Funeral por la niña de Montealto: «El Señor ha cumplido su promesa» - Alfa y Omega

Funeral por la niña de Montealto: «El Señor ha cumplido su promesa»

Multitudinaria celebración en el colegio para despedir a la niña fallecida en un atropello la semana pasada en Madrid. «Mariquilla ahora ha encontrado un Amor mucho más grande», dijo el capellán que le dio la extremaunción

Redacción
Imagen del funeral en el exterior del colegio Montealto. Foto: Aleteia.

«Álex y María, hace algunos años llevasteis a vuestra hija a bautizar y cuando el sacerdote os preguntó qué pedías a la Iglesia para María, respondisteis: “La vida eterna“. El Señor ha cumplido esa promesa. La separación de vuestra hija es dura, pero sabéis dónde está y que la volveréis a tener en brazos»: así se dirigió Ignacio Belzunce, capellán de Montealto, a los padres de la pequeña María durante el funeral celebrado el martes en su colegio, según cuenta Aleteia.

Al sepelio acudieron cientos de familias que quisieron arropar a los padres de María y también a la madre del colegio que atropelló accidentalmente a la pequeña. «No se pierde aquello que sabemos dónde está y que estamos seguros que recuperaremos. Mariquilla [como llaman a la niña en su hogar] está en el cielo», aseguró Belzunce, precisamente el sacerdote que pudo dar la extremaunción a la niña antes de morir y que también presenció el abrazo entre ambas madres.

«El día del accidente, cuando me acerqué a Mariquilla en sus últimos momentos, allí estabas tú María, rota de dolor y diciendo que la querías», contó el sacerdote durante el funeral. «Una profesora y otro padre trataban de reanimarla. Yo me arrodillé, le cogí la manita y le hice la señal de la cruz en la frente. Lo mismo que hicisteis los padres el día de su Bautismo. No percibí desesperación, solo el amor de una madre a su hija. Mariquilla ahora ha encontrado un Amor mucho más grande», añadió.

Belzunce dijo asimismo que «todos los que formamos parte de Montealto y otras muchas personas hemos experimentado que estamos siendo inundados por esa ola gigante de amor y de esperanza. Como en la cruz de Jesús, experimentamos dolor, pero al mismo tiempo una experiencia de ser amados por Dios como nunca la habíamos sentido antes».

En este sentido, «todos estamos sorprendidos por el impacto que la muerte de Mariquilla ha provocado en nosotros y en otras muchas personas. El abrazo de consuelo y de amor que las dos madres os distéis ese día nos ha tocado el corazón a todos. Muchas personas comentan sorprendidas: “¿Cómo es posible un gesto de amor tan apabullante?”».

Tres lecciones

El capellán señaló que este acontecimiento puede ayudar a aprender tres lecciones. «La primera es la lección del amor. El abrazo que os disteis fue un abrazo de amor por el que os consolasteis mutuamente. En un mundo en el que hay tanta violencia, tanto rencor y tantas rupturas en las relaciones personales, Dios no está enseñando que podemos amar al prójimo», afirmó. Por eso, «podemos ver a los demás como alguien por quien el Señor ha dado la vida y no alguien que ha querido hacernos daño. La cruz de Jesús nos transforma y nos da la capacidad de amar y perdonar en situaciones límite».

La segunda lección es la unidad familiar, pues «ha sido una maravilla ver cómo las familias habéis sido una piña, cada una por su cuenta y después entre vosotros. El día de vuestro matrimonio dijisteis que estaríais juntos en las alegrías y en las penas, y estos días han sido una confirmación de esa promesa. Ya sé que no os sentís héroes, ni que nadie os va a llamar así, pero cuando sacáis adelante vuestras familias un día y otro, no raramente en medio de dificultades, para Dios lo sois».

La tercera lección es la oración. «Estos días hemos rezado como nunca –concluyó el capellán–. Hemos puesto vuestras familias en las manos de Dios. Le hemos pedido que os conforte y os acompañe. Y hemos comprobado que Dios no falla cuando se acude a Él. Nos ha llegado una intensidad de oración de miles de personas. Y por eso hoy estamos aquí con mucho dolor, pero con mucha paz. Dios ha mostrado su grandeza en vuestra pequeñez porque revela sus misterios a los pequeños. A veces, durante estos días, al comprobar todas estas lecciones he mirado al cielo y he pensado: ¡Hay que ver, Mariquilla, la que estás liando desde allí arriba!».