Grecia abre un nuevo campo de refugiados y planea cuatro más

Grecia abre un nuevo campo de refugiados y planea cuatro más

El nuevo centro de recepción e identificación de solicitantes de asilo de Zervou ofrece condiciones de vida ligeramente mejores, pero es «como una prisión en medio de la nada», describen desde MSF

María Martínez López
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, y el ministro de Migraciones, Notis Mitarachi, visitaron Zervou el pasado viernes
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, y el ministro de Migraciones, Notis Mitarachi, visitaron Zervou el pasado viernes. Foto: Reuters / Costas Baltas.

El 20 de septiembre, decenas de solicitantes de asilo del Centro de Recepción e Identificación de Vathi o en sus alrededores, en la isla griega de Samos, recogieron sus escasas pertenencias. Los esperaban varios autobuses para un viaje a ninguna parte: otro campamento, esta vez en Zervou. Construido por Grecia y financiado por la Unión Europea, en los próximos meses le seguirán cuatro más en otras tantas islas del Egeo. Es decir, se duplican los que había hasta ahora.

Cuando esté terminado, Zervou tendrá capacidad para 3.000 personas. De momento, solo acoge a 300. Pretende sustituir a Vathi, conocido en Samos como «el campo de la vergüenza». «Sus condiciones de vida estaban entre las peores de las islas», explica a Alfa y Omega Louise Donovan, responsable de Comunicación en Grecia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). «Se espera que en Zervou sean más dignas». De momento, hay barracones y «la gente no tiene que pasar otro invierno ni otro verano tórrido en tiendas de campaña».

Con todo, Zervou se aleja de ser el lugar más deseable para pasar como mínimo varios meses. Daniela Steuermann, responsable médica de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Samos, ha entrado en él esta semana por primera vez. «Algunos váteres se han desbordado» y al principio «no había productos como papel higiénico», relata a esta publicación. A veces se corta la electricidad, y hay barracones donde el aire acondicionado no funciona. Un dato preocupante, pues la calefacción usa el mismo sistema. Ya ahora, apenas comenzado el otoño, «el viento se cuela» por las rendijas.

Otra queja frecuente es la comida, «una cantidad ínfima y de no muy buena calidad: un zumo de naranja y un trozo de pan para el desayuno y lo mismo para la cena, alimentos enmohecidos…». La consulta médica del campo abre dos días a la semana, y después de esperar tres o cuatro horas algunos pacientes no han recibido la atención necesaria.

La salud mental ha empeorado

A los padres les preocupan sobre todo sus hijos. No hay colegio para ellos, solo «un pequeño parque que abre de diez a doce de la mañana». En dos semanas la salud mental de pequeños y mayores «ha empeorado; sienten más miedo y ansiedad» y se agravan los «traumas, pensamientos autolesivos y depresión» que arrastran. «Podría aumentar la violencia», subraya Steuermann, que ya conocía muchos casos en Vathi.

«Se sienten como en una prisión», prosigue. Las autoridades de Grecia han asegurado a ACNUR que Zervou «no será un centro cerrado y que sus habitantes podrán entrar y salir». Pero Steuermann lo describe como un lugar «con un sistema de vigilancia y en medio de la nada», sin ningún servicio alrededor. Aunque puedan salir, la localidad más próxima está a dos horas a pie. Viven un poco mejor, pero aislados. Donovan, que valora positivamente algunos de los aspectos de la propuesta para un Pacto Migratorio y de Asilo de la Comisión Europea, recuerda sin embargo que «debería asegurarse el acceso de los solicitantes de asilo a los servicios y la interacción con la población local para facilitar su inclusión y la cohesión social».

Además, los refugiados temen que sea «su última parada» antes de ser deportados si su solicitud de asilo es rechazada. Un temor especialmente real para los afganos, que según ACNUR, son el 45,3 % de los 6.650 refugiados que hay en las islas (4.700 en campos), y el 30 % de los 103.000 de todo el país. Llegados hace uno o dos años, ahora temen ser devueltos a un país aun más peligroso que cuando huyeron de él. ACNUR ha pedido a Grecia y al resto de países que frenen sus deportaciones y reconsideren las solicitudes de asilo denegadas. Dentro de su labor de asesoramiento, también informan a los propios solicitantes de que pueden recurrirlas.