Fundamentalismo religioso y reparto de vacunas, a debate - Alfa y Omega

Fundamentalismo religioso y reparto de vacunas, a debate

El presidente italiano aseguró en el cierre del G20 interreligioso, que tuvo lugar la pasada semana en Bolonia, que el diálogo es el «motor de los valores universales»

Victoria Isabel Cardiel C.
Foto de familia tras la ponencia del presidente del Parlamento Europeo, el pasado 13 de septiembre
Foto de familia tras la ponencia del presidente del Parlamento Europeo, el pasado 13 de septiembre. Foto: Prensa G20 Interreligioso / Rosalba Sacco.

«Hay un tiempo para sanar», dice el Eclesiastés. Un verso bíblico que sustentó los debates del G20 interreligioso, donde se reunieron más de 200 líderes religiosos y políticos bajo el paraguas de la dimensión espiritual. Esta frase encierra cierto optimismo, pero también trasluce la enfermedad de querer acabar con el otro a toda costa. «En la pandemia de la guerra –como la definió el arzobispo de Bolonia, el cardenal Matteo Zuppi– las religiones son siempre protagonistas. Ya sea porque se quedan sin ganas de desarmar los corazones, porque los excitan o porque son sordas al grito de las víctimas».

«La pertenencia a una religión hace que la fe sea una palanca para la paz»
Alberto Melloni
Cátedra de Pluralismo Religioso y Paz de la Unesco

El G20 de las religiones es una cita importante contra los predicadores de odio y escenifica que la única respuesta ante la violencia homicida es ver al otro como un hermano. Tal y como propone el Papa en Fratelli tutti. Una convicción más sólida si cabe ante la crisis desatada en Afganistán tras la salida de las tropas extranjeras. «Vemos con claridad cómo la amenaza del terrorismo no se puede combatir solo con las armas. Hay que impedir que los fundamentalistas instrumentalicen la religión», señaló Marina Sereni, viceministra de Asuntos Exteriores de Italia. Para el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, lo fundamental es «abatir las barreras psicológicas, culturales y teológicas» que operan en el interior de todas las confesiones.

«Un Estado laico no debe interpretarse como una barrera»
Marina Sereni
Viceministra de Asuntos Exteriores de Italia

La cita que este año se desarrolló en la ciudad italiana de Bolonia dio inicio con el recuerdo de la sangre derramada por el fundamentalismo religioso. 40 años de armas que han dejado un reguero de 3.000 atentados y más de 5.000 muertos en diversos lugares de culto en todo el mundo. El injusto reparto de las vacunas contra el coronavirus también ocupó parte de las alocuciones. El primer ministro de Sri Lanka, Mahinda Rajapaska, incidió en que la cooperación internacional debe afianzarse para ganarle la batalla a la pandemia. «Las vacunas y otras protecciones deben ser accesibles a todo el mundo, con acuerdos firmes para que las naciones menos ricas sean asistidas por las organizaciones internacionales y por los países con economías más fuertes», reclamó.

El presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, recalcó que la «fraternidad y la cooperación» son las únicas vías para sanar las heridas del mundo. El presidente italiano, Sergio Mattarella, cerró las sesiones con un mensaje de realce del diálogo interreligioso como el «motor de los valores universales».

En cifras

3 días de debates con invitados de más de 70 países

200 líderes religiosos, políticos, diplomáticos y expertos en geopolítica y religión

32 sesiones de trabajo durante dos días en Bolonia