Francisco resucita la sangre de los mártires como testimonio de comunión
El Papa ha conmemorado el 62 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II en el lugar en el que san Pedro fue martirizado
En la plaza de los Protomártires Romanos del Vaticano, donde según la tradición el apóstol Pedro fue martirizado, donde se vertió la sangre de los primeros seguidores de Jesús, el Papa Francisco ha clamado por la unidad de los cristianos. «Que estos mártires puedan fortificar en nosotros la certeza de que, acercándonos a Cristo, nos acercamos los unos a los otros», ha pedido en el transcurso de una vigilia ecuménica con la que se ha conmemorado el 62 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
Ese gran encuentro eclesial también supuso el ingreso oficial de la Iglesia católica en el movimiento ecuménico, al que el Pontífice ha querido añadir ahora la sinodalidad. «Si el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio, hay que recorrerlo con todos los cristianos», ha subrayado el Santo Padre.
Unidad y sinodalidad que están marcadas por tres características, ha señalado. La primera es que la unidad es una gracia. «El verdadero protagonista es el Espíritu Santo, no nosotros; es Él quien nos lleva hacia una comunión mayor», ha enseñado el Papa. En segundo lugar, Francisco ha explicado que «la unidad es un camino: madura con el movimiento»; es decir, «crece con el servicio recíproco, con el diálogo de la vida, con la colaboración de todos los cristianos». Una tercera lección es que la unidad es armonía, pero «en la diversidad de los carismas suscitados por el Espíritu Santo para la edificación de todos los cristianos».
A modo de conclusión, el Pontífice ha dejado claro que la unidad es para la misión: «En este lugar los protomártires nos recuerdan que hoy, en muchas partes del mundo, cristianos de diferentes tradiciones dan su vida juntos por la fe en Jesucristo, viviendo el ecumenismo de la sangre. Su testimonio es más fuerte que cualquier palabra, porque la unidad proviene de la cruz del Señor».
En este contexto, recordando la vigilia penitencial con la que comenzó el Sínodo de la sinodalidad, el Papa ha vuelto a manifestar «nuestra vergüenza», pero en este caso «por el escándalo de la división de los cristianos, por el escándalo de no dar, unidos, testimonio del Señor Jesús». Y ha concluido: «Centrémonos en la base común de nuestro común bautismo, que nos impulsa a ser discípulos misioneros de Cristo, con una misión común. El mundo necesita un testimonio común, el mundo necesita que seamos fieles a nuestra misión común».