Fray José de Sigüenza - Alfa y Omega

Fray José de Sigüenza

Mª Cristina Tarrero Alcón
Foto: Biblioteca Nacional

El padre Sigüenza no nació en la capital, pero vivió en el monasterio de El Escorial durante el reinado de Felipe II. Fue poeta, teólogo e historiador…

Nacido en la localidad de Sigüenza en 1544, pronto demostró su inteligencia puesto que, con tan solo 12 años de edad, tenía cocimientos de filosofía, retórica y gramática. Comenzó sus estudios en la Facultad de Artes de la Universidad de Sigüenza, obteniendo el grado de bachiller. Intentó alistarse en el Ejército para participar en el sitio de Malta, pero la enfermedad lo retuvo en tierra. Ingresó en el convento del Parral de Segovia y más tarde retomó sus estudios siendo ordenado sacerdote. En su ciudad natal ejerció como profesor, pero en 1584 fue trasladado a El Escorial, donde llamó a atención de Felipe II, con el que pronto se entendió.

Felipe II no fue un monarca al uso, sino un hombre de formación, preparado por su padre y con grandes proyectos culturales y religiosos. El rey le encomendó las labores de bibliotecario, archivero, reliquero y la predicación en el monasterio. La biblioteca no era solo un depósito de libros, sino un espacio escogido donde aprender y descubrir. Humanistas como Juan Páez de Castro o Arias Montano colaboraron en su creación. Astrolabios, esferas, instrumentos matemáticos, grabados, retratos… todo tenía cabida. Fray José, como bibliotecario, dispuso no solo sobre los libros, sino cómo y dónde se debían colocar. Así, por ejemplo, en el salón principal debían ponerse los libros impresos de autores antiguos que debían estar con los cantos dorados de forma, que diesen una sensación de uniformidad. Proyectó las alegorías del techo, hizo representar las siete materias que eran objeto de estudio…

Desde el punto de vista histórico nos dejó un gran legado. Escribió sobre la historia de la orden jerónima y sobre la fundación del monasterio de El Escorial. Describió la vida en el monasterio, las entregas de reliquias, los proyectos no ejecutados, la vida de los obreros… Su fama como orador corrió por la corte y sus sermones alegóricos y de gran profundidad llamaron la atención, y finalmente fue reclamado por el tribunal de la Inquisición de Toledo, presentándose de forma voluntaria. Encarcelado en el monasterio de Santa María de Sisla durante casi un año, fue absuelto por unanimidad.