegó María, colombiana de 24 años, embarazada de cinco meses. Su primer sentimiento ante el embarazo fue de miedo: era de alto riesgo por su obesidad mórbida; ella estaba sin trabajo y Fabián, su marido, sacando horas de aquí y de allá, sin papeles… «Se me venía todo encima». Una amiga le habló de Hogar de María. «Yo no quería solo los pañales, la leche [que también les proporcionan], sino un sitio donde me sintiera segura, emocionalmente estable y más cerca de Dios». Desde el principio dispuso de una psicoterapeuta voluntaria, con la que ha «curado muchas heridas que tenía» porque María ha sido «humillada y ultrajada toda la vida».
«Cada vez que vengo sé que lo hago a un lugar donde soy feliz y donde hay muchas otras mujeres como yo». Y esto es muy importante, explica Lorena Hidalgo, «porque cuando las mujeres llegan aquí, se piensan que su vida es la peor del mundo, se avergüenzan, o se sienten tristes, y cuando empiezan a compartir, se dan cuenta de que a todos nos pasan cosas, y de que tu vida no es peor que la de nadie, sino que es un regalo de Dios». Cada miércoles se reúnen en la sede; comienzan con un desayuno y la charla de Bernabé Sanz, el párroco. «Hace con ellas –cuenta Lorena– un camino espiritual». No les habla de dogmas, sino de «cómo Dios está y actúa en la vida de cada una» a través de una canción, de compartir vivencias. Después una matrona voluntaria les cuenta cosas del parto, el posparto, la lactancia… Otras veces hacen hipopresivos, ganchillo, o talleres de manicura, pedicura, peinado, o de gestión del hogar. Y en ocasiones acaban con una paella que prepara el párroco.
«Lo importante no es la actividad en sí –relata la coordinadora–, sino que se sientan en un hogar, protegidas». Sobre todo, recalca, «no juzgadas; nos da igual lo que hayan hecho en su vida, para nosotras todas son únicas y exclusivas, y lo único que queremos es que se sientan bien», dándole la vuelta a la realidad con la que llegan. «Estaba acostumbrada a que me trataran mal», explica María, y este es un sentimiento «muy común en las madres que vienen», apostilla Lorena. Y luego, entre ellas se ayudan mucho, se acompañan, se llaman para ver qué tal van, se dan consejos. Se han hecho amigas. «Aquí podemos ser nosotras mismas», resume María. ¿El futuro? Con su hijo, Luca, de 1 mes durmiendo a su lado, reconoce que su sueño es casarse por la Iglesia con Fabián. Y lo confiesa el día en que nos conocemos, casualmente san Valentín. Un día de historias de amor a lo grande.