Gracias al Papa, los habitantes de Mariinka ya tienen calefacción
La asociación Emmanuel ha instalado una treintena de calderas de combustible sólido y ha dotado de leña a muchas familias que desde hace dos años no tenían gas en los gélidos inviernos ucranianos
Mariinka está a las afueras de Donetsk, la ciudad del este de Ucrania ocupada temporalmente por las fuerzas prorusas. La reciente escalada de la violencia en el frente y la cercanía a Donetsk ha condenado a esta localidad a vivir «entre dos fuegos». Desde 2014, los locales han vivido sin suministro de gas y, por tanto, sin calefacción en casa. Aunque esperaban que el suministro de gas se restaurara pronto, no fue así.
Además, con los precios del gas en este momento, pocos serían lo suficientemente valientes para encender sus calderas, pues no tienen ni trabajo ni dinero para pagar la factura. Llevan más de dos años entre el frío congelador de Ucrania y la desesperanza, viviendo con la sensación de que esta continua lucha por la supervivencia no acabará nunca.
Afortunadamente, hay gente en otros países que sentían este dolor como suyo y encontraron una salida. En septiembre de 2016, entre las misiones humanitarias que sirven en las regiones golpeadas por el conflicto en Ucrania oriental, se supo que una iniciativa del Papa Francisco había recaudado millones de euros para la gente del Dombás –la región que agrupa las ciudades de Donetsk y Lugansk–. Les costaba creer que existía la posibilidad de recibir una subvención de entre 20.000 y 250.000 euros.
¿Las subvenciones no son para nosotros?
La experiencia durante la guerra nos había hecho descubrir que las subvenciones no son para nosotros. Los medios hablaban sobre los millones de dólares y euros que llegaban a nuestro país, pero desgraciadamente ni la gente ni las entidades caritativas que trabajaban con los necesitados veían nada de este dinero ni de estos bienes. Estábamos acostumbrados a contar solo con nosotros mismos y con los fondos recaudados en Ucrania y en el extranjero. Era difícil creer que alguna organización pudiera recibir hasta un cuarto de millón de euros.
La Asociación Emmanuel había solicitado ayuda a varias organizaciones internacionales. Solo habíamos recibido respuestas negativas… o, simplemente, ninguna repuesta. Al mismo tiempo, nuestros trabajadores continuaban esforzándose por ayudar y, de hecho, lo lograban: miles de personas recibían ayuda humanitaria en forma de comida, pan, artículos de higiene, zapatos, estufas, madera, atención médica, rehabilitación de casa y evacuación. Sin embargo, no podíamos cubrir todas las necesidades que surgían.
Sin dudarlo, decidimos solicitar una subvención en el marco de la iniciativa El Papa con Ucrania. Estábamos deseando implementar proyectos que podían cambiar las vidas de la gente en la guerra. Enviamos ocho solicitudes: cuatro para subvenciones grandes, y cuatro para otras de menor cuantía. Los proyectos pretendían ofrecer atención médica, trabajo con niños, instalar calderas y dotar a la gente de madera y productos alimentarios y de higiene.
Hay 35, faltan 400
Esperábamos la respuesta conteniendo el aliento. El comité ejecutivo de la iniciativa recibió una cantidad enorme de solicitudes y a finales de diciembre finalmente se anunció que nos daban la oportunidad de implementar un proyecto piloto para instalar calderas de combustible sólido y dotar de madera a la gente, con una subvención de 250.000 euros.
Nuestro equipo, en estrecha colaboración con la administración de Mariinka, investigó exhaustivamente los hogares. Aproximadamente 400 necesitaban reconstruir su sistema de calefacción. Gracias a la subvención, pudimos comprar 35 calderas de combustible sólido. En total, hacen falta 394, y 429 si sumamos al pueblo vecino de Krasnogorivka. ¡Estamos en ello!
Después de hablar con Yury Malashko, responsable de la administración militar-civil de Mariinka, se decidió comenzar a instalar las calderas en la calle Karla Marksa. Para informar a la gente, el equipo colocó una pancarta con el Papa y el texto de sus palabras de bendición a la gente en los locales de la sede administrativa.
¿Es mucho pedir?
Al final del día, las 35 calderas encontraron su dueño. Durante los próximos diez días, un equipo de profesionales las instaló. Y, por supuesto, añadimos como extra ocho metros cúbicos de leña para cada casa. Hemos escuchado muchas palabras de agradecimiento de la gente: agradecimiento a la Iglesia, al Santo Padre y a su labor por nuestro país.
¿Es demasiado pedir una casa caliente? ¡En febrero, con un tiempo helador, no hacerlo puede costar una vida humana! Miles y millones de cristianos han pagado para que los necesitados de Ucrania puedan contar con ello. El amor de Dios no conoce límites ni confesiones. Nunca acaba. Habla a través de la gente, a través de cada uno de nosotros.
Galyna Kucher / El Papa con Ucrania