Grupos de apoyo mutuo: «Dar una pastilla no resuelve todos los problemas de salud mental» - Alfa y Omega

Grupos de apoyo mutuo: «Dar una pastilla no resuelve todos los problemas de salud mental»

Son para muchos enfermos como Félix la única alternativa de acompañamiento ante las carencias de los servicios de salud mental del sistema público

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El psicólogo Ignacio Puerta (tercero por la derecha) en uno de los últimos partidos de su grupo de apoyo
El psicólogo Ignacio Puerta (tercero por la derecha) en uno de los últimos partidos de su grupo de apoyo. Foto cedida por Ignacio Puerta.

«Me encanta jugar al fútbol y pasar ratos con mis amigos. Hacer deporte y excursiones con gente que está en tu misma situación ayuda mucho». Cuando era pequeño, Félix sufrió acoso escolar. Con el tiempo eso fue derivando en brotes de ansiedad y otros trastornos de salud mental. Hoy participa junto a otras personas con problemas similares en los grupos de apoyo mutuo de las asociaciones AFAEM-5 y AFAEP, un complemento a los servicios de salud mental de la sanidad pública que a veces es la única opción de acompañamiento para muchos. «Nos apoyamos entre todos y si alguno está más bajo de moral, entre todos le subimos el ánimo».

Con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo, el Papa Francisco defiende la necesidad de «cuidar al enfermo cuidando las relaciones». En su mensaje para este día, que se celebra el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, explica que «la enfermedad se vive a menudo en soledad y, a veces, incluso en el abandono». Frente a esto, «el primer cuidado del que tenemos necesidad es el de una cercanía llena de compasión y de ternura».

En España, la jornada abre la Campaña del Enfermo, que concluirá el 5 de mayo con la Pascua del Enfermo. En este período, el Departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Española ha puesto el acento en los problemas de salud mental. «Hay mucha gente que carga con un gran sufrimiento a cuestas: personas que parecen acudir con normalidad a su trabajo y que padecen trastornos del sueño, ansiedad o depresión», afirma José Luis Méndez, director del departamento. Son aquellos que contribuyen a que España sea en este momento la nación del mundo donde más ansiolíticos se consumen, según datos del Ministerio de Sanidad. Ante esta situación, «tenemos que aprender a acompañar los problemas de esta índole», dice Méndez.

No es fácil, ya que en nuestro país no es posible muchas veces recibir tratamiento temprano y adecuado a este tipo de dolencias. «Lo más normal es que vayas al médico y te dé una pastilla mientras te deriva a un especialista al que no vas a ver hasta dentro de un mes o más», afirma Susana Martínez, psicoterapeuta que dirige el máster de Terapia Familiar en la Universidad Francisco de Vitoria. «En general, faltan profesionales de atención sanitaria especializada en la salud pública», añade. Hay solo cinco psicólogos por cada 100.000 habitantes. Existe mucha demanda y «hoy la carencia de la atención pública la tiene que atender la iniciativa privada, algo que no es accesible a todo el mundo», incide.

Una opción son los grupos de apoyo mutuo, donde sus integrantes comparten problemas, experiencias y soluciones. «Cuando alguien se encuentra mal es importante que tenga una red de apoyo que le entienda y le valore; y sobre todo que le sepa escuchar», afirma Ignacio Puerta, psicólogo de AFAEM-5 y AFAEP, dos de las 17 asociaciones que conforman la Federación Salud Mental Madrid, perteneciente a la Confederación Salud Mental España. «Ahora mismo los grupos de apoyo mutuo son el recurso más importante para suplir las carencias del sistema de atención a la salud mental en nuestro país», subraya. De hecho, para este psicólogo, «trabajar la parte social es clave para la recuperación. Dar una pastilla y ya está es algo funcional, pero no resuelve todos los problemas». Hace falta más, aparte de la atención psicológica, «para romper las barreras del aislamiento».

Puerta atiende la llamada de este semanario al poco de acabar uno de los partidos del equipo de Félix, una actividad más de la que participan personas con problemas, sus amigos y sus familiares, además de los profesionales que los guían. «Compartir desde la horizontalidad es muy positivo, porque permite que en la gente afloren claves que ni se imagina que tiene», señala. «Conectados somos más fuertes y más resilientes», constata. Coincide con él Susana Martínez: «Todos necesitamos relaciones seguras y de confianza», pues «los vínculos estables e incondicionales mitigan las crisis vitales y disminuyen la posibilidad de desarrollar la enfermedad».

Para intervenir a tiempo

Trastornos de la conducta alimentaria, abusos de las nuevas tecnologías, adicciones o acoso escolar son algunos de los elementos sobre los que pone la mirada el nuevo programa de formación en salud mental que ha implementado la Comunidad de Madrid en 13 colegios e institutos de la región. En colaboración con el Hospital Gregorio Marañón, sus docentes están aprendiendo a identificar y tomar conciencia de las repercusiones de este tipo de problemas, en un proyecto que también contempla la posibilidad de contar con profesionales del área psiquiátrica a los que los centros pueden derivar a alumnos con dificultades.

«Desde hace algún tiempo, el número de estudiantes que presenta alteraciones emocionales se ha incrementado de forma exponencial», atestigua Luis Madrid, jefe del Departamento de Orientación del IES Valdebernardo, uno de los centros incluidos en el programa. Son dificultades «que se reflejan en su rendimiento académico», y que «muchas veces no saben cómo expresar», lo que en ocasiones deviene en «conductas autolesivas». Por eso, «el profesorado necesita tener una buena preparación para enfrentarse a estas situaciones», defiende.

«¿Cómo van los alumnos a aprender con éxito, si primero no tienen un equilibrio emocional?», se pregunta Madrid. Por eso, la iniciativa de la CAM —subvencionada por la Fundación Esther Koplowitz— es «una buena posibilidad» para intervenir a tiempo y eliminar así del horizonte de los jóvenes «el estigma de la enfermedad mental».