«Fui un niño inmigrante en Estados Unidos»
Roberto llegó con sus padres a El Paso (Texas) cuando tenía 1 año y medio. Ahora que ya ha acabado la carrera, se dedica a defender los derechos de los inmigrantes y también ha hecho voluntariado con otros niños recién llegados al país
Roberto nació en la ciudad mexicana de Juárez. Pero «todos mis recuerdos son en El Paso», la localidad de Estados Unidos que está justo al otro lado de la frontera. Incluido el primero, que nos cuenta riéndose: «Con 2 años, me puse a comer tierra en el campo y toda mi familia, que estaba jugando al fútbol, vino corriendo para pararme». Unos meses antes había cruzado con sus padres el río Bravo, que separa los dos países, para buscar una vida mejor. «Mi hermana, que tenía 5 o 6 años, me ha contado cómo nos subieron a hombros para cruzar. Al otro lado había gente esperándonos. Nos montamos en una furgoneta, y nos llevaron a la casa de mis tíos».
Su tía era estadounidense. Vivieron durante dos años con ellos. «Mi hermana empezó a ir a un colegio público. Nosotros éramos inmigrantes ilegales, pero aquí puedes ir a la escuela aunque no tengas los papeles» que te dan permiso para vivir allí. Si se ponían enfermos, los llevaban a una clínica donde los médicos te atienden aunque seas inmigrante ilegal.
Sus padres lo tuvieron más difícil porque no tenían permiso para trabajar en el país. Encontraban trabajo (el padre en la construcción, la madre en fábricas, bares y restaurantes), pero algunos empresarios se aprovechaban de su situación para pagarles menos y tratarlos peor. Si se quejaban, los amenazaban con denunciarlos a la Policía para que los devolvieran a su país. Al vivir en un lugar con tantos hispanos, Roberto nunca tuvo problemas con ser mexicano. «Pero no podía decir que éramos indocumentados. Además de causarles problemas a mis padres, a mí me podían acosar en el colegio. También te miraban mal si fuera de clase hablabas español en vez de inglés».
Poco a poco, la situación de toda la familia se ha ido arreglando. La hermana de Roberto se convirtió en ciudadana al casarse con un estadounidense, y ha conseguido que a sus padres les den el permiso de residencia. Roberto terminó la carrera, pero su situación es menos segura. En 2012, el Gobierno decidió que los inmigrantes ilegales que hubieran llegado al país siendo niños, como él, podían trabajar legalmente y no ser deportados. A estos jóvenes los llaman dreamers o soñadores. Pero ahora el presidente Donald Trump quiere eliminar esta protección. Si eso ocurre, Roberto volvería a ser ilegal.
La situación es peor ahora
Él está dispuesto a hacer todo lo que haga falta para quedarse en el único país que conoce, Estados Unidos. Ha creado una asociación con más dreamers, y además de manifestarse para pedir que se respeten sus derechos, ayudan a otros inmigrantes. «Hace un año llegaban a El Paso muchos inmigrantes. Nosotros hacíamos voluntariado con ellos, dando clases de inglés a los niños». Ahora ya no, porque el Gobierno está siendo muy estricto. «La situación es peor que cuando llegamos nosotros, porque obligan a la gente a quedarse en Ciudad Juárez, donde hay colas de gente durmiendo en la calle. Ahora aquí hace bastante frío. Otra cosa muy fea es lo que pasó el año pasado, cuando la Policía de la frontera separaba a los niños de sus padres. Eso es muy traumático».
Quedan muy pocos días para enviar a niños inmigrantes de Ciudad Juárez y El Paso vuestras cartas, felicitándoles la Navidad y deseándoles que ellos y sus familias puedan conseguir un futuro mejor. Tenemos que recibir vuestras felicitaciones antes del 13 de diciembre. Deben estar escritas en español e incluir vuestro nombre y edad. Además, no pueden contener objetos metálicos o parecidos, como lentejuelas o papel metalizado. Podéis enviarlas a: