Mussie Zerai: «Hablar de derechos humanos hoy en Europa es hipocresía»
Las autoridades italianas han publicado las escuchas realizadas al sacerdote eritreo Mussie Zerai y a periodistas que informaban sobre la labor de rescate en el Mediterráneo y sobre los centros de detención en Libia
Ambos dan voz a los que suelen ser solo números. Ambos defienden los derechos de los inmigrantes en la ruta más mortífera del mundo: el Mediterráneo. Ambos han sufrido amenazas de muerte por su labor. Ambos han sido interceptados por la Fiscalía italiana. El sacerdote eritreo Mussie Zerai y el periodista de Avvenire Nello Scavo se conocieron en un viaje de trabajo a los centros de internamiento de Libia en 2009. El primero hacía de traductor para el segundo, que estaba documentando las atrocidades que sufren estas personas en lo que el Papa llama «campos de concentración modernos»: torturas, vejaciones, violaciones de mujeres y niños… Don Barcone, como se conoce al cura en Italia, dejó apuntado su número de teléfono en las paredes de ese infierno. Desde entonces no para de recibir llamadas desesperadas desde barcazas que están a la deriva. «Contacto con Malta o Italia, los dos países más cercanos; con organizaciones internacionales, como ACNUR, o incluso a asociaciones de la Iglesia católica que puedan socorrerlos», asegura.
Al principio atendía sin ayuda esas llamadas en mitad de la noche. Luego canalizó la asistencia y el rescate a través de la Fundación Habeshia, con la que ha salvado a más de 150.000 personas desde 2011. Su labor humanitaria le costó una acusación en firme de favorecer la inmigración clandestina por parte de un tribunal de Sicilia. «A la Unión Europea no le interesan los derechos de estas personas», exclama tras recordar a las 130 personas que fallecieron el pasado viernes en un naufragio. Habían zarpado desde Libia con olas de hasta seis metros. Una tragedia que podía haberse evitado. Alarm Phone, un servicio telefónico de ayuda a los inmigrantes, estuvo alertando durante más de 48 horas de que las barcazas en las que viajaban se encontraban en gran dificultad por la marejada. «Las autoridades lo sabían; el avión de Frontex los había visto y nadie intervino. Hablar de derechos humanos hoy en Europa es hipocresía», manifiesta.
Finalmente, la causa judicial de Zerai fue archivada por falta de pruebas en 2017. Pero las llamadas que entraban a su teléfono se han hecho ahora públicas en Italia. Las autoridades italianas realizaron escuchas al sacerdote eritreo y a periodistas que informaban sobre la labor de rescate en el Mediterráneo y sobre los centros de detención en Libia en el marco de una investigación abierta por la Fiscalía de Sicilia para esclarecer si se había contribuido al tráfico ilegal de personas. La ley obliga a destruir las escuchas si no son importantes para la investigación, pero «se han transcrito a las actas conversaciones que no eran útiles. Me pregunto por qué después de cuatro años las han conservado y por qué no han sido destruidas», asegura. La Fiscalía cuenta con ellas desde 2017, cuando abrió diligencias con cientos de páginas de escuchas telefónicas sobre fuentes, contactos, testimonios y relaciones personales que han sido divulgadas a pesar de ser irrelevantes para la investigación y de tener la causa archivada. En las llamadas aparece, por ejemplo, el senador Luigi Manconi, que en esa época era presidente de la Comisión Extraordinaria de Derechos Humanos de Italia, con el que el sacerdote habla de la situación de un centenar de inmigrantes eritreos que habían ocupado un edificio en Roma. «La Policía los había desahuciado a manguerazos de agua fría. Eso es lo que se usa cuando limpias la basura de las calles. Y en ese edificio había mujeres y niños, muchas familias, personas ancianas, inválidos…», recuerda. En su opinión, las investigaciones en su contra son un ejemplo de «la criminalización de la solidaridad» que pone bajo la lupa de la sospecha a todo aquel que se haga cargo de esta labor humanitaria.
«Sus vidas están en peligro»
También son varios los periodistas que han acabado vigilados. En las conversaciones también aparece Nello Scavo. «Hablábamos de las violaciones de derechos humanos que se cometen en Libia. Pero los investigadores han pasado esto por alto. Les interesaba sobre todo cómo había conseguido esas pruebas», asegura. El periodista lleva años denunciando las vejaciones y asesinatos que se cometen impunemente en los campos de Libia pagados con dinero de la Unión Europea. En parte, los ha puesto cara gracias al material fotográfico y las grabaciones que han llegado desde Libia hasta el cura eritreo, su fuente. «Las fuentes deben ser siempre protegidas, pero se han divulgado. Esto es gravísimo. La información que ha recibido Zerai lo ha hecho a través de sus contactos en Libia cuyas vidas ahora están en peligro». Además, hay otro riesgo. «Las fuentes ahora tienen miedo de hablar con la prensa. Y esto es un problema para la democracia», relata el periodista italiano, que desde 2019 vive bajo protección policial por haber desvelado un encuentro secreto mantenido en 2017 por las autoridades italianas y el actual comandante de la guardia costera libia, Abdul Rahman Milad, Bija, considerado por la ONU uno de los contrabandistas de personas más importante del norte del Mediterráneo. El diagnóstico del periodista de Avvenire es claro: «Informar de inmigración y de lo que pasa en Libia es buscarte problemas».