Gänswein: «La acusación de que Benedicto XVI mintió es absurda»
El secretario del Papa emérito atribuye el revuelo por su supuesta inacción ante casos de abusos a que «es una ocasión ideal de saldar cuentas» para quienes «nunca lo han amado»
Benedicto XVI «espera que se lea su carta con esa sinceridad de intelecto y de corazón con la que se ha escrito, con la mirada vuelta al Señor». El secretario personal del Papa emérito, Georg Gänswein, ha abordado este miércoles, en entrevista con el Corriere della sera, los acontecimientos de las últimas semanas, desde que el 20 de enero un informe sobre abusos de la archidiócesis de Múnich y Frisinga. En él se acusaba al que fue su arzobispo entre 1977 y 1982 de no actuar ante cuatro casos de los que supuestamente había tenido conocimiento.
El martes, se hizo pública una carta del Papa alemán en la que manifestaba su «profunda vergüenza, gran dolor y sincera petición de perdón». Gänswein admite que la carta parece un testamento espiritual. «Es la imagen de sus sentimientos, de su sinceridad moral e intelectual. Mientras la escribía, pensaba en las víctimas de abusos. Y delante de sus ojos tenía a Dios mismo».
«Quien lo conoce sabe que la acusación de haber mentido es absurda», afirma el prelado alemán, cuyo libro Cómo la Iglesia católica puede restaurar nuestra cultura acaba de presentarse en Italia. Pone como ejemplo un artículo del cardenal Fernando Filone, sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos Generales entre 2007 y 2011, en L’Osservatore Romano. Su escrito subraya la «profunda y altísima honestidad moral e intelectual» de Benedicto y da fe de que «nunca ha encontrado en él sombra alguna o intento de esconder o minimizar ninguna cosa».
«Fue el primero»
Gänswein apela además a todo lo que Ratzinger «ha dicho y hecho en relación con toda la cuestión de la pedofilia. Ha sido el primero en actuar como cardenal», ya «durante el pontificado de Juan Pablo II». Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe entre 1981 y 2005, «cambió la mentalidad corriente y estableció la línea en la que el Papa Francisco está prosiguiendo». A partir de 2005, «como Papa ha continuado en la línea de la transparencia». Una realidad «muy diferente a lo que circula en muchos medios».
Su mano derecha resalta que el análisis de las acusaciones realizado por los colaboradores del Pontífice emérito y hecho público junto con la carta «da una respuesta clarísima» a la afirmación de que durante una reunión el 15 de enero de 1980 dio una encomienda pastoral a un sacerdote implicado en un caso de abusos. «Sí, hubo ese error» de decir en un principio que el arzobispo Joseph Ratzinger no había estado en esa reunión.
Luego se informó de que si bien asistió a la cita, en ella no se trató si el sacerdote en cuestión había cometido abuso sexual y tampoco se le encargó ninguna tarea pastoral. Fue un error «de redacción, no de intención», del que «ninguno» de los miembros del equipo de colaboradores «se dio cuenta». Al hacerlo, «Benedicto lo sintió mucho».
Con todo, «un error y una mentira son dos realidades distintas. Y la sustancia no cambia. Los mismos autores del informe respondieron que no hay “pruebas”. No puede haberlas». De los otros tres casos, los colaboradores añaden: «En ninguno de ellos, Joseph Ratzinger tuvo el conocimiento o la sospecha de abusos sexuales. El informe no aporta ninguna prueba de lo contrario», y de hecho solo habla de «probabilidad».
«Quieren destruir su persona y su obra»
El secretario del Papa alemán atribuye la repercusión mediática de lo ocurrido a «una corriente que quiere destruir a la persona y a su obra. Nunca han amado a su persona, su teología, su pontificado. Y ahora es una ocasión ideal de saldar cuentas; como la búsqueda de una damnatio memoriae». Otros muchos «se dejan engañar por este ataque vil; hay mucho barro. Es triste». Admite que «hay algo profético en todo esto, aunque hubiera preferido ahorrármelo y que no fuera así».
No son los únicos sinsabores a los que se refiere Gänswein en la entrevista. Lamenta también cómo fueron recibidas en 2016 sus palabras sobre un «ministerio petrino ampliado», del que tras su renuncia Benedicto sería la rama contemplativa. «Desgraciadamente existen personas que querían, y aún quieren, instrumentalizar mis palabras para sembrar cizaña entre el Papa Francisco y su predecesor».
A la pregunta de cómo se encuentra Benedicto, responde que «físicamente es un hombre muy débil, como es natural a su edad». Una debilidad que, sin embargo, «no quita nada a su presencia espiritual e intelectual».