Gracias al apoyo de Manos Unidas. El futuro de la mitad del mundo - Alfa y Omega

Gracias al apoyo de Manos Unidas. El futuro de la mitad del mundo

La nueva presidenta de Manos Unidas, doña Soledad Suárez, estrenó cargo con una visita, en diciembre, a los proyectos que la entidad sostiene en Ecuador. Alfa y Omega la acompaña en su periplo por un proyecto de desarrollo para las comunidades indígenas de la sierra andina, un sistema de producción de cacao para pequeños campesinos y cisternas que limpian el agua contaminada por las plantaciones petrolíferas en el Amazonas. Ésta es la crónica:

Cristina Sánchez Aguilar
1
La esperanza llega al frío páramo andino

Llegar hasta Guayama Grande es casi imposible. Es una población completamente aislada de todo y de todos, con un acceso infernal por barrancos de piedra y barro. Allí, unas decenas de familias malviven entre el frío polar, la miseria y las ganas de salir adelante. El proyecto de desarrollo comunitario de Manos Unidas y MCCH-CESA ya ha llegado hasta ellos, y han podido cultivar altramuces gracias al vivero. Dos hermanas se cogen de la mano, con esperanza.

2
Fomentando el turismo

Mamá e hija bailan al son del charango en Shalalá, donde varias comunidades están montando un proyecto de turismo solidario frente al volcán Quilotoa, una de las zonas más hermosas de la sierra ecuatoriana. Andan, cada día desde su casa, decenas de kilómetros para llegar hasta el proyecto, pero ya no están solas. Ahora tienen una motivación para seguir y una oportunidad para vivir dignamente, gracias a su propio esfuerzo.

3
Los niños, el presente y el futuro

En San Patricio, los niños ya van a la escuela comunitaria que hay en Cocán. No es común encontrar, en medio de la sierra de Riobamba, a pequeños escolarizados un día de diario. Es la hora del recreo, y salen a jugar a la pelota, con sus uniformes escolares y zapatillas. La normalidad ha llegado a esta región, gracias al riego y los reservorios de agua, que durante dos años han logrado mejorar los cultivos de la zona. Hasta tienen una granja con cuyes, roedores que hacen las delicias de los paladares de los vecinos.

4
La presidenta, feliz

No había pasado un mes del nombramiento de doña Soledad Suárez como nueva presidenta de Manos Unidas, cuando viajó a Ecuador con un grupo de periodistas, para visitar los proyectos de la zona. Aquí está con las niñas de la comunidad de San Patricio, en Cocán, un paraje a 3.800 metros de altitud sobre el nivel del mar. «Mi viaje ha sido para dar las gracias, a toda esta gente, por lo que ofrecen a Manos Unidas, y también para recibir su gratitud», afirma. «Pero también he venido a ver y contar que existe mucha gente que vive en situaciones de indignidad por una injusticia estructural que hay que conseguir cambiar», añade Soledad. Mientras acaricia a una pequeña, la presidenta de Manos Unidas recuerda que, «desde España, tenemos mucho que hacer. Se pueden cambiar los hábitos de consumo, por ejemplo, para que las grandes empresas no pisoteen los derechos de estas personas».

5
Agua contaminada por las petroleras

Ella es Jennifer. Su familia está enferma porque beben y se bañan en agua contaminada por las explotaciones petrolíferas. Vive en un poblado a las afueras de Coca –en la Amazonia ecuatoriana–, con su padre y su hermana mayor. Su padre difícilmente puede pagar los tratamientos médicos para la enfermedad del riñón de su hija mayor, o las constantes infecciones de la pequeña. Manos Unidas ha instalado en su casa una cisterna para potabilizar el agua.

6
Comunidades que trabajan unidas

Llegar hasta la comunidad de Palmira es una odisea. Está en lo alto del páramo andino, y hasta hace un par de años, escasamente, vivían en la más absoluta pobreza. Gracias al proyecto de desarrollo de las comunidades indígenas en el que colabora Manos Unidas, el sistema de riego ha devuelto la vida a los campos y los pobladores de la zona trabajan juntos para sacar partido a los cultivos. Ya se pueden ver campos verdes y animales pastando en la zona.

7
El negocio del cacao

Gracias al apoyo de Manos Unidas, en el cantón Eloy Alfaro de Esmeraldas, el tercero más pobre del país, los pequeños productores campesinos son los principales responsables del proceso de cultivo y transformación del cacao. Las grandes empresas ya no tienen el monopolio de las plantaciones y, ahora, con la venta del cacao, no se explota a los productores, sino que se vende a través de la red de Comercio Justo, de la Fundación Maquita.

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