Gustavo Riveiro: «El turismo es un sector que remontará con rapidez»
«Va a ser un verano de una altísima presencia de turistas nacionales en muchas partes de España», vaticina el responsable de Pastoral del Turismo en la CEE
¿Cómo está afectando la pandemia al sector del turismo?
En este momento estamos viviendo una situación inédita. La pandemia es una realidad inesperada que ha puesto en evidencia la debilidad de muchas otras realidades que creíamos más sólidas, entre ellas el turismo. España es el mayor destino vacacional y de ocio del mundo. En condiciones normales, hay 84 millones de personas que vienen cada año buscando el sol, la cultura, la gastronomía, el carácter de la gente, la naturaleza, la fe…, y dejan en nuestro país el dinero equivalente al presupuesto nacional en sanidad y educación. Sin embargo, el año pasado vinieron solo 20 millones de turistas, y eso hizo que muchas personas perdieran sus trabajos o sus empresas. Durante este año, la capacidad de sobrevivir de muchas personas que trabajan en este mundo se ha puesto al límite.
¿Podemos esperar algo distinto este verano?
Parece que el cuadro es diferente. El número de vacunados va en aumento, lo que, unido al temor a viajar a destinos lejos de España, hará que este verano haya sobre todo un turismo nacional. Y el turismo rural seguirá creciendo, en un movimiento que ya empezó el verano pasado tras el confinamiento. De todos modos, el panorama es incierto, porque dependerá de las estadísticas de contagios y de las restricciones que planteen las comunidades autónomas, algo que puede cambiar en un solo día.
Entonces, ¿la recuperación está en marcha?
El turismo es un sector que remonta con rapidez, que saldrá de la crisis pronto, porque todos tenemos el deseo de descansar, sobre todo después de estos meses tan traumáticos. Quizá hace 50 años las vacaciones eran algo exclusivo de cierta clase social, pero hoy en día están en la agenda de la mayoría. Hoy es inconcebible que no te vayas a algún lado de vacaciones. De todos modos, saber cómo se va a orientar esto en un escenario tan cambiante parece ahora tarea de astrólogos más que de expertos.
¿Qué es lo que le llega desde las diócesis españolas?
Los sacerdotes que están en las parroquias de destinos vacacionales me dicen que esperan datos equiparables a los que había hace 15 años. Si es así, va a ser un verano de altísima presencia de españoles en muchas partes de España.
Muchos trabajadores del turismo se han buscado la vida como han podido en este último año. ¿Volverán?
Creo que no se puede generalizar. Un empresario no puede improvisar tan rápidamente un cambio de rumbo. Por otra parte, el turismo tiene mucho nivel de profesionalización, por lo que sería lamentable que trabajadores capacitados abandonen para siempre este sector. Espero que la gente pueda aguantar y quedarse, porque es un ámbito laboral de rápida recuperación y de alta demanda.
¿Cuál es su labor más específicamente orientada a los turistas?
A esta parte de la Iglesia se la ha mirado a menudo como algo estacional y exótico, y hasta frívolo, pero la pandemia nos ha dejado la posibilidad de recuperar el rostro positivo de esta pastoral. No es organizar viajes ni peregrinaciones, sino evangelizar el mundo del turismo, desde los trabajadores hasta los turistas, en una transversalidad que no conoce de nacionalidades ni de etiquetas. Un paso importante en este sentido es la decisión de los obispos de dedicar el tercer domingo de septiembre a la Jornada Mundial del Turismo, algo que se va a celebrar este año por primera vez.
¿Cómo se concreta esta pastoral a los turistas en sus destinos de vacaciones?
No solo aumentando el número de las Misas, sino también ofreciendo otros servicios pastorales como encuentros espirituales, conferencias, cinefórum, actividades para familias… La creatividad de todo lo que se puede desarrollar en este campo es muy grande.
¿Y es eficaz?
Sin duda. Por ejemplo, hace unos años los jóvenes de la Comunidad Abraham salieron por el paseo marítimo de Gandía a evangelizar. Allí se encontraron con una familia que, a partir de entonces, empezó su camino de regreso a la Iglesia. «Y pensar que nosotros salíamos aquella tarde solo a tomar un helado», dicen hoy.
Hace exactamente un año hablábamos con Ivette Monserrate, una camarera en paro afectada por el bajón que dio el turismo en Mallorca tras el confinamiento, que le hizo acudir a pedir ayuda a Cáritas. Un año después señala contenta que ya ha encontrado trabajo en un hotel, «y con contrato fijo», una oferta laboral a la que llegó gracias también a Cáritas Mallorca. «Estoy feliz», reconoce, porque «desde hace año y medio no tenía seguridad económica y no sabía si la iba a volver a tener».
Ivette afirma que el sector del turismo en la isla «se está moviendo poco a poco», aunque con «la incertidumbre de no saber qué va a pasar de un día para otro». Lo confirma Bárbara Picornell, coordinadora de Acción de Base de Caritas Mallorca, para quien «la temporada del verano pasado prácticamente fue inexistente», algo que muchos trabajadores «aprovecharon para formarse más, en idiomas y en cocina sobre todo». Este año atestigua que el panorama «se está reactivando», e incluso «algunas personas han anulado su cita con las trabajadoras sociales porque han encontrado empleo». En cualquier caso, Picornell no quiere lanzar las campanas al vuelo, porque «la temporada ha empezado tarde y la noticias fluctúan cada día».