Gentes: Ignacio Aréchaga, director de Aceprensa (en El Sónar-Aceprensa)
Oponer al cristianismo de base con los obispos ha sido un cliché asentado en la información religiosa. Las comunidades de base pretendían representar el sentir popular frente a la Iglesia oficial. Parecían un pueblo en marcha hacia la Iglesia del futuro, pero parece que el principal problema de estas comunidades es que se han quedado sin pueblo. Lo que pasa es que el cristiano popular, el que va a la parroquia los domingos, el que colabora en Cáritas y el que lleva a sus hijos a un colegio católico, confía más en los obispos que en gente que quiere reinventar otra forma de ser Iglesia.
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