Fuego amigo por cuidar a los ancianos: «Hasta en el púlpito hablaban de mí» - Alfa y Omega

Fuego amigo por cuidar a los ancianos: «Hasta en el púlpito hablaban de mí»

Luisa Sosa Fontela dedicó su vida a los mayores y recibió por ello muchas críticas por parte de los sacerdotes. «Más de uno, al marcharse, me pidió perdón por “todo”, perdón que yo de antemano tenía concedido»

José Calderero de Aldecoa

Hoy las personas mayores son uno de los colectivos más vulnerables de la actualidad. A ellos les dedicó su existencia Luisa Sosa Fontela, que nació un 14 de enero pero de 1918.

Con 21 años, la joven llevaba muchos años preguntándole al Señor «¿Dónde te serviré mejor?». En un primer momento, se fijó especialmente en los enfermos de tuberculosis, a los que atendió a diario a pesar de tratarse de una enfermedad muy contagiosa y mortal en aquella época. Pero, una década después, Luisa sintió que Dios le pedía que fijara sus ojos en las personas mayores. «Era la población más vulnerable de la época y ella tenía predilección por los pobres y desamparados», asegura su sobrina nieta Celia Hierro Fontenla.

Incomprensiones y críticas

Sin embargo, su labor no fue siempre comprendida. «Desde que empezamos a visitar enfermos, se levantó contra nosotras una ola de críticas terrible», dejó escrita la propia Madre Luisa antes de su muerte en 2017. «Mientras habíamos sido unas jóvenes despreocupadas de los demás, no hubo críticas, pero ahora sí. ¡Es curioso!».

La perplejidad también invadió a la que fue la fundadora de la Obra de Jesús Nazareno de Nerva por el hecho de que «los abanderados principales en esta campaña de críticas acerbísimas, de auténticas y terribles calumnias, fueron siempre los sacerdotes». Hasta en «el púlpito –entonces se usaba- hablaban de mí. ¡Fue horrible! Y es el caso que cuando yo hablaba con ellos, siempre estaban bien conmigo. Rara vez me atacaron de frente y aún en estos casos, quedaban amiguísimo».

Las críticas fueron en aumento a cada paso que daba Sosa Fontela, pero «llegaron al paroxismo» cuando las hermanas de la Obra de Jesús Nazareno de Nerva recogieron a «la primera anciana y seguimos recogiendo más». De la fundadora, «dijeron todo lo más malo que se pueda decir de una persona y en todos los sentidos. Y las demás, por el solo hecho de estar unidas a mí eran anatematizadas de la misma manera», dejó escrito.

Testimonio de perdón

Y ante sinsentido, ¿cómo reaccionó la madre Luisa? «Lo llevamos bien, gracias a Dios, y no paró en nada nuestra labor. Yo me valí de un razonamiento muy simple. Miraba al Señor de cara y le decía con toda mi alma: “Señor, Tú sabes que todo lo que dicen es mentira, pero sabes también que tengo otras muchas cosas que son verdad y que no las dicen porque no las saben. Pues lo uno por lo otro. Que no me falte Tu Gracia es lo único que te pido, para llegar hasta el final”.

En ese final, no en el de la fundadora sino en el de los curas criticadores, todos se arrepintieron «e incluso algunos nos hicieron grandes favores. Más de uno, al marcharse, me pidió perdón por “todo”, perdón que yode antemano tenía concedido».

Proceso de canonización

Luisa Sosa Fontenla falleció el 25 de noviembre de 2017, víspera de Cristo Rey. La enterraron un día después, en el 67 aniversario de la llegada a su casa de la primera anciana a la que recogieron.

Al haber fallecido hace tan solo tres años «no puede abrirse la causa» de canonización, pero ya tiene «asignado postulador». Se trata del «vicario General de la Archidiócesis de Sevilla, Teodoro Muñoz», explica su sobrina nieta Celia Hierro Fontenla. «Me dicen la hermanas que están impresionadas por la gran devoción tan que está despertando, y que quizás se debe a la vida tan escondida que siempre llevó», concluye.