Ataque en Algeciras: «Fue directo a por los sacerdotes»
El yihadismo ha dejado en segundo plano los grandes atentados en España y trata ahora de cometer ataques «de forma individualizada», como ocurrió la semana pasada en Algeciras
«Lo merecían. La auténtica fe es Alá», se empeñaba en repetir una y otra vez Yassine Kanjaa ante la Policía tras entrar en dos iglesias céntricas de Algeciras y herir al salesiano Antonio Rodríguez Lucena —ya fuera de peligro— y asesinar a machetazos al sacristán de Nuestra Señora de la Palma, Diego Valencia, casado y con dos hijos.
El pasado lunes, el juez de la Audiencia Nacional encargado del caso, Joaquín Gadea, envió a prisión a Kanjaa a la espera de juicio. «Se puede calificar como un ataque yihadista», argumentó el magistrado, al mismo tiempo que confirmó que el detenido había sufrido «un proceso de radicalización religiosa». Unas palabras que ponen luz en el debate sobre si se trataba de una persona con problemas mentales, como se dijo en un principio, o era realmente un lobo solitario, como se conoce habitualmente a este tipo de sujetos, que seguía los preceptos de una interpretación radical del islam.
Este caso quizá se deba al cambio de táctica del terrorismo yihadista internacional en nuestro país. Los grandes atentados con explosivos parecen haber pasado a un segundo plano. «Para cometer este tipo de ataques se requiere mucha preparación y el operativo suele ser muy grande, por lo que enseguida llaman la atención de la Policía», explica a este semanario Antonio Alonso, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo y experto en yihadismo. Ahora, las grandes organizaciones terroristas como el Dáesh, «han impulsado a sus fieles a realizar atentados de forma individualizada». Según Alonso, ya no hace falta, ni siquiera, que el líder de turno dé una orden. Uno puede radicalizarse por internet, coger un cuchillo o un vehículo, y tratar de causar el mayor número de daño posible. Como supuestamente ha ocurrido en el caso de Algeciras.
Noche en vela ante el sagrario
El ataque recuerda al perpetrado el 26 de julio de 2016 en la iglesia parroquial de Ruan (Francia). Tiene un modus operandi similar y un objetivo idéntico: la Iglesia católica y sus sacerdotes. Para el experto del CEU, sin embargo, esto no es ninguna coincidencia. «Los católicos están en la mirilla de los yihadistas», apunta Alonso. «Son dos casos muy parecidos». Y como el padre Hamel, hoy en proceso de beatificación, Diego también «es un mártir». «De alguna forma, murió defendiendo la vida de un sacerdote, la mía, que era el objetivo real del ataque», subraya Juan José Marina, párroco de Nuestra Señora de la Palma, en conversación con Alfa y Omega.
Según Marina, el atacante iba buscando al cura, pero se equivocó. Una posibilidad que también subrayó el juez Joaquín Gadea, encargado del caso. «Su intención era matar a todos los sacerdotes que se encontraban en la iglesia», aseguró el magistrado. Lo saben porque en la primera capilla en la que entró, la de San Isidro, «gritó a los fieles que no les pasaría nada», añade el párroco. «Sin embargo, se fue directo a por el sacerdote», el salesiano Antonio Rodríguez.
A continuación, el supuesto terrorista se marchó corriendo hacia la iglesia de la Palma, a pocos metros, y repitió el modus operandi. «Al entrar, se cruzó con una catequista que, de rodillas, le suplicó por su vida, pero él pasó de largo y se fue hacia el sacristán, al que confundió con el sacerdote porque estaba recogiendo los vasos sagrados tras la Eucaristía».
Tras lo ocurrido, el sacerdote no pudo ni quiso conciliar el sueño. «Me he pasado la noche entera ante el sagrario preguntando por qué, por qué era el sacristán el que estaba en el suelo y no yo, y rezando por Diego», confesó a este semanario. El atentado ha sido un golpe muy duro para la parroquia. «La comunidad está totalmente hundida y con miedo», reconoce el párroco. No obstante, espera que la sangre de «nuestro querido Diego», al igual que la de todos los mártires, «fortalezca a cada miembro», pide, al mismo tiempo que llama a desterrar prejuicios. No existe «ningún problema» con los musulmanes. De hecho, «a nuestra parroquia vienen asiduamente» personas de esta religión, a los que «atendemos a través de Cáritas», dijo Marina en declaraciones a laSexta el mismo día del funeral del sacristán. «Ahora nos encontramos con personas del islam acompañándonos y rezando con nosotros. Esto no tiene nada que ver con el islam. Una persona ha tomado el nombre de Dios en vano y ha derramado sangre», añadió.
Su opinión coincide con la de Ismail Cuellar, secretario general de PRUNE, el primer partido de inspiración musulmana que se creó en España con sede, precisamente, en Algeciras. «Ante lo ocurrido mostramos nuestra condena más absoluta. Esta persona ha hecho una interpretación equivocada del islam y tiene que estar en la cárcel, al igual que cualquiera que le haya podido ayudar», concluye Cuellar.