«Francisco toca a los migrantes con la mano»
Un nuevo libro escrito a cuatro manos por el cardenal Michael Czerny y el sacerdote Christian Barone recoge la continuidad de las enseñanzas del Papa Francisco con el Concilio Vaticano II, especialmente en materia de fraternidad
Este es un libro que se cuece a fuego lento y deja poso. Fraternità, segno dei tempi. Il magistero sociale di Papa Francesco (Fraternidad, señal de los tiempos. El magisterio del Papa Francisco), escrito a dos manos por el cardenal Michael Czerny y el sacerdote Christian Barone, es la prueba irrefutable de que las coordenadas que estructuran las enseñanzas del Papa plantan sus raíces en el Concilio Vaticano II. Unas páginas que «nacen de la exigencia de complementar Fratelli tutti con una reflexión que ayude a los demás a comprender toda su complejidad», indica el más joven de los autores, que enseña Teología en Sicilia.
La última encíclica del Papa es la cumbre de su pontificado, que cumplirá nueve años en marzo. Es su particular legado a un mundo herido por la pandemia, el hambre y las guerras. Pero gracias a este volumen, publicado en italiano el pasado jueves, aprendemos que su receta para doblegar el rebrote de nacionalismos y extirpar el egoísmo de la sociedad tiene poco de novedoso. «El magisterio social de Francisco cabalga en el discurso de Pablo VI respecto a la fraternidad universal. También insiste en otros temas propios del Concilio Vaticano II como la postura dialogante, la importancia de la sinodalidad, la necesidad de vivir la Iglesia en comunión o la valorización del papel de los laicos», asegura Barone.
Han pasado seis décadas desde aquella iniciativa revolucionaria para la Iglesia que se plasmó en Gaudium et spes, el nombre con el que se bautizó a la constitución pastoral del Concilio Vaticano II. Sin embargo, todavía no saboreamos todos sus frutos. Su implementación es un «proceso orgánico y lento» que «tardaremos siglos en poner completamente en práctica», asegura Czerny. Por eso el Papa le está dando un nuevo impulso. Francisco pide a los hombres que marchen por el mundo «como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos», abriendo grietas de esperanza en los muros de la polarización. Y propone como modelo al buen samaritano que ayuda a un hombre herido sin importarle quién es, qué opina o de dónde viene. Una opción preferencial por los pobres que algunos han tildado erróneamente de buenista. «Las prácticas asistencialistas nos dan esta imagen de una persona rica que da cosas a un pobre en un sentido unidireccional», asegura Czerny. «Imponen un sistema jerárquico», agrega Barone. Pero, en realidad, cuando el Papa habla de ir a las periferias está pidiendo algo mucho «más difícil», que es permitir al otro «recuperar su propia dignidad desde la simetría». Es un encuentro «entre iguales» con los desamparados, amasado «desde la fraternidad», en el que al final no se sabe «quién ha recibido más», señala Czerny.
Christian Barone
Nacido en Ragusa (Sicilia) en 1982, se doctoró en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana. Estudió Ciencias Cognitivas, Antropología y Teoría de la Comunicación en la Universidad de Messina.
Michael Czerny
Es el subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Anteriormente ocupó puestos de responsabilidad en los jesuitas, entre ellos la dirección del Secretariado para la Justicia Social en la Curia General Jesuita y de la African Jesuit AIDS Network.
El subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral explica que era necesario «hacer explícitas y específicas las fuentes de las que bebe el magisterio social de Francisco», entre otras cosas para callar las voces de quienes intentan deslegitimarlo. Una minoría –muy ruidosa– que pretende emborronarlo todo sembrando dudas sobre la solidez doctrinal de sus enseñanzas o difundiendo sospechas sobre los puentes con la tradición. Algo del todo equívoco. «El Papa lleva a primer plano aspectos del Vaticano II que parecen nuevos, pero que en realidad tienen todo el respaldo de los padres conciliares», apunta Barone. A esos que critican, «hay que tratarlos como hermanos y hermanas», concluye Czerny. «Es lo que hace el Papa —asegura Barone—, que antepone los gestos a las palabras».
Los autores se conocieron gracias a la amistad común de un jesuita mexicano. Este párroco diocesano y este cardenal de la Curia romana encarnan la riqueza de dos generaciones de la Iglesia, «una que ha respirado el aire del Concilio Vaticano II y otra que lo ha estudiado», en palabras de Czerny. Pero ambas miran al mismo horizonte: permitir que la revelación de Dios ilumine aspectos distintos de la realidad humana. Una pluralidad que está incluida en el Nuevo Testamento con los evangelistas, que dan «cuatro perspectivas distintas de la misma experiencia del Resucitado», apunta Barone.
La escucha directa
Otro elemento clave que se subraya en el libro es la «escucha directa» que se deriva precisamente de una actitud abierta al encuentro. «Se puede observar desde la distancia, pero para escuchar hay que estar cerca físicamente», manifiesta Czerny. La identificación de este cardenal en medio de las birretas rojas es fácil. Basta ver la cruz de madera que lleva colgada al pecho, hecha con los restos de una barca de inmigrantes que llegó hasta la isla italiana de Lampedusa. Czerny hace autocrítica cuando dice que su generación ha entendido la pastoral «como un paso demasiado analítico». «No lo hemos aplicado de manera suficientemente existencial, como sí lo hace el Papa con los gestos. Francisco no realiza una abstracción teológica sobre la cuestión de los inmigrantes, sino que va a Lampedusa a tocarlos con la mano. Esto es lo que provoca la enseñanza y el magisterio social», reseña.
Con esta perspectiva no llama la atención que en la presentación del libro en el Vaticano estuviera el activista de Costa de Marfil Aboubakar Soumahoro, quien lleva una década denunciando las pésimas condiciones de trabajo de los inmigrantes en el mercado negro italiano. Soumahoro, que ha hecho suyas las palabras del Papa y se pasa los días visitando los campos de la periferia para defender los derechos de los temporeros, convirtió a los invisibles en los protagonistas de su alocución. «Hoy estamos en la era del distanciamiento físico, acompañada por la era de la distancia sentimental», aseguró, mientras reivindicó la fraternidad que pide Francisco. Como se lee en el libro, «los pobres nos evangelizan, nos ponen en crisis, nos recuerdan el radicalismo del Evangelio».
Michael Czerny y Christian Barone
Libreria Editrice Vaticana
2021
264
12 €