Francisco: «Si cerramos el corazón a un hermano, estamos lejos de Jesús» - Alfa y Omega

Francisco: «Si cerramos el corazón a un hermano, estamos lejos de Jesús»

El Papa subraya en el ángelus el doble mandamiento del amor a Dios y al prójimo

Redacción
Francisco durante el rezo del ángelus este domingo

El Papa Francisco ha rezado este domingo la oración mariana del ángelus junto a cientos de fieles en la plaza de San Pedro. Se ha referido al texto del Evangelio de este domingo, y ha recordado la respuesta de Jesús a un doctor de la Ley: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente», a lo que añade: «El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

En este contexto, el Papa ha explicado que este doble mandamiento «es una de las principales novedades de la enseñanza de Jesús», pues establece «dos fundamentos esenciales para los creyentes de todos los tiempos». El primero es que la vida moral y religiosa «no puede reducirse a una obediencia ansiosa y forzada, sino que debe tener como principio el amor». El segundo es que el amor «debe tender inseparablemente hacia Dios y hacia el prójimo».

El Papa ha continuado afirmando que «todos los preceptos que el Señor ha dado a su pueblo deben ser puestos en relación con el amor de Dios y del prójimo», y ha subrayado que «todos los mandamientos sirven para realizar y expresar ese doble amor indivisible».

Francisco ha señalado que «el amor por Dios se expresa sobre todo en la oración, en particular en la adoración. Y el amor por el prójimo, que se llama también caridad fraterna, está hecho de cercanía, de escucha, de compartir, de cuidado del otro». El Papa ha puntualizado que una falta para con el amor es el hecho de que «a veces no tenemos tiempo para consolar al otro, pero sí tenemos tiempo para comentar, para chismorrear sobre él».

«Mientras haya un hermano o una hermana a la que cerremos nuestro corazón, estaremos todavía lejos del ser discípulos como Jesús nos pide», ha dicho Francisco, que ha remarcado: «La divina misericordia no nos permite desanimarnos, es más nos llama a empezar de nuevo cada día para vivir coherentemente el Evangelio».

Al finalizar su reflexión, el Papa pidió la intercesión de María «para que nos abra el corazón para acoger el mayor mandamiento, el doble mandamiento del amor, que resume toda la ley de Dios y de la que depende nuestra salvación».