Hace falta más gente como Josu que no exprima a su inquilino
Hay demasiada gente que lleva demasiado tiempo en el pozo como para seguir con la misma dinámica de siempre
El último informe Foessa —presentado la semana pasada en medio de una expectación mediática internacional— ha recogido el guante del Papa Francisco, que invitó en numerosas ocasiones a rebelarse contra el «siempre se ha hecho así». En el horizonte del documento se encuentra el objetivo de sacar a España de la «encrucijada» —en expresión de la secretaria general de Cáritas, Natalia Peiro— en la que se encuentra sumida: en nuestro país malviven 4,3 millones de personas.
Para atajar la exclusión severa, «podemos seguir por el camino actual, el del individualismo, la desigualdad y la insostenibilidad» o, como propone el coordinador del informe, Raúl Flores, «elegir un cambio de rumbo valiente, construir un nuevo imaginario social basado en el cuidado mutuo, la justicia y la responsabilidad compartida».
Para ello hacen falta medidas técnicas, por supuesto. Foessa presenta hasta 85 en las más de 700 páginas del informe. Pero estas siguen siendo insuficientes para corregir las desigualdades estructurales y prevenir nuevas formas de exclusión. Hay demasiada gente que lleva demasiado tiempo en el pozo como para seguir con la misma dinámica de siempre que no ha logrado corregir la situación. Ha llegado la hora de un cambio de mirada.
Desde la Fundación Foessa proponen un golpe de Estado para entregarnos a la «democracia del cuidado». La idea es no perder de vista que el dinero que uno se mete al bolsillo por el alquiler de su vivienda sale con no poco esfuerzo del bolsillo de otra persona: los hogares con menos nivel de renta destinan el 43,1 % de sus ingresos al alquiler. En definitiva, hace falta más gente como Josu Gómez. No se trata de ningún experto en la materia. No es un gurú residencial. Tan solo es un propietario que, cuando tuvo que alquilar su casa, decidió no exprimir a su inquilino.